martes, 6 de mayo de 2014

LA COMPRA de Dolores Fernández Cano







Me compré un sarcófago, fue en mi viaje a Egipto. Nada más verlo en el escaparate del comercio, con mis ojos desorbitados, quedé prendada, resultaba tan bonito, tan bien construido, representado por una esfinge, correspondiente a la dinastía de los Ramsés. No pudiendo resistir la tentación, gasté todos mis ahorros en esa joya. Estimo que es una buena inversión. Llegó ayer vía marítima, hasta encontrar el lugar apropiado en la casa, me lo colocaron en el garaje. Además, mi marido no soporta verlo, le entra el telele. Dice que me he vuelto loca, se atreve a criticar mi buen gusto. Siempre lo mismo, que si patatín, que si patatán, me tiene aburridita. No hago más que repetirle que no es para él. ¡Pobrecillo! Es tan aprensivo, que se teme lo peor.
Tengo ganas de enseñárselo a mi amiga Piluca, pues la envidia la corroe. Todas mis cosas las copia, seguro que se le antoja comprar este impresionante sarcófago, mas este tesoro es mío y solamente mío. Lo disfrutaré con todas mis fuerzas.
Por cierto, le tengo que limpiar el polvo, así como contratar un seguro contra robo.
¡Qué ilusionada me siento!. Creo que con mi fastuosa compra, voy a dar la nota.





RECORDANDO EL PASADO de Lucía Hernández


Empezaré recordando que por mi edad, ya no puedo trabajar mucho, pero lo hago con mi cabeza, siempre estoy pensando en recordar algo del pasado, pues con los años se van adquiriendo muchos recuerdos.
Como yo viví en Puntallana La Palma, que ya lo he dicho varias veces, guardo algunos recuerdos de mi tierra querida. Todas las personas que allí vivían, más o menos llevaban la misma vida: cultivar las tierras, casi todos los vecinos tenían sus vacas, cabras, cerdos, gallinas y hasta un perro para cuidar la casa y a la vez servía de compañía.
La leche de las vacas y las cabras se vendía o se hacía el queso con ella. La leche se colaba y se ponía en una cazuela con cuajo. Cuando se sacrifica un cabrito, antes se le da de mamar para que se llene una bolsa que aparece dentro del animalito; esto se llama el cuajo. Se deja endurecer y cuando está seco, se corta un poquito, se derrite en agua y se pone en la leche, al pasar un par de horas ya se ha convertido en cuajada y con las manos bien lavadas se va haciendo una bola para que vaya soltando todo el suero, se coloca en un molde llamado cáscara, se le pone sal y al día siguiente se le da la vuelta y se le pone más sal, después hay quien lo cura al aire, o se pone en una cosa de madera que se llama cañizo y se le da humo. Hoy en la actualidad creo que hay cosas más modernas y  el cuajo es artificial.
De esa época se tiene mucho que contar. Los vecinos, cuando les parecía, mataban una gallina, le podían dar varios usos, además de aprovechar los huevos.
Cuando era la época de la cosecha en la costa, allí se pasaban temporadas, se cosechaba de todo, se criaba un cerdo y un día se sacrificaba, se hacían buenas comidas, la carne que llamaban limpia era para bistec, con el tocino se hacía manteca y chicharrones, chorizos y la demás se secaba.
Había un pequeño manantial que se llamaba la “Fuente Molina”; de allí se surtían los vecinos, y como siempre llovía, corrían los barrancos, y cuando pasaban unos días, el agua que se quedaba empozada allí, se recogía para el servicio doméstico.
Hoy no tenemos perdón de Dios, nos quejamos, ¡qué ingratos somos!, tenemos agua corriente, luz eléctrica y todos electrodomésticos ¡y nos lamentamos!
Yo recuerdo, cuando era pequeña, alumbrarnos con un carburo velas y un quinqué de gas. Me contaba mi madre que ella hizo una camisa para mi padre y por la noche la planchó con una plancha de hierro que se calentaba con carbón y como tenía la luz de una vela, en ella le quemó el cuello, teniendo que hacer otro.
Recordando todas estas épocas en que unos vivían mejor y otros regular, por eso tenemos que dar gracias a Dios por haber puesto en nuestras manos una vida mejor.




