domingo, 13 de marzo de 2016

EL MENSAJE. Candelaria Díaz.






            Paseando por la playa de la Tejita una tarde; un atardecer precioso, tropiezo con algo duro, lo cojo y es una botella cubierta de algas y… qué curioso, tiene algo dentro. Lo saco y es un escrito, leo y dice:
            “Soy un naúfrago del Valbanera, estoy en una isla en completa soledad, me llamo Tinerfe Bencomo, soy del sur de Tenerife y pido a Dios que esta carta llegue a alguien para que me encuentren.




EL MENSAJE. Dolores Fernández Cano.





            Como todos los viernes, Hipólito acude a la playa en misión de vigilancia, por si llega alguna patera o barcaza transportando contrabando. Pero hoy va a ser un día distinto, muy especial.
            Hipólito, con los prismáticos observa el horizonte, pero ve un objeto extraño, algo ligero que sube y baja con el vaivén de las olas. Con decisión se desprende de su uniforme de la Benemérita, para nadar hacia altamar. Ya cerca, se da cuenta que se trata de una botella. La agarra con fuerza para volver con ella hasta la orilla. En el interior hay un papel, lo extrae y procede  a su lectura, dice así: “No lo dudes, la felicidad se encuentra en tu interior”.



EL MENSAJE. Natividad Morín.






            Estaban extenuados, no sabían el tiempo que llevaban navegando a la deriva, se les había acabado la comida y casi no les quedaba agua. Ella no se encontraba bien, agotada, era normal en su estado, el séptimo mes de embarazo. Tuvieron que huir de la guerra y la miseria, por eso se encontraba en alta mar, a punto de morir en una patera, tan frágil que apenas se mantenía a flote. De pronto vieron una botella flotando, la cogieron. Había un papel dentro, lo sacaron y asombrados leyeron.
            “¡A quienes encuentren esta botella y estén leyendo esta carta testamento, son afortunados porque estoy enfermo y no tengo herederos, les dejo mi casa, mis bienes y una cuenta corriente en el banco, que si saben administrarla pueden vivir holgadamente para siempre! ¡Enhorabuena!”
-¡Oh, Dios mío! ¿será cierto? ¡estamos salvados, viene un barco a rescatarnos! –dijo ella- ¡si tenemos una niña la llamaremos Esperanza!.




EL MENSAJE. Elvira Martín Reyes





            Ana estaba ansiosa por llegar a su destino. Al bajar del avión, no se lo creía, por fin estaba en Francia y desde allí pasaría a Alemania y Austria. El viaje tenía todas las expectativas de ser fantástico. Después de visitar  estos maravillosos países, estando ya en el último puerto, puso un mensaje, que decía:
“Regreso sin encontrar el amor, espero hacerlo la siguiente vez” y esperanzada lo metió en una botella y lo echó al mar.

            Después de los años, se lo estaba contando a su amigo de Málaga, que escuchaba atónito.
-¿Dónde lo echaste?
-En Francia, en la Costa Azul

El amigo,  sacando un viejo papel del bolsillo, se lo enseñó. Me lo encontré en la playa de la Malagueta hace un año.
            ¿Sería necesario viajar otra vez? ¿O el amigo cambiaría de categoría y pasaría a ser el amor que buscaba?  Después de todo era el destinatario del mensaje.




EL MENSAJE. Eutimia Espino González





            Un día fui a la playa de Fariones y estaba bañándome  cuando vi una botella que se acercaba a mí y yo, como curiosa, me acerqué a recogerla para saber qué mensaje tenía, y… ¡si vieran lo que decía!:
            “Soy un pez, por favor, tírame otra vez al mar”.




domingo, 28 de febrero de 2016

ADÁN Y EVA. Candelaria Díaz.





-         ¡Eva, te digo que estoy depre!.
-         ¡Pero si esto es maravilloso!
-         ¡Paraíso sí es, pero me aburro!.
-         ¡Sí, pero yo no te puedo dar más!
-         ¡No me tientes que tengo unas ganas!
-         ¡Chico, como hombre siempre pensando en lo mismo!
-         ¡Pues tápate que vas a coger frío!
-         ¡Claro, tú quieres darme calor!
-         ¡Chica, un abrazo no viene mal!
-         ¡Sí, luego yo soy la que paga y tú de rositas!
-         ¡Será porque Padre, Hijo y Espíritu Santo son varones!
-         ¡Como mujer eso no me cuadra; ¡machismo puro!
-         ¡Dame la manzana y verás que rico!

