jueves, 17 de octubre de 2013

TAQUICARDIA. De Dolores Fernández Cano


Renata vivirá por primera vez una romántica velada. Se ha comprado para la ocasión un elegante vestido, con un discreto escote, puesto que ella no está acostumbrada a enseñar sus atributos. Por si refresca, se acompaña de una coqueta chaqueta.
Tras una larga espera acompañada de mucho nerviosismo, suena el portero automático, con temblorosa voz, contesta que baja rápidamente.
Ya en el portal, se acerca a ella Mateo, un caballero de mirada apasionada, que le extiende su mano para saludarla.
La noche es resplandeciente, con un cielo limpio de nubes e iluminado por una luna llena, que contempla con una pícara sonrisa como se introducen en el automóvil, para dirigirse al restaurante.
Finalizado el ágape, los dos tortolitos a punto de estallar, deciden pasear a la orilla del mar, sentados juntitos en un banco, contemplan el espectacular paisaje, sintiéndose al mismo tiempo, iguales entre sí.






VERDE de Mary Rancel



Lentamente fui abriendo los ojos, me pesaban mucho, estaba como en una nube y no sabía dónde me hallaba. Al mirar, lo vi todo verde; pensé que podía ser fruto de mi imaginación. Alguien me habló bajito preguntándome: ¿Cómo te encuentras?
No lo sé, lo veo todo verde -contesté aturdida- a usted, a las personas que están en la estancia, a todo lo que me rodea y a mí misma. ¿Qué me está pasando? ¿Es que me han abducido los extraterrestres y estoy en otro plantea?
No tienes que preocuparte, estás en la tierra. Soy médico, has tenido un accidente y hemos tenido que operarte, pero al parecer te encuentras bien a pesar de verlo todo verde –Dijo quitándose la mascarilla y sonriendo, y añadió. Las demás personas son enfermeros, anestesista, auxiliares….todo el equipo médico que te ha atendido. Estamos verdes por nuestras ropas, verdes de pies a cabeza, y tú también, con la ropa de quirófano, que te sienta de maravilla. Vamos a pasarte a planta, te esperan tus familiares, allí no volverás a ver nada de color verde.
Al entrar a la habitación, todos se a cercaron a saludarme y preguntar cómo     estaba. En ese momento apareció una enfermera vestida de blanco y al ver la algarabía que se había formado en torno a mí, poniéndose el dedo índice en la boca dijo: silencio por favor, hablen bajo y uno a uno.
Me di cuenta enseguida que la enfermera tenía las uñas pintadas de verde y le dije contrariada:
-Me habían dicho que en planta no vería nada verde, pero usted tiene las uñas pintadas de verde. Se las miró y se echó a reír, me tomó la tensión arterial y se marchó. Al poco rato volvió la misma enfermera a cambiarme un suero y, con mucha gracia me mostró sus uñas muy divertida, -las tenía sin pintar. Dibujé una sonrisa pero, no le dije nada.
Cuando me dieron el alta, regalé a la enfermera una laca de uñas de color verde y, le declaré sincera: Es el color que más me gusta, por eso le llaman el color de la esperanza. Nos abrazamos y salí sonriente diciendo adios.


VERDE de Milagros



El verde, además de ser uno de mis colores favoritos, es el color de la ecología, de la Naturaleza. Me gusta ver esos bosques maravillosos que tenemos en nuestras islas con todos los tonos de verdes.
La verdad es que también me quedo verde cuando veo tantos desaprensivos, verano tras verano, haciendo fuego con la única intención de cambiar el color de nuestros bosques, de hacer daños.

En definitiva, el verde también es el color de la esperanza que tanta falta nos hace en estos momentos de nuestra vida, siempre estamos esperando algo y siempre hay algo verde a nuestro alrededor. 


LA FLACA de Natividad Morín



Era una adolescente muy delgada, tanto que los amigos la llamaban la flaca.
Ella estaba acomplejada porque todos se burlaban de su delgadez, nadie la conocía por su nombre de pila,  sólo por la flaca.
¡Mamá, llévame al médico a ver que puede hacer para subir de peso!- le dijo a su madre- ¡estoy harta de que se burlen y me llamen la flaca!. 
La madre la llevó al especialista, que le puso un tratamiento para los nervios, pues era tan nerviosa que lo que comía lo quemaba y eso hacía que no subiera peso.
¡Todas las chicas, hacen lo posible para adelgazar y! ¡¿tú quieres engordar?! – le dijo el médico-¿Por qué? ¡ es que me miran con pena y se ríen !.
Al cabo de los meses, hizo efecto el tratamiento, empezó a subir kilos, ella estaba que no se lo creía, le cogió tanto gusto a la comida que comía de todo y aumentaba tan de prisa que su madre se preocupó.
 Volvió al doctor, cuando la vio, no la reconoció porque había subido más de 40 kilos. Le dijo que le cambió el metabolismo, por eso era difícil bajar los kilos que le sobraban. Pero a ella no le preocupaban, ya no la llamarían la flaca, la imagen que le devolvía el espejo le gustaba más.