EL ORANGUTÁN de Lucía Hernández



¡Qué lucha se nos ha presentado esta tarde, tener que elegir entre opciones tan complicadas!. He decidido volar como las palomas a ver si en este viaje discurría algo. Pienso que tener un orangután en un piso será cosa complicada. Al recordar su figura, cada vez lo veo peor: es muy feo y peludo.  Hasta que llegué a comprender que es un hombre que no se afeita si se pela, en conclusión, es feísimo y da muy mala impresión.
Yo pensé en llevarlo a la peluquería, se pelaba, se afeitaba y se vestía un buen traje que tuviese bonita presencia, y él mismo se olvidaría de tan fea figura y aceptaría que es un hombre, una persona normal. Lo llevaría a un baile o a una fiesta y quizás lo pasara bien y vería su vida cambiada. Pero, si tiene compañera y es de sus mismas condiciones, ya nada le podemos hacer, que siga su vida lo mejor que pueda y en ese caso, me alegraría de que no estuviera solo, porque acompañado la vida es mejor.





LA DULCE ALCANTARILLA de Natividad Morín.




Soy una alcantarilla dulce y maliciosa y me encuentro en un frondoso parque de un precioso pueblecito de Escocia. En él se respira aire puro, huele a tierra mojada y a flores.
Estoy situada en un lugar estratégico, hace mucho frío y llueve bastante, el agua corre fresquita por mi garganta, todos los días me ducho, aunque hay algún desaprensivo que tira dentro de mí colillas, papel o caca de perro, y alguna que otra guarrería. Pero, por lo general, las gentes son limpias, no me puedo quejar. Por otro lado, estoy contenta de ser alcantarilla porque, desde donde me encuentro, han puesto unos bancos para sentarse, se entiende.
Lo que más me gusta ver son las parejitas de enamorados, siento tanta dulzura al ver como se besan, se abrazan y hacen otras cositas que no puedo relatar; en el fondo siento un poco de envidia al verlos.
Lo más de lo más es cuando los escoceses varones caminan, por encima de mis rejas, con sus falditas de tablitas ¡y sin nada debajo! Es una pasada cuando son jóvenes porque veo una panorámica asombrosa. Otra cosa es cuando son jubilados, muy mayores con esas falditas; en esos momentos quisiera tener ojos para cerrarlos, pero no los tengo y la vista no es tan agradable.
Bueno, todos nos hacemos mayores y nos deterioramos y yo también me haré vieja y entonces me cambiarán las rejas o me taparán para siempre ¡qué pena!.


LOS ORANGUTANES de Antidia Iraida.




Arriba en el ático, llegaron a vivir, hace un par de años, dos dulces orangutanes la mar de guapos y simpáticos, con un pelaje digno de admiración, ellos son, entre su especie, lo mejor. Al principio, a veces, en medio de la noche me despertaban con sus “grititos”y yo pensaba ¿qué  les ocurrirá a los pobres? ¿habrán comido? ¿se sentirán solos o tendrán miedo a la luna?. Como los oía correr de un lado para otro, me preocupaba, pero con el tiempo, a todo se acostumbra uno. Después, con ellos vino también un perro; un Husky exactamente y claro, luego pensé que los ruidos eran de él…
Ellos celebran los cumpleaños y las fiestas, como nadie, en la terraza jardín, se lo montan de lo mejor, con taconeo y todo, y después les mira una al siguiente día o en las reuniones de la comunidad y parecen dos angelitos, ¡hay que vivir en el lugar para saber!.
Cada mañana se van a su trabajo cogiditos de la manita hasta el portal, haciéndose toda clase de arrumacos. Pero, cuando algo se estropea en su piso,  al vecino de abajo le toca sufrir las consecuencias, ¡hay que ver que de dulces y amorosos, nada! Para que llamen al seguro y arreglar sus desperfectos, se convierten en dos demonios de lo más desfavorecidos; hoy mis queridos gorilitas, sin pelo y todos calvos y depilados. ¡Vivir para ver! dirían mis abuelos, mientras se harían la señal de la cruz, pero yo sigo pensando que… son encantadores mis queridos vecinos.





POEMA PARA lTZIEL de Mary Rancel



Te pareces a una flor que acabo de contemplar,
en un oculto jardín, a la orilla del mar,
tan suave como el rocío de una mañanita fresca
Igual que un amanecer de florida primavera.

Como un remanso de paz emanas felicidad,
tu encanto al atardecer transmite serenidad.
Ternura y deleite tienes en tus ademanes niña,
sinfonía cadenciosa que da armonía a la vida.

En redes de plata fina nos tienes aprisionados,
y en sedosa telaraña por ti, estamos atrapados.
Eres lucero del alba, la estrellita que más brilla.
Adorada princesita que iluminas nuestras vidas.







