miércoles, 18 de septiembre de 2013

MAMÁ de Dolores Fernández Cano




Mi madre, como todas las madres, quería lo mejor para sus hijos.  Nunca perdía la sonrisa, ni las ganas de luchar por la vida.  Poseía una gran entereza, así como fuerza de voluntad.  Cuando el momento lo requería, imponía la cordura.  También demostraba ternura, si era necesario.  Nos alentaba a estudiar, para ser personas de provecho. 
La recuerdo llevando su libro de contabilidad donde anotaba el gasto diario de la casa o como  se disgustaba si mis hermanos llegaban tarde para cenar.
Al quedarme sola con ella, nos acompañábamos a todas partes.  Compartí su vejez con todo cariño.
Se fue a los noventa y cuatro años, callada, sin sufrimientos, durmiendo dulcemente el último suspiro, llevándose con ella una gran parte de mí.  Sin embargo, presiento que allá donde esté, no me olvida, al mismo tiempo que me sigue protegiendo.

Sin duda. mi madre lo fue todo para mí.



SIEMPRE ELLA de Mary Rancel





Fue una gran mujer, dotada de fuerza, valentía, dulzura, comprensión, cariño, con una mente abierta, adelantada a su tiempo; ofrecía otras virtudes, imposibles de enumerar.
Fue madre de nueve hijos; cinco chicas y cuatro chicos, que educó lo mejor que pudo.  Todos fueron personas de provecho, dignos hijos de su madre.  Ella fue siempre el motor de su hogar, pues su esposo tenía un camión y trabajaba como transportista de mercancías.  Salía muy temprano y regresaba por la noche.  Un hombre muy trabajador y el único que aportaba dinero para la economía familiar, mientras sus hijos eran pequeños. Él falleció a los setenta y cuatro años, después de haber estado en silla de ruedas –por parálisis –durante varios años.
Doña Pepa, así se le conocía fuera del entorno familiar; dentro de su familia y círculo de amistades más íntimo, era abuela Pepa.  Fue una abuela cariñosa, complaciente, tierna y compasiva.  Sus nietos la adoraban.  Lo mismo ocurría con sus yernos y nueras, a los que trataba como a sus hijos, a veces con más tolerancia.
Esta mujer excepcional era quien unía a la familia.  Su casa siempre estaba llena de gente, no solo de familiares sino de amigos, vecinos y conocidos.  Siempre tenía la cafetera preparada para ponerla al fuego y agasajar a quien llegara, o bien, una infusión de hierbas aromáticas –que le enviaban del sur -.  De su casa no salía nadie sin haber tomado o comido algo.  Eran sus reglas.
Falleció a los noventa años, silenciosamente.  Una tarde, después de merendar, se acostó a dormir y no despertó.
Esta mujer, madre, abuela, consejera y amiga, puedo decir que ha dejado una estela importante en muchas vidas.  En mí, ha dejado una huella indeleble.  Fue una persona entrañable y querida por todos.

Este es mi humilde homenaje a esa gran mujer –abuela Pepa –mi querida suegra.


MI MADRE de Carmen Margarita



Me siento bendecida por haber tenido la madre que tuve, tan dulce y cariñosa, siempre atenta a todos los que le rodeaban, dispuesta a complacer con su gran sabiduría, resignada ante los avatares de la vida.  Yo intento imitarla y cumplir todas sus enseñanzas pero no sé si he logrado conseguirlo.
Me pongo a reflexionar y pienso que todas las mujeres sabemos cantar un arrorró porque todas llevamos dentro esos sentimientos tan puros y profundos, de madres dulces y cariñosas en toda su dimensión.

Todo esto unido es ser madre…


MI MADRE de Teresa Darias




La persona que más influencia ha tenido en mi vida fue mi madre.  Recuerdo que cuando yo tenía ocho años y ella treinta y pocos, le extirparon un pecho. En aquellos tiempos, como no había tanto adelanto en este campo de la medicina, cortaban por lo sano, pero gracias a Dios vivió hasta su vejez. 
En mí influyeron su fuerza y su coraje, para trabajar junto a mi padre y sacar cuatro hijos adelante, a pesar de sus problemas.  Quizá algunas de sus cosas no me hayan sido beneficiosas porque era una madre demasiado protectora.  Basta con decir que vivíamos a pocos metros de la playa y no permitía que nos bañáramos por si nos pasaba algo.  Yo no lo he sido en la misma proporción pero sí heredé algo de esos miedos.