-         ¡Te digo que lo que pase es toda tu culpa y de ahí vendrá la violencia de género!



MIS PADRES ENFERMOS. Elvira Martín Reyes





Nico:              Luis, los chicos no han venido hoy a vernos.
Luis:               Tienen su trabajo y su familia, Nico.
Nico:              Pero nosotros también los necesitamos, que estamos enfermos.
Luis:               ¿Sabes cómo se llama eso, Nico? Egoísmo.
Nico:                          Pues no me importa ser egoísta, hasta el punto que tampoco me importa seguir enferma, por tal de verlos a todos ellos, a los ocho.
Luis:               Los hemos criado con mucho trabajo, pero para ser libres, ahora no nos podemos quejar, tienen su vida, su trabajo y su familia. Duérmete, Nico, pensando que todos están bien, ya buscarán un rato para venir pero dicho sea de paso en la habitación de al lado tienes una de ellos.
Nico:              Pues bendito sea Dios, Luis.




ENVIDIA. Natividad Morín.





            Les cuento que no solían gustarme los enfrentamientos, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra manera porque, cuando alguien abusa y acusa de infidelidad a personas cercanas y a las que dice que quiere, uno no puede contenerse. No entiendo cómo hay gente que siente envidia, celos y lo convierte en violencia, estas personas no debería dormir a “pierna suelta”, ¿ o sí?.
            La envidia es un problema, cuando es obsesiva y enfermiza porque quienes la padecen, no viven tranquilos, sobre todo cuando son celos. Este conflicto lo sufre la mayoría de los seres humanos; hablo de que, seguramente, muchos hemos sentido “envidia sana” pero por tonterías, que no pasan de ahí. Lo demás es otra cosa.



PADRE e HIJA. Fanny.


 
Hija:               Hola papi ¿qué tal te fue el día?.
Padre:           Estupendo me encontré con mi amigo José.
Hija:               ¡Qué bien!
Padre:           Y a ti cómo te fue en el examen de matemáticas.
Hija:               ¡Excelente! Saqué un diez.
Padre:           Me alegro te lo mereces, eres buena alumna.
Hija:               Gracias papi.
Padre:           Te dejé la medicina como de costumbre en la mesilla de tu habitación. Pero cuando me levanté para ir a mi trabajo me di cuenta que no te la habías tomado.   ¿Qué pasó? Tú sabes que es el tratamiento para el bien de tu salud.
Hija:                           Lo siento papi, me quedé dormida.
Padre:           Espero no se te haga costumbre.
Hija:                           Pero no te enfades papi te prometo no volverá a ocurrir.
Padre:           Está bien.
Hija:                           ¿Cómo te va en el trabajo?.
Padre:           De momento bien, sólo que me han cambiado el horario. Tengo que trabajar todo el día.
Hija:                           Son muchas horas me da pena que trabajes demasiado.
Padre:           Es mi obligación hacerlo tengo que sacar la familia adelante.
Hija:               Es por eso que sigo estudiando para obtener una profesión y poder trabajar yo y tú puedas descansar y poder recompensarte el sacrificio que estás haciendo por mí.
Padre:           Te lo agradezco sé que lo dices con sinceridad, todos los días doy gracias a dios por haberme dado una hija con buenos pensamientos.
Hija:                           Yo también doy gracias a Dios por tener el papá más responsable.
Padre:           Espero que esta conversación sirva para tener más comunicación entre nosotros, como padres e hija que somos.
Hija:                           Claro que sí papi.
Padre:           Déjame darte un abrazo.

Hija:               Sí papi hazlo. 


PIJA Y AMA DE CASA. Dolores Fernández Cano



  -Hola Macarena, cuánto tiempo. Mira que bolso de piel de cocodrilo me acabo de comprar.
        -Buenos días, Clementina, ¡cuánta elegancia!. ¿te habrá costado un pastón?.
     -   Hija, el dinero se tiene para satisfacer los caprichos.
     -   Clementina, yo no puedo permitirme esos lujos.
   -    Es verdad, tú siempre has sido muy poquita cosa.
-  Es que el sueldo de mi marido no da para tanto. Después están los niños que piden mucho.
    -    Siempre que te encuentro, llevas el mismo vestido.    

