martes, 29 de enero de 2013

LAS ONCE LÍNEAS de Edelmira Linares





No daba crédito, me parecía inverosímil.  No es posible que pueda, en tan sólo once líneas, plasmar todo lo que he vivido y disfrutado en estas vacaciones.  Tendría que dedicar una línea por día y eso es, simplemente, imposible.  Así que, visto lo visto, guardaré mis vivencias para otra mejor ocasión, en la que pueda deleitarles con mis escritos, que como saben todas, son de lo mejor.

LAS ONCE LÍNEAS de Amalia Jorge Frías





No sé qué pasa en mi mente que está dormida.  Las once líneas que nuestra profesora Isabel nos ha pedido, hoy se me hacen enormes, muchas más de las que escribo habitualmente y las ideas se me escapan sin poderlas atrapar.  ¿Será agotamiento mental?  No lo sé.  De lo que sí estoy segura es de que no es falta de ilusión, de eso, si cabe, cada día tengo más y espero con ansiedad que llegue el miércoles para intentar sumergirme en el mundo maravilloso , y a veces irreal, de la palabra, llámese poesía o narrativa, y de poderlo compartir con ustedes.

LAS ONCE LÍNEAS de Candelaria Díaz





¿Cómo relatar en once líneas lo que está pasando en esta mi querida España?  Estos políticos se han pasado, son unos in-corruptos. Y nosotros estamos con la boca abierta, un día sí y el otro también.
Siempre decimos que esas cosas son temas de mafias, pero ¡menuda fauna humana y bonito panorama!.  Como dice el mago de mi tierra:
-¡Mire, cristiano! Me extraña que se derrame el caldo y las papas no.
Los periodistas si que tienen noticias para publicar con tantos casos de sacos llenos y a esto no se le ve el final. ¡Dios nos coja confesados!

ONCE LÍNEAS de Elda Díaz





Yo tuve seis niños que ya crecieron.  De pequeños, eran como todos los niños, aunque la segunda era más mimosita.  Siempre estaba llorando.  Sería tal vez porque, al haber tantos niños, no la atendíamos como ella quería.  Alguna vez se ponía pesada y me repetía “hazme lo que me hiciste ayer”.  Se refería a alguna gracia que le había hecho para calmarla, pero yo no lograba acordarme y le decía “mi cielo bonito” y ella contestaba “eso no es”, entonces “mi niña bonita”, y “eso tampoco”. Y seguía “mamá, límpiame las lágrimas” y yo se las limpiaba, “¡que así no era!... Desquiciada, yo le daba una nalgadita de nada y, de pronto,  a ella se le quitaba todo y yo…, yo ya he cumplido con mis once líneas.

LAS ONCE LÍNEAS de Carmita Díaz





Cuando fui a la estación a coger el tren París – Roma, avisaron por megafonía que venía retrasado a causa del temporal de lluvia y viento que había dañado once líneas ferroviarias.  Me armé de paciencia y me senté en un banco, junto a una señora que iba a coger el mismo tren.  Nos pusimos a hablar.  Ella iba a Roma a cuidar a una hermana que estaba enferma.  Yo le conté que había ganado el premio de un viaje y que me había decantado por Roma. 
Ambas nos contamos la historia de nuestra vida más inmediata y,
 cuando las once líneas se arreglaron, las dos marchamos rumbo a Roma, mucho más optimistas.

lunes, 28 de enero de 2013

LAS ONCE LÍNEAS de Lucía Hernández





     Si en vez de ser once, fuesen siete, podría hablar algo sobre las siete Islas Canarias y me resultaría  más fácil.  Nuestras islas son muy bonitas y muy productivas.  En ellas se cultivan plátanos y muchas cosas más.  Son muy visitadas por el turismo y aquí vienen barcos de varias nacionalidades, aunque también lo hacen por líneas aéreas. Los turistas pasan días muy agradables en nuestra tierra y cuando regresan a sus países van morenitos pues les encanta tomar el sol.  Todo el mundo sabe que las islas son una belleza y todo el que las visita se enamora de ellas.  

LAS ONCE LÍNEAS de Natividad Morín





El chico está en clase de inglés.  Tiene un examen.  No se le da muy bien esa asignatura o no estudia lo suficiente, pero él confía en aprobar porque lleva una chuleta en un lugar estratégico.  No dice dónde para que no se copien los que lean este relato.  Empezó el examen. 
Está sentado en un extremo del aula para evitar las miradas del profesor.  Su estrategia no funciona.  
El profesor se acerca y le dice que salga de clase. ¡Estás suspendido por copiar!, de nada te han servido las once líneas de este relato.

LAS ONCE LÍNEAS de Elvira Martín






Intento hacer un relato sobre la niñez en once líneas.  Tengo pues, que asistir a un parto y contemplar el nacimiento de un niño para sentir esa sensación única. Es como si la habitación donde estamos se llenara de magia y un derroche de sentimientos como alegría, tristeza, amor, esperanza, revolotearan en torno a la criatura.  Yo me quedo con estas once últimas palabras: “Lo mejor de todo es escuchar  un niño reír a carcajadas".

LAS ONCE LÍNEAS de Teresa Jiménez





Estas once líneas podrían haber sido las del autobús, pero mejor voy a hablarles de los once colores de mi arcoíris.  Sí, ya sé que son siete, sin embargo, si le
 ponemos el negro –que creo que no está, a pesar deque hay días muy pero que muy negros y que, como decía la canción de Antonio Machín, también tienen derecho – ya serían ocho.  Los tres restantes los vamos a combinar como más nos guste  y ya tenemos las once que, con la que está cayendo, mejor once que siete y ¡a vivir lo nuestro!.



LAS ONCE LÍNEAS de Luisa Delgado Bello





Las once líneas que más ilusión me han hecho en toda mi vida, fueron aquellas que leí cuando me llegó la primera carta que mi novio me envió al partir, por segunda vez, a Venezuela.
Algunas veces, había pensado en la posibilidad 
de que él no regresara nunca más a las islas, 
pero volvió.  Su marcha fue en marzo y, 
fue tan rápido su regreso, 
que vendió todo lo que tenía allá y en agosto
ya estaba de vuelta. 
En aquellas líneas me decía que no podía vivir lejos de mí. 
Él era el amor de mi alma.





LAS ONCE LÍNEAS de Dolores Fernández Cano





     Sintiéndome embargada por la nostalgia y la melancolía,
 en once líneas, voy  a   mis reflexiones.  Sola recorro los 
senderos del día a día, sin el cariño de mi familia, carente
de unas palabras de consuelo, pero no pienso desfallecer. 
    Sigo luchando contra viento y marea, sacando fuerzas 
de lo más hondo de mi ser. 
     Así  me ha tocado vivir  esta  penitencia, impuesta por
 las circunstancias. 
 A pesar de todo, continúo resistiendo valerosamente, 
con toda dignidad  y  mucho ánimo, hasta que me llegue el 
ocaso de la vida.