Está claro que de ella aprendí lo poco o mucho que he aportado a mi vida familiar y siempre la recordaré con cariño y amor.



MAMÁ de Carmita Díaz




¡Oh, mamá! ¡cómo te echo de menos!, con tu sonrisa a pesar de lo sufrida que fuiste en esta vida a causa de papá, por culpa de nosotros, dado que él era un hombre muy anticuado que nos tenía cerrados como puños.
El día que te fuiste de este mundo, mamá, me desgarraste el alma.  Hay una cosa que tú le dijiste a una persona y que llegó a mis oídos; que tú vivirías conmigo hasta debajo de una piedra, ¿por qué, mamá? ¿tanto me querías?.  Yo te lo agradezco y a donde quiera que estés te mando muchísimos besos, mamá querida.

Hasta siempre, mamá.  Espero encontrarnos en la otra vida.


MI LIBRO de Elba



Aproveché para meterme en el libro de mi vida.  Sólo pensaba en lo sola que me había quedado; los hijos casados, cada uno en su casa con sus mujeres y sus niños.  A los veinte años de irse los chicos, mi marido muere.  Él era diabético y a consecuencia de la enfermedad, perdió la vista totalmente.  Yo me convertí en sus pies y sus manos, así que cuando me faltó, no tenía ganas de vivir.  Quería que me dejaran sola, me pasaba el día acostada.  Llegaban de visita mis hijos y se preocupaban al verme así.  Me repetían que no podía continuar de aquella manera.
Hasta que, siguiendo los consejos de una amiga, me apunté con ella en un Centro de Mayores y en una Asociación de vecinos y allí me puse a estudiar lo que de pequeña no pude hacer, por circunstancias de la vida.  Empecé a ir a excursiones, a viajar, a comprarme ropa, o sea, a gastar; cosa que cuando los chicos estaban estudiando no pude hacer. A veces pienso que me estoy pasando y otras que ya se acabó la hora de ahorrar.

Me gusta ir los sábados al cementerio, a poner flores.  Llevó las que me parecen más bonitas y me siento a contemplarlas porque pensar en lo que está dentro me pone triste.  Este es, a grandes rasgos, el libro de mi vida.


martes, 17 de septiembre de 2013

VACACIONES de Teresa Jiménez




La pareja decidió ir de viaje de  aventuras, a esquiar a los Alpes.  Nunca lo habían hecho pero pusieron empeño y al menos se divirtieron intentándolo.  Ahí no quedó la cosa.  Pasaron unos días esplendidos, cara al sol, con sus consecuencias.  Se quemaron, como era de esperar.   Así que se metieron en el refugio muy calentitos y con buena comida y allí pasaron el resto del fin de semana.

Pensaron que para el siguiente viaje elegirían nuevo itinerario, más al sur.  Que se preparen bien las playas y las olas que también queman, aunque ya no pagarían su inexperiencia de novatos.

A MI MADRE de Amalia Jorge Frías

A MI MADRE  de  Amalia Jorge Frías


Madre, qué lindo nombre te nombra
para llamarte por siempre.
Qué palabra más sublime
que a todos nos enternece.
Aunque viviera cien años
nunca te podré olvidar,
pues tú me diste la vida
y me enseñaste
a saberla valorar.
Existen otros amores
que se pueden reemplazar
pero el tuyo, madre mía,

es único y ejemplar.



