miércoles, 28 de diciembre de 2011

RETAZOS de Amalia Jorge Frías

RETAZOS  


Hoy que estoy en el otoño de mi vida, los recuerdos se agolpan sin cesar.  Las horas desagradables que he vivido me ayudan a valorar mucho más aquéllas de felicidad.  Pido a Dios que, ni una ni otras, las llegue nunca a olvidar.


HISTORIA DE UN SOFÁ de Luisa Delgado Bello

HISTORIA DE UN SOFÁ 


Hacía años que vivía en el trastero de la casa de mi dueño junto a mi amiga la butaca.  Nos habían llevado allí, a los dos, por tener los muelles rotos y las telas desgastadas.  Estábamos contentos en mutua compañía.  Nos pasábamos los días hablando de nuestras cosas pero, un día, de pronto aparecieron por la puerta unos hombres que nos cogieron en volandas y, sin demora, nos llevaron a la tapicería.  Nos dijeron que nos iban a poner guapos y después serviríamos como asientos, otra vez.  Pero, ¡nada fue igual después de aquello!.  No volví a ver nunca más a mi amiga la butaca. No sé qué fue de ella.  Estoy muy triste.

DOS PALABRAS de Amalia Jorge Frías

DOS PALABRAS  

Se acercaba la Navidad; la gente iba por las calles más deprisa que habitualmente, ajenos a lo que pasaba a su alrededor.  Mi amiga y yo entramos a un bar a tomarnos un café aunque, lo que realmente queríamos, era hacer un alto en nuestra mañana de compras para descansar unos minutos.  Allí estábamos cuando, de pronto, algo me impulsó a mirar hacia la puerta en el mismo instante en que entraba en el local un chico joven que, según mis cálculos, debía tener unos veintitrés o veinticinco años.  Alto, rubio, con ojos claros pero, tan tristes que, mientras hablaba con mi amiga, no podía apartar la vista de él.  Ví cómo se dirigía, muy resuelto, al dueño del establecimiento para pronunciar sólo dos palabras:
- Tengo hambre.
- Siéntate en la barra – oí que le contestó y, unos pocos minutos después, le sirvió un plato rebozado de comida y una botella de agua.
El chico comió sin prisas pero sin parar, hasta dejar el plato completamente limpio y, con la naturalidad que percibí en él desde el primer momento, volvió a dirigirse al dueño, pronunciando otras dos palabras:
-         Muchas gracias- después de lo cual, dio media vuelta y se marchó.
Yo me quedé absorta y no puedo explicar lo que sentí.  Era como si una voz interior me dijera: “esto es parte de la Navidad; personas que de verdad tienen hambre y otras que no dudan en darles de comer”.
Todas la Navidades son diferentes, todas tienen algo que las hacen especiales; la de este año 2011 quedará para siempre en mi memoria y en mi corazón, marcada por esta vivencia que he querido compartir con ustedes: ¡Feliz Navidad!

jueves, 15 de diciembre de 2011

LA HABITACIÓN DESOLADA de Mª Dolores Fernández Cano

LA HABITACIÓN DESOLADA  




Soy una habitación vacía, triste y me siento desnuda ya que mi antigua inquilina se mudó el mes pasado y me despojó de todo lo que tenía, dejando en mí tan sólo un viejo felpudo para darme color y dos botellas de agua para saciar mi sed.
Pese a todo, tengo la esperanza de que un día se abra mi puerta y entre un nuevo huésped que me proporcione alegría.  Seguramente él pintará mis paredes de bonitos colores y me decorará con un moderno y acogedor mobiliario, colocando en mi gran ventanal un lindo visillo para proteger mi intimidad y la suya.  Entonces, volveré a ser feliz y disfrutaré como nunca su grata compañía.





miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL REGALO de Elda Díaz

EL REGALO

Mis hijos me hicieron un regalo que nunca me hubiera imaginado.  Estoy encantada con él pues hace de todo y me ayuda muchísimo en mis tareas.  Yo sólo tengo que cargarlo en la noche y él ¡a trabajar por las mañanas!.  No cambio por nada a mi robot.

SECRETOS de Edelmira Linares García

Eran las diez de la noche cuando llegaron al aposento.  Yo los esperaba, como siempre, pero esa vez fue diferente.  Estaban distantes, cada uno en su mundo, removiendo cada cual sus pensamientos sin siquiera percatarse de la presencia del otro.  ¿Qué pasará?, me preguntaba.  Me intrigaba su silencio, y yo, que siempre había sido fiel y mudo testigo de sus encuentros, fui una vez más la cama con  ocultos  secretos.

MONTAÑA de Teresa Jiménez


MONTAÑA


Soy una montaña grande que da sombra a muchos caminantes que, a mis faldas, pasean entre  flores y plantas en busca de senderos nuevos.  Se salvan porque aún no ha surgido de mí el volcán que llevo dentro.

EL ZAPATO SOÑADOR de Mª Dolores Fernández Cano

                                                   
                                                        EL ZAPATO SOÑADOR

Soy un zapato de fantasía con tacón alto e incrustaciones de piedras preciosas.  Mis compañeros y yo estamos buscando unos pies finos y distinguidos que nos calcen para llevarnos a bailar toda la noche los valses de Johan Straus, hasta que suenen las doce campanadas en el reloj del salón y los agotados pies nos transporten a nuestro hogar en un deportivo rojo, para descansar en una caja de cristal.

sábado, 3 de diciembre de 2011

LA HUCHA de Amalia Jorge Frías

LA HUCHA


¡Qué feliz soy cuando oigo los pasos de Elda y Amalia!. Cuando se acercan e introducen monedas en mi interior, me estremezco de emoción al sentir su contacto.  Algunas veces, también echan billetes pero esos me gustan menos porque ¡son tan fríos y malolientes!.  Claro que tengo que aceptarlos porque les he oído decir lo importante que yo soy para ellas ya que por guardarles el dinero, podrán realizar su sueño.
Hoy debe ser un día muy especial porque están más contentas que de costumbre y siento como Elda me ha cogido en sus brazos.  Sí, sé que mi fin se acerca pero, no importa.  Finalmente he realizado la misión para la que fui creada y he sido partícipe de sus ilusiones.



EL BOLSO de Mary Rancel


EL BOLSO

Soy un bonito bolso; no sé si debo sentirme orgulloso por ello o, por el contrario, defraudado. Antes, habían pensado confeccionar con mi piel suave y aterciopelada, una exquisita maleta de viaje;  una de esas maletas maravillosas e inimitables.  Debía ser única y exclusiva, de línea sencilla, a la par que elegante. ¡Me hubiera gustado tanto conocer mundo! pero..., aquí surge el problema.  Mi piel era insuficiente para el tamaño deseado por la persona que la encargó (la quería de una sola pieza).  ¡Cosas del destino!, no le interesé para  un bonito bolso de viaje aunque...¡ me hubiese hecho tanta ilusión!.  Ahora, heme aquí , en la vitrina de un escaparate de una lujosa tienda de la ciudad, esperando a que alguien se fije en mí y me lleve a su casa.  Cuando lo haga, daré sentido a su vida porque ¡estoy requetebién!, sin lugar a dudas.