LA TRANSFORMACIÓN De Edelmira Linares


Profundamente frustrada durante toda mi vida, sin saber que hacer frente a los problemas y escondiéndome tras una falsa máscara que encubría mi debilidad: así era yo, y nunca tuve ni las fuerzas ni la valentía de cambiar, aun sabiendo que debía hacerlo.
No sé lo que pasó por mi mente esa tarde, cuando con unas amigas, disfrutando en casa de una de ellas, sacaron unas fotos de la última fiesta que compartimos. Nunca me han gustado las fotos y siempre evito salir en ellas pues sé que son crueles reflejos de la realidad. Pero aun así allí estaba, en una de ellas, al lado de la mesa tomándome un refresco.
Me quería morir y cuanto más la miraba más sentía que me desgarraba.
Ese fue el último día, de mi antiguo yo.
Decidí tomar por primera vez las riendas de mi vida y con arrojo y valentía y sobre todo mucho sacrificio y afán de superación.

Un año después, puedo decir, que ya no soy esa chica tímida y avergonzada, que huía de las fotos para no verse, ahora voy con la cara levantada y paso firme pues por primera vez he logrado, una meta en mi vida y me siento a gusto con mi nuevo cuerpo, delgado y esbelto.



EL COLOR VERDE. De Teresa Darias


           
Si miramos alrededor nuestro, hay muchas cosas de ese color que predominan en nuestra vida cotidiana, como la mayoría de verduras, por ejemplo. Sentada en la guagua, al parar en el semáforo y luego ponerse en verde pensé, “cuantos accidentes se evitarían si respetáramos las señales”; entonces caí en la cuenta de que todas las guaguas urbanas son de ese color.
El color del mar es de un verde azulado muy bonito según el fondo marino y el lugar donde lo miremos.

No me voy a extender mucho, pero sí que hay en nuestra vida muchas cosas de ese color: los famosos brotes verdes que no se ven pero que siempre están nombrando, y lo más importante, el color verde de la esperanza que es lo que no debemos perder nunca.


LA TAQUICARDIA de Luisa Delgado.




Cuando conocí a mi marido, enseguida supe que iba a ser el amor de mi vida, nada más invitarme a bailar en el casino y cogerme por la cintura fue tan grande la taquicardia que noté en el pecho, que pensé que el corazón se me escapaba por la boca.
Las personas que no han sentido estas emociones creo que nunca se han enamorado de verdad.
En los años que vivimos juntos, que fueron 33 y 3 de novios, nunca se nos apagó la llama del amor. Siempre que nos abrazábamos, sentía las mariposas revoloteando en mi pecho.

Esta que les acabo de contar es la taquicardia feliz, pero la más dolorosa fue cuando el médico me dijo que mi marido tenía cáncer de pulmón, esa sí que fue cruel y dolorosa. Era como si me clavaran alfileres en el corazón. Todavía cuando lo recuerdo, que es todos los días, me duele el alma. Nunca he podido olvidar ese momento tan triste de mi vida, pasé del sol brillante a la noche más oscura.



VERDE. De Amalia Jorge Frías




Había cumplido 18 años; se consideraba mayor de edad y quería trabajar. Sus padres no se lo permitían, pero sabía que era la mejor excusa que tenía para salir de la casa y empezar a ser ella misma. Deseaba ver hasta donde era capaz de llegar sin la ayuda e influencia de sus padres, conocer otra vida; y aunque era consciente de que todavía estaba verde como persona, quería intentarlo, recorriendo su propio camino.

Lo consiguió, y gracias a esa decisión, encontró la felicidad de la que aún  disfruta todavía.




TAQUICARDIA de Antídia Iraida.



En una de esas tardes, cuando el día empieza a decaer y no sabes si mirar por la ventana, meditar, o ponerte a leer; un día indeciso de esos en el que cualquier cosa puede pasar, llega un conocido, un amigo quizás, que te coge la mano, y te dice te voy a mostrar el paraíso, y con la emoción, decides aprovechar el momento, y sientes que algo te late dentro, que palpita fuerte y te hace volar…, te dejas llevar, no preguntas, esperas que el destino te depare “algo bonito”. Tus ilusiones son como un cuento, piensas que el mundo es bello, como esas rosas que están al borde del paseo, en el jardín, en una plaza, son tan bonitas, ¡pero sorpresa! Las rosas también tienen espinas, como la vida.

Todo puede ser bello en apariencia, pero en el interior, puede latir como un volcán, escupiendo lava y fuego, por eso el lugar más hermoso puede ser un paraíso o un infierno que quema por dentro, te ahoga y hace que te falte el aliento.