MAMÁ de Elvira Martín Reyes


Mamá,
Tengo tantas cosas que contarte y que agradecerte que haría falta un libro para narrar los años que pasé a tu lado.  Todas las tonterías que pudieran existir –según tus palabras –pasarlas por un cedazo, y fíjate, mamá, que después de pasar este trigo, dijéramos más duro, en el fondo del cedazo solo estaba la mies, clara y resplandeciente de tu amor.
Y del cariño con el que criaste a tus ocho flores, como tú nos llamabas.  ¿Cómo olvidar los milagros que hacías para guisar aquellas comidas tan buenas y con tan poco dinero? O cuando querías llamar a uno y nos nombrabas a los ocho, y Luisito decía, llámame Sergio que no tienes ninguno.
Mamá, no dejo de preguntarme cómo hiciste para hacernos respetar tanto a papá, pues no hay que negar que le gustaba una copita, bueno…,una detrás de otra, siempre según tus palabras.  ¿Cómo lograste que los ocho no sólo lo respetáramos sino que lo adoráramos?  Y él nos correspondía y compartía todo lo que tenía con nosotros.
Mamá, me gustaría seguir hablando contigo pero las lágrimas me lo impiden porque hoy hace once años que te fuiste.
Te quiero, mamá.  Mañana continuamos hablando...




MADRE de Edelmira Linares





                 Mujer sensible y fuerte, con gran
                 Amor hacía mí, supiste con tu tesón  y
                 Dedicación diaria, ganarte mi
                 Respeto eterno, por tu valía y
                 Esmero


El primer domingo de mayo, celebramos tu día y con estas sencillas palabras, te hago llegar todo lo que te quiero, y el orgullo que siento, al ser tú la madre mía.



ELLA de Natividad Morín




Ella fue una madre muy querida por todos sus hijos.  Y los crió en una época en que todo era muy difícil.  Había poco dinero, pero ella siempre lograba que todos estuvieran bien.  Se desvivía por sus hijos y por eso era tan respetada.  Buena y cariñosa, aunque al mismo tiempo, recta, lo pasó muy mal cuando la guerra.
Había algunos vecinos que tocaban en su puerta para pedir comida, gofio, azúcar… y ella compartía lo poco que tenía.  Algún familiar le decía: ¡Tú eres boba! ¿cómo vas a darle eso?, pero ella siempre respondía que le daba pena.  Así era ella.
Aún después de que sus hijos se casaran, ella siguió preocupándose por ellos.  Después, cuando llegaron los nietos, que fueron muchos, todos querían estar en casa de la abuela, así que siempre estuvo rodeada de ellos.
Cuando se fue, dejó un gran vacío en todos.
Son tantas las cosas que podría contar pero no encuentro las palabras.
Así era ella.  Así era …¡mi madre!




LA ROSA ROJA de Candelaria Díaz



Tres hermanas pequeñas y una ya de edad adulta  van de visita a un colegio.  Dejan a la más joven  en la escalera y le dicen que espere.  Al rato, la niña cree que tardan, se levanta y mira alrededor, pero no ve a nadie.  Ve la puerta y sale.  Coge una rosa y se la lleva.  Con tres años y medio tiene que caminar a través de un puente y recorrer tres calles con sus fincas porque la escuela estaba situada en la periferia.
Cuando las otras hermanas salieron y vieron que la pequeña no estaba, se asustaron mucho y comenzaron a buscarla, ¡cómo iban a decirle a su madre que se les había perdido!.  La angustia y el miedo los acrecentaba el hecho de que, por aquellos tiempos, se hablaba mucho de los chupasangre.
Estaban desesperadas cuando, de pronto, la niña apareció de la mano de su padre, tan fresca y con su rosa roja.  ¡Gracias a Dios!
El padre contó que vio aparecer a la pequeña estando él en la plaza.  Pasado el susto, no se explicaban cómo pudo llegar sola siendo tan chiquita. ¡Ah!, que se sepa que la cría era una monada…



MIS REFLEXIONES de Candelaria Bacallado



El poeta Khalil Gibran dice:

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Hoy, yo me aplico esta sabiduría para tratar de mitigar los miedos y la incertidumbre ante la inminente partida del hijo. 
Aunque hace varios años que no vive con nosotros, ahora su partida es más larga.  Se dispone a colaborar con una ONG en Austria.  Su labor va a consistir en ocuparse de niños pequeños en riesgo de exclusión social.  Durante un año va a vivir en ese país. Su pasión es la docencia y por eso está muy ilusionado.

Entendiendo todo esto, no puedo evitar el sentimiento de vacío de los afectos que nos unen a los hijos.  En una etapa de la vida, los hijos son el motor que nos impulsa a luchar, pero como dice el poeta, ellos son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma.



VOLVER A EMPEZAR


¡Qué fácil es volver
cuando nos espera el cariño de siempre!



 Gracias, a mis Flores del Teide