  - Sí, lo lavo por las noches para ponérmelo por las mañanas.
      -Pues mi fondo de armario es lo más de lo más…
   -Te dejo Clementina, tengo que pasarme por el súper
    -    Macarena, debes espabilarte y renovarte. Yo hoy almuerzo en el restaurante más chic de la ciudad. Bueno, yo también me marcho. Chao, chao.


LA HIPOCRESÍA. Lucía Hernández





            Les cuento que no solían gustarme los hipócritas, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra manera porque los que vivimos en este mundo no sabemos ni como es, lo desconocemos casi todo.
            Asistí a una reunión y como es normal siempre se comenta algo, cada una dice una cosa. Empezaron de tal forma que me daba hasta miedo; será que yo llevo la verdad siempre delante, pero daba pena escuchar aquellos disparates, yo pensaba ¿será que yo no entiendo más? Pero me pongo a analizar y en conclusión me pregunto cómo puede haber personas de esta índole.   Pienso que la hipocresía no debe de existir pero hoy en día es una de las cosas más corrientes.
            Para mí la hipocresía es un fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a lo que sientes, que finges o que aparentas lo que no es, que sólo son cosas que te pasan por la cabeza y eso es muy malo, porque quizás me dicen una cosa y me quedo pensando si será verdad o será hipocresía. Pero bueno así lo hallamos y así lo dejamos porque habrá personas que piensan:

            Las palabras que yo siento
            Esas son las que no digo
            Antes que echarlas al viento

            Quiero que mueran conmigo.



EUSEBIA Y GENEROSA SE VAN DE BODA. Antidia Iraida.





-Oye, Eusebia, ¿Tú vas a dir a la boda de Emgracia la jija de Chona?.
-Pos esas jideas tengo, Generosa, pero primero tengo que jallar un refajo que me rejunte bien las carnes, pos no quiero facer el ridícalo.
-Mírala jella ajora, se me ha jecho fina, muchacha, ¿tú no tinias el de jace tres años cuando fistes a la de Panchita, la  jija de Aquilino?
-¿Pero no tienes jojos en la cara, Eusebia? ¿Tú no te dais cuenta que tengo 20 kilos de mais?.
-Pero tú estais mal ¿ande los tienes? ¡pues yo no te los vedo!.
-Janda, que en lugar de dir a la boda donde vamos a tener que dir es al ojero, pa que te jaga una revecion y te mire el jojo por dientro bien irao.
-Esus mujer, tampoco te pongas ansina.

-Que no se jable maás, Generosa, de camino que jallamos mi refajo, vamos a dir al culista paque sepa vierte mañana mesmo camimamos pa la ceudad, jale pa su casa a pancharce que no se jaga tarde.


martes, 23 de febrero de 2016

LA NEGATIVIDAD. Elda Díaz.







            Les cuento que no solían gustarme las personas negativas, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra manera porque descubrí que a aquella familia le había caído la negra y, si la madre estaba siempre negativa, era porque  la vida la había tratado muy mal. Primero, falleció un hijo de un accidente, al poco tiempo murió el marido y después enfermó la hija.  La pobre no sabía qué hacer. Entonces, entendí que tenía razón con ser negativa pues   todos nos sentiríamos igual si la vida nos tratara de esa manera.


LOS ENGREÍDOS. Candelaria Díaz




            Les cuento que no solían gustarme los engreídos, sin embargo, aquella tarde empecé a verlo de otra manera porque yo lo creía fanfarrón, echón pedante y, hete aquí, que lo vi llevando del brazo a una anciana. Se acomodaron en un banco de la plaza, él la sentó con mucho amor, por lo menos eso parecía, le dio agua, le limpió la boca, se lo hacía con ternura, ¡yo con la boca abierta! No me lo podía creer, aquel ser odiado por sus empleados estaba lleno de virtudes, ¿pero que milagro era lo que estaba viendo?.
            Al día siguiente en el trabajo, él volvía a ser más de lo anterior; altivo, mirando a todos casi con desprecio.  Me tiene intrigada, se lo preguntaré aunque me despida, pensé.
            Le conté lo que había visto y me miró sorprendido.  A los pocos segundos, con sinceridad me dijo que era una pose porque si le temían trabajaban duro y la empresa funcionaba, me pidió que no lo descubriera, que el personal estaba asegurado.
            No hay que pensar mal, siempre hay algo que no sabemos.




