sábado, 21 de junio de 2014

SUSURROS de Carmen Margarita


(Tercer Premio Narrativa HERTE 2013)

Desde jovencita, en mis días tristes llenos  de tinieblas y soledades, siempre te    buscaba.  Terminaba encontrándote al  escuchar tus susurros; esos susurros que    
 me  aliviaban y confortaban.  También  iba a  buscarte en los momentos de  diversión y  celebraciones porque deseaba  compartirlo  todo contigo.  Te consideraba  mi amigo    perfecto, aún sin conocerte; no me importaba ni la distancia ni el tiempo…
Tanto entonces, cuando era joven, como ahora en mi edad madura, suelo tener una actitud positiva ante la vida; eso me hace gozar de días luminosos y alegres y, en todas las ocasiones, peores y mejores, valoro tu compañía. ¡Me gustas tanto!  Soy una fan incondicional tuya y te persigo incansablemente, aunque… he de decir que hace mucho tiempo ya que vi cumplida una ilusión; ¡la de conocerte!.  Sobra explicar la emoción que me invadió en ese maravilloso instante.  Aún hoy, al recordarlo, me estremezco de felicidad.
Eso ocurrió aquel remoto día en el que, al doblar una esquina, me tropecé con una persona con la que compartíamos amistad.  Ella, al ser conocedora de mi amor por ti, me brindó la oportunidad de conocerte; de una manera tangible; no de una forma lejana e imaginaria como hasta antaño.   A partir de ese momento, tuve la gran suerte de que pasaras a formar parte importante de mi vida, de aprender a compartirte, de comprometerme con nuestra relación, una vez gozamos de estrecha intimidad…  Eso me llenaba plenamente e hizo que me fuera sintiendo plena y relajada…
Luego, por circunstancias, tuvimos que alejarnos una temporada, que volvió a repetirse, algo después. En ambas  te extrañé, pero como ¡a la tercera va la vencida!,  esas separaciones sólo hicieron que retomáramos nuestro vínculo con más ímpetu.  Esa última vez entraste de nuevo en mi vida en el momento que más te necesitaba y llegaste a mí para quedarte.
Ahora, nuestros encuentros son semanales.  Te espero con impaciencia.  Declaro, sin sonrojo, vivir enamorada de ti y pongo a tu disposición lo que sé, mi esfuerzo e ilusión, para no perderte…  Tú, por tu lado, siempre me dejas crear y expresar mis emociones y ¡me premias con tantos momentos preciosos!  Promete serte siempre fiel; es una necesidad que me brota del corazón.
Me fascina esa facultad tuya de transmitir la voz, y que ésta se propague a través de las ondas siderales, que los silencios queden flotando en el aire, que los gritos ocupen su lugar en el espacio y que…los susurros…sean recogidos por los corazones de quienes te escuchan.  Sólo puedo decirte, con todas mis fuerzas: ¡Gracias por dar espacio a mi voz! ¡Gracias por regalarme tanta felicidad! Te estaré eternamente agradecida… ¡hasta siempre, mi querida…¡¡¡RADIO!!!