LA COMPRA de Elda Díaz





Me fui de tiendas, me compré un vestido de la talla 42, luego los zapatos del 37 y, al llegar a casa, me dije:
-¡Qué tonta soy! eso no me lo ponía ni cuando tenía veinte años menos.

No sé qué me pasa estos días; será el eclipse de Luna que tuvimos.  Hice la compra, la coloqué y… ¿el monedero?...Después de mucho buscarlo, lo encontré en  congelador con todos los congelados que había comprado. ¿Por qué me pasarán a mí estas cosas tan absurdas?.



LA DULCE ALCANTARILLA de Luisa Delgado Bello







Soy una dulce y maliciosa alcantarilla que se tragó una vez a un niño, sin que su madre se diese cuenta. Esta es una historia verdadera que le ocurrió a una vecina. Al ir paseando por la calle del Barranquillo con su hijo de unos 6 años detrás de ella, una de las veces que miró para ver si el niño la seguía, descubrió que éste había desaparecido.
Gracias a Dios que un señor vio como el pequeño había caído dentro de una alcantarilla y lo rescataron rápidamente.

El niño salió sano y salvo. Ese chico ahora tiene 40 años y todavía recuerda a la dulce alcantarilla.



LA DULCE ALCANTARILLA de Candelaria Díaz.






Soy una alcantarilla dulce y maliciosa, que hoy voy a ser entrevistada por una narradora de un taller  de literatura muy bueno

Después de los saludos, le cuento lo maravilloso de vivir por estos lugares, con sus bonitos canales, donde navegan toda clase de cosas, ¿y el olor?, delicioso y el aire que se respira, con aromas que marean, es una gozada. Sus habitantes  son seres alegres; corren sin parar de un lado a otro, son muy graciosos con sus bigotes y colitas, están muy contentos aquí y bien seguros, pues el susto que les dio el flautista de Hamelin no lo olvidan. Mientras le hablo, la miro y creo que se ha constipado, ¡cómo no se quita el clínex de la nariz!. Me da las gracias y se despide de mí; eso sí, no me da un besito: cosa que me ha extrañado.


EN LA LUNA de Mary Rancel.



Entré en una agencia de viajes y sin pensármelo dos veces, pedí un billete al lugar más lejano que tuvieran. La joven que me atendió, me ofreció un pasaje para visitar la Luna. Me pareció una opción insólita y lo adquirí de inmediato. ¡Menudo chollo!, conocer nada menos que la Luna. Tenía que aprovechar esa circunstancia, ¡con suerte!, se realiza una vez en la vida.
Al siguiente día, temprano, embarqué en un cohete que yo misma debía conducir. Me bastaron unas pocas explicaciones para aprender a manejarlo, me resultó muy fácil, ¡tengo una mente privilegiada!, fue lo primero que me vino al pensamiento.
El alunizaje resultó un éxito. Los selenitas me estaban esperando; todos vestidos con largas túnicas de raso azul; eran albinos, ojos glaucos y piel transparente. Nada más bajar de la cápsula, alguno de ellos –los más altos y guapos- me hicieron la ola y, acto seguido, me ofrecieron una bandeja llena de comprimidos de todos colores. Son los alimentos que se utilizan en el satélite. ¡Nutren y alimentan que da gusto!; allí nadie tiene problemas de obesidad.
La presidenta de la Luna me recibió en su palacete, donde dialogamos largo y tendido. Después, me acompañó hasta un moderno y coqueto apartamento, equipado con la tecnología más vanguardista; puso a mi disposición dos androides; fueron ellos, los que me pasearon por todo el territorio. Quedé impresionada por la hermosura de los paisajes y la diversidad de los colores de los mismos, predominando siempre el azul. Al no haber gravedad, me descubrí…, ¡ligera como una pluma!
Antes de regresar a mi hábitat, me invitaron a conocer otros planeta limítrofes; me transportaron en un platillo volante espectacular y súper cómodo. Conocí culturas  muy diferentes a la mía, enseguida me adapté a ellas, es que...¡soy tan versátil!.
Los selenitas me prometieron que, antes de que termine este año, vendrán a visitarnos, están muy interesados en conocer nuestro planeta.

Allí el tiempo da para mucho. Todo lo expuesto lo realicé en un solo día y aún me quedaron horas suficientes para, ya en la Tierra, dar una extensa caminata e ir al cine a ver las películas “Lo que el viento se llevó” y “Los diez mandamientos”.