POTAJE DE CALABAZA. Antidia Iraida.




            Les cuento que no solían gustarme los potajes de calabaza, sin embargo, aquella tarde empecé a verlos de otra manera porque tenía que conseguir que su sabor tan insulso fuese algo tan exquisito, como nada visto hasta el momento.
            Saqué a la luz todas mis artes de bruja culinaria rociadas con cariño y amor, que pronto aquello que era tan simple comenzó a esparcir aromáticos olores, los cuales además de estar por toda la casa, pronto llegaron a la escalera y a la nariz de mis vecinas, María, Juana y Gertrudis, que rápidamente me tocaron al unísono a la puerta, curiosas por saber qué estaba experimentando en mi cocina, ya que ese olor nunca jamás a sus narices había llegado.
            Cuando ya la poción estaba en su completa ebullición, yo quería despacharlas no fuera que descubrieran mi secreto, pero no hubo forma de deshacerme de ellas.



            Así que no me quedó otra que invitarlas a probar aquella “delicatessen”; mal que hice, pues entre un poquito y otro poquito, las glotonas me dejaron sin mi potaje de calabaza. ¡Menos mal que según fui echando a la olla, apunté los ingredientes! Y que no me pillaron mis apuntes aquellas insaciables, porque si no… ya mi potaje no sería único…: ¡¡si las conoceré yo, que todo lo quieren igual!!.

CUCARACHAS. Edelmira Linares.





            Cansada y con ganas de desconectar de una semana agotadora, tomé la decisión de coger el coche, mi perrita y poner rumbo al sur, con la idea de  pasar el fin de semana en el apartamento que acababan de dejar los últimos inquilinos.
            Sabía que tendría que llegar limpiando, pues ninguno lo deja como debería, pero lo que nunca pensé es encontrarme con lo que hallé; después de un rato buscando aparcamiento, sacar los bolsos, arrastrar con la perra y por fin llegar al apartamento, cuando abro la puerta, entro y descubro…, para mi horror, que la casa está invadida por cucarachas enanas, las cuales entran y salen por todo agujero y rendijas imaginables.
            Solté los bolsos y salí corriendo de allí. No me lo podía creer…; era mi peor pesadilla…¡Las odiaba! Y tenía que acabar con ellas cuanto antes.
            Corrí a la ferretería más cercana, me recomendaron unos productos. Subí de nuevo y fumigué como pude, tuve que salir de allí, porque el aire era irrespirable.
            Después de unas horas volví y descubrí que había salido victoriosa.
            Así que lo que iba a ser unos días de descanso y relax, se convirtió en esta pesadilla que podría titular “Una canaria contra cucarachas inglesas”, pero lo que ellas no sabían es que aquí somos de armas tomar.



lunes, 15 de febrero de 2016

LA MÁSCARA. Candelaria Bacallado.




            Se había puesto la máscara que lo ayudaría a desinhibirse y expandir su carácter retraído y tímido. Se miró al espejo, y vio en él una imagen sonriente y pícara, ahora había que añadirle la actitud, para dar vida a esa imagen.
            ¿Sería capaz?. Decidido, salió a la calle a disfrutar de su reto. Caminaba por las aceras haciendo carantoñas a sus propios vecinos.
            Pensaba…:  si supieran que soy yo dirían: ¡Realmente se ha quitado la máscara!
            Y es que a veces cargamos con una careta toda la vida.




LA MÁSCARA. Dolores Fernández Cano.






            Para Marisa es imposible enfrentarse al entorno que la rodea. Todos los días se coloca la máscara de la resignación, para así ocultar su indecisión. Le cuesta salir del hoyo donde permanece sumergida. Está obligada a trabajar para su madrina, mariscando entre las duras rocas de la costa que bordea el pueblo lúgubre donde reside. Pero, el deseo de Marisa es estudiar Ciencias Políticas. Desde que recibieron en la lonja, la visita de la Presidenta de la Nación, sin saber cómo, quedó prendada por esta importante dama, floreciendo en ella la necesidad imperiosa de vivir otra vida que calcine todas sus penurias.