SUEÑO CONTIGO de Antidia Iraida.





Desde hace algún tiempo sueño con ella día y noche, la busco con avidez en todas partes: en internet, en todo lugar donde la pueda visualizar. Sueño con acariciarla, besarla, entrar en sus más recónditos lugares, en cada rugosidad de su cuerpo, sentir su perfume tan peculiar, su amor en forma de caricias. Cuando el aire me trae su aroma, me deja embelesada. Esas formas que tiene su cuerpo me hacen soñar con el pasado, cuando ella y yo íbamos de la mano caminando, codo con codo, en cada amanecer y atardecer, nunca nos separábamos;  ¡qué maravilla!, siempre que intento ir a ella pasa algo y las ilusiones se me van entre los dedos de las manos, como agua desvaneciéndose hacia lo más profundo de la tierra. Pero, en el futuro será diferente, tengo un avestruz blanca y verde que ha prometido llevarme a ella, si la alimento bien, estará con fuerzas para ayudarme a llegar al lado de mi amada y cuando eso ocurra, ella acariciará mi cuerpo y yo el de ella. ¡Qué felices vamos a ser las dos juntas, con todo lo que nos rodea, no quedará rincón de tu dulce cuerpo que no acaricie, bese y visite, mis manos pasando de tus pies a tu bella cabeza, recorriendo tus entrañas y tus montículos más altos, mi querido corazón isleño, mi querida tierra palmera, mi cuna y mis recuerdos ¡a ti tierra bendita, te quiero y te amaré siempre!.




DULCE ALCANTARILLA de Antidia Iraida.





Soy una alcantarilla dulce y muy muy olorosa a quien  le gustan las ciudades, cuanto más grandes  mejor. Disfruto pasear en las profundidades donde  no me vea nadie, para dar rienda suelta a mis más inconfesables vicios.
Allí veo películas, donde sus protagonistas tienen grandes melenas, otros son calvos por el paso de los años. No necesitan maquillaje escénico,  ellos mismos ya lo traen incorporado de nacimiento, otros son alargados con muchos pies que hacen de trenes en las escenas de trenecitos. El catering nunca les falta, entre un rodaje y otro, cada día el menú es diferente, depende de lo que se sirva  fuera, y a la hora de la siesta, entre sueños, procrean sin ningún reparo, ambientados por la música y los grandes perfumes de esos jardines maravillosos con olor a magnolias y romero, salpicados con chispas de Chanel Nº 5; ¡qué belleza!. Se me expande el corazón de tan bello sueño; qué pena que no lo podamos traer a la superficie y disfrutar del paisaje a la hora de comer. ¿Se imaginan una comida familiar con tan lindo vergel?, de sólo pensarlo mi estómago empieza a clamar la hora de comer, y mis ojos se abren desmesuradamente sólo de imaginar  los ricos pasteles de postre,  ¡hummmm! ¡qué feliz me siento!, y eso que todavía no disfruto del momento, pero ya lo siento cerca, y se me está haciendo la boca agua, sólo de pensar en ello. ¡Buen provecho, queridos comensales y buena digestión!.



ALONDRA de Antidia Iraida.



Había una vez, una alondra de bello plumaje diferente a todas las demás, pues ésta era blanca con la toquilla castaña de grandes ojos grises, esbelta y con garbo, cuando ella pasaba batiendo sus alas, todo el mundo se quedaba fascinado, unos la admiraban y se conformaban con mirarla; pero otros la envidiaban y querían cazarla, porque pretendían que solo los mirara a ellos nada más. No sabían que la alondra solamente deseaba volar en libertad, no quería ser cazada, ella era feliz viendo el mundo desde su estatura peculiar. Ella siempre estaba dispuesta a ayudar a las otras  alondras cuando lo necesitaban; las ayudaba a cargar los enseres para hacer nidos, a cuidar de sus crias, hasta les llevaba comida para que no dejaran solos a sus pichones.
Era igual de guapa que buena, pero los cazadores no miraban eso; ellos anhelaban abatirla para ponerla como trofeo en sus casas. Hacían apuestas a ver cuál era el que se llevaba tan bello ejemplar. La alondra sabía que esto ocurría, pues muchas veces oía sonar los tiros y las flechas cerca de ella, la pasaban rozando muchas veces, pero siempre conseguía evadirlas, hasta que un día, que estaba distraída porque estaba muy preocupada por lo que le estaba pasando a una amiga, se distrajo y la hirieron en un ala, cayó al suelo, y la cogieron, se apiadaron de ella y la curaron, pero no la dejaban salir de aquella jaula, en la que estaba recluida.
 Cuando un día consiguió escapar porque una niña le abrió la puerta,  se fue volando muy lejos, huyendo de aquella gente que la trataba tan mal.  Pero mi querida alondra ya no era la misma, tanto tiempo encerrada había minado su salud, y aunque trató de seguir adelante, la batalla la venció y un día se fue volando muy lejos, y nunca más se la vio.
 Después de mucho tiempo, el cazador que la hirió lloraba de arrepentimiento pero de nada valió; la alondra blanca no volvió, aunque  sigue estando en la memoria de todo aquel que la amó.



LA VUELTA de Carmen Margarita.






Me he dado cuenta de que no existe pasado ni futuro, sólo presente y deberíamos aprovecharlo en algo más. Saber darle la importancia que tiene para nuestra vida, tanto sentimental, emocional como espiritual. Todo cambiaría, no sufriríamos tanto sino lo justo que nos toque en el momento. La felicidad sería más larga, más dulce y más duradera. En estos días tan especiales para mi espiritualidad, mi sentimiento se ha renovado, sé quiénes son mis seres queridos de verdad tanto familiares como amigos. He sentido la necesidad de abrazarlos, besarlos y sentir su calor y olor que es muy importante para mis sentimientos. Me siento feliz como nunca y sé cómo ellos, a pesar del susto que les he dado, también lo están. Yo estoy pletórica, le doy gracias a Dios cada segundo del día, sé que me quedan muchas lecciones y estoy contenta de aprender y enseñar. Pero estoy para hacer lo que tenga que ser. Él es el que gobierna mi ser y yo estoy contenta de que así sea y de saber valorar esas pequeñas cosas que son nuestro más preciado tesoro. Dios mío ¿cómo darte las gracias por estos momentos vividos?.


AMIGA de Carmen Margarita.







Eres la mejor amiga del hombre, pero yo voy a hablar de mí. Cuando estás conmigo me siento tan eufórica que  parece que me voy a comer el mundo. No hay barreras, ni miedos, ni soledades, solo sol y alegrías. Después de esta reflexión, me doy cuenta de que soy una ingrata y una necia, porque si tú eres mi mayor tesoro, ¿por qué no te cuido más y te mimo y te doy más cariño?. Es que soy tan torpe que, sólo cuando te vas, me doy cuenta de todas las locuras que he hecho. Me arrepiento, pero ya es tarde para rectificar, querida amiga.  Te prometo que, cuando salga de ésta, te voy a querer y vamos a ser muy buenas amigas. Te lo aseguro, mi venerada salud.



lunes, 5 de mayo de 2014

CRÓNICA DE UNA SINGULAR VELADA de Mary Rancel.




La gala tuvo lugar el sábado, día veintiséis de abril de dos mil catorce, en el Centro Multifuncional El Tranvía, en La Cuesta, La Laguna, con motivo de la entrega de premios del concurso de narrativa Herte.
Todos los asistentes al evento salimos encantados con el resultado del acto. Estuvo espectacular, ejecutado con elegancia y sobriedad, desde la presentación hasta su finalización. La labor ha sido considerada por el público asistente como muy profesional. Enhorabuena a todas las personas que intervinieron en su elaboración.
En el evento actuó parte del alumnado del taller “Narrando Cada Jueves” y una colaboración compuesta por tres integrantes del denominado “Las Flores del Teide Narran”, ambos guiados por la poeta Isabel Expósito Morales, quien dirigió e intervino en la gala. Quiero destacar que se trata de una persona sensible, creativa, paciente…y, sobre todo, trabajadora incansable.
La presentadora del acto estuvo genial. Los que intervinieron en el espectáculo lo hicieron fantásticamente y el homenaje a la señora nonagenaria fue conmovedor y entrañable.
La prioridad del evento fue la entrega de los premios de narrativa Herte. Lo lograron tres de los cinco finalistas. El primero y segundo premio para alumnas del taller “Narrando cada jueves”, el tercero, fue otorgado a una componente de “Las Flores del Teide narran”. Las ganadoras tuvieron la oportunidad de leer cada una su obra; nos parecieron admirables, bien elaboradas y con una trama, montada de tal forma, que, a los oyentes, nos mantuvo expectantes hasta el final.
Felicitaciones a esas tres mujeres escritoras por su magnífico trabajo y, a Isabel Expósito Morales, por ser la maestra de todas.