            Una fría mañana, se levanta dispuesta a todo, muy decidida y rompiendo los esquemas, prepara su equipaje. Con la cara lavada, sin máscara, abrigando su menudo cuerpo con un chaquetón gastado por el uso, emprende el camino hacia la capital, para labrarse un porvenir más prometedor.

ENERO PUSILÁNIME Candelaria Bacallado.





            Pasadas las fiestas y vivencias entrañables, apareces siempre el primero del año. Con aires de algo nuevo, como si el panorama fuera a cambiar solo porque tú llegas. Otro nuevo año haciéndonos creer el cambio que nos va a acontecer, creándonos la ilusión de tener paz en el mundo, un trabajo digno para todos, sin tener que emigrar fuera de nuestra tierra para conseguirlo. No es así, Enero; vienes falto de valor para superar los desafíos del mundo en el que nos ha tocado vivir .
            Creo que te mereces el calificativo; es el más acertado.






LA MÁSCARA. Edelmira Linares.





            Desde que nacemos nos inculcan una serie de valores para ser buenas personas, pero al final vivimos inmersos en una sociedad, en la que no podemos aplicarlos.
            Al fin tenemos que someternos y claudicar, porque solo podemos mostrarnos como realmente somos en nuestra estricta intimidad, siendo así vulnerables ante la vida.
            Todo esto conlleva que nos volvamos mal pensados, y con una coraza que nos proteja de las posibles heridas  para lograr que nos dejen las menos cicatrices posibles.

            Por todo esto pienso que como dice la canción: “La vida es un carnaval” y nosotros máscaras que vivimos en ella.


LA MÁSCARA. Candelaria Díaz.





            Esta palabra suena a carnaval pero hay una máscara humana, esa que cuando se tiene sentido de persona, se usa en la vida. Les cuento:  tienes depre; disimula, problemas; pon cara normal, dolores; ni los nombres, falta dinero; ni lo dices, y así muchos más… Evitas exponerte, de manera que se suaviza todo un poco, y al final te haces un artista en el tema. Te pones la careta cada vez que haga falta, solo te la quitas al estar sola porque mantenerla  agota bastante.




LA MÁSCARA. Antidia Iraida.




            De plástico, cartón, látex, o la propia piel, no importa el material que sea, lo cierto es que todos llevamos una. No sabemos en el momento que nos la ponemos, ni dónde y el por qué. Queremos ser lo que no somos, engañar al otro haciendo ver lo que queremos que vea, ocultar nuestro verdadero yo. Así unos y otros, dentro y fuera de nuestras casas llevamos una de cara a una vida, a una pantalla, aparentando lo que no somos. Aunque un día cualquiera, en un momento indeterminado, termina cayendo, como cae el telón en cualquier obra de teatro. ¿Para qué tanta máscara si de todas formas, más pronto que tarde, sea o no carnaval, nos dejará con nuestras miserias a la vista?. Por todo ello, desprendámonos de ese artilugio que no nos lleva a ninguna parte. Sólo al fracaso, a la vergüenza, a perder el glamour cuando menos lo esperemos.

            Vivamos nuestra vida tal y como somos sin aparentar lo que no es. Sólo seres humanos con defectos y virtudes, felices o infelices, pero sin perder el ser.


LA MÁSCARA. Elda Díaz.


 
Pintura de Montse Abad

           

            Yo creo que hay ocasiones en la vida que necesitas cambiar de máscara, pues hay veces que parece que estás estupendamente y no es así. La gente no tiene porqué enterarse de las cosas que te pasan.  Hay algunas personas que se quieren enterar de todo lo que te ocurre y no precisamente para echarte una mano, sino que, sabiéndolo ellas, lo sabe  uno de cada casa y tu vida se riega como la pólvora. Por eso nos ponemos la máscara y aquí paz y después gloria.


LA MÁSCARA. Natividad Morín.






            La máscara es una palabra muy amplia. Hay muchas máscaras, la del zorro, la máscara de hierro, la de buzo, la máscara de oxígeno, las máscaras de los carnavales de Tenerife que son unos de los más famosos.
            Los que me gustan son los de Venecia, son muy célebres en todo el mundo. Estos carnavales con los antifaces que les cubre la mitad del rostro, las mujeres con unos vestidos tan lujosos y las pelucas son fantásticos. Ellas cubriéndose el rostro para que no las reconozcan y poder coquetear y provocar interés en los hombres y ellos también se cubren para no ser reconocidos y poder ligar con las jóvenes y bellas mascaritas.
            También está la máscara que nos ponemos para ocultar problemas, desengaños y tristezas, de modo que no nos dañen, aunque esta máscara es difícil de utilizar porque se nos cae y quedamos con los problemas al descubierto y se ven las tragedias personales, finalmente.





            

LA MÁSCARA. Lucía Hernández





            Se puede llamar máscara a una figura hecha de cartón u otra materia con que una persona se cubre el rostro para no ser conocida. Traje extravagante con que alguno se disfraza, por ejemplo en esta época en que estamos llamada carnavales. Todo al que le gusta se pone una careta o una mascarilla, o también un velo que le cubre la cara, esto es una enmascarada. Reunión de gente vestida de máscaras y que se reúnen en un sitio determinado con sus disfraces ridículos, a esto le llamamos mascarada.
            Yo en mi época, o sea en mi juventud, pude disfrutar mucho con máscara y sin ella, fueron tiempos muy bonitos. Hoy en la actualidad se divierten de distinta forma, pero aunque así sea, yo aconsejo principalmente a la juventud que disfruten todo lo que puedan con sus reuniones, sus bailes y que los días de carnaval no pierdan ni una hora porque esas se van y no vuelven. Yo la pena que tengo en el alma es lo poco que perdí.  Hoy solamente vivir con el recuerdo.


LA MÁSCARA VERÍDICA. Fanny.






            Conocí a una amiga cuyo nombre es Nora, que llevaba puesta una máscara. Un día, conversando con ella, sentí la curiosidad de preguntarle el por qué se cubría el rostro, y me dijo:  voy a contarte mi secreto, por ser mi amiga.
            Cuando era joven, conocí a una persona que me impactó mucho, tuvimos una bonita amistad y surgió el amor. Me propuso matrimonio y acepté encantada, fijamos la fecha de la boda y todo estaba organizado, la iglesia bien arreglada y llena de invitados, pero no sabía la sorpresa que iba a tener, me dejó plantada, nunca llegó y avergonzada salí corriendo. Llegué a mi casa, me quité el vestido, cogí un mechero y lo quemé pero, me dejó la marca, mi rostro desfigurado y es por eso que siempre la he llevado a partir de entonces.

             Nos dimos un abrazo y le dije, gracias por confiar en mí, a lo que me contestó que no confiara en los hombres, que son unos mentirosos que de alguna forma nos dejan marcadas para siempre.


martes, 9 de febrero de 2016

NUESTRO LIBRO Edelmira Linares.




            Después de tantos meses apartada, ésta fue una de las tareas que dejé a medias y hoy retomo para iniciar de nuevo las clases.
            Ha sido todo un orgullo poder formar parte de este proyecto que se ha convertido en libro y junto con mis flores del Teide, entrañables compañeras, hemos logrado que viera la luz.
            Cuando lo publicamos, no sabía bien lo que esperaba, o si  podría gustar e interesar a alguien, ya que no somos escritoras célebres, ni tenemos experiencia en estas lides. Pero pese a mi incredulidad, me llevé gratas sorpresas por lo bien acogido que ha sido, y no sólo en el ámbito familiar, sino entre amigos y conocidos.
            Un día, cuando abrí el whatsapp, me llené de emoción al leer el mensaje que una vieja amiga me había dejado y que hoy voy a compartir con todas.
            Decía así:
            Hola Mima, buenos días. Lo que he leído del libro me ha gustado mucho, como es lógico he empezado por tus relatos (hasta feo estaría que no fuera así) y no puedo dejar de emocionarme, porque son tus recuerdos, pero me veo identificada en ellos, porque así vivimos la mayoría de los que hoy somos mayorcitos.  Eres aparte de buena amiga, compañera, por cómo las nombras a todas.
            Felicidades amiga Mima, y hazle llegar mi abrazo a cada una de ellas.