sábado, 30 de marzo de 2013

TESÓN Y VOLUNTAD de Mary Rancel




Esta historia es real y dio comienzo hace unos cuarenta años.  Fue entonces cuando conocí a su protagonista.  Yo llevaba poco tiempo casada y ella también.  Vivíamos en la misma zona y nuestros maridos se conocían desde hacía bastante tiempo, así que entablamos una relación de amistad que aún perdura.
La persona de quien les hablo es la mayor de seis hermanos; tres chicas y tres chicos.  Sus padres siempre se preocuparon por la educación de sus hijos; de hecho, a todos le dieron la oportunidad y las herramientas necesarias para que estudiaran y sacaran una carrera, salvo a mi amiga que, por ser la primera en nacer, fue un poco madre del resto del sus hermanos.  Eso sí, su madre le enseñó a llevar la casa perfectamente y también hizo que recibiera clases de corte y confección, hasta obtener el título.
Esta amiga, portadora de una voluntad de hierro, tesón y confianza en sí misma, quiso forjarse un futuro mejor y no se conformó con sus estudios primarios.  Siendo sus dos hijos pequeños, amplió sus conocimientos por radio ECCA, hasta lograr sacar el bachillerato, compaginándolo con el cuidado de su hogar.  Incluso daba clases de corte y confección a un grupo de alumnas en su casa.
Pasado un tiempo, se presentó al acceso a la universidad para mayores de veinticinco años y fue admitida.  Hizo la carrera de Magisterio, ejerció después su profesión, impartiendo clases en escuelas de primaria en diferentes pueblos de la isla.
Hoy en día, está jubilada y es una feliz abuela que se siente realizada en su vida profesional y familiar.  Con esfuerzo y voluntad consiguió su objetivo: tener una carrera como el resto de sus hermanos.




SOÑAR de Carmen Margarita





SOÑAR   

Cuántos sueños truncados
Cuántos sueños vacíos
Cuántos sueños sin ilusiones
Cuántos sueños oscuros.
Aún así, seguiré soñando.
Soñando hasta que mis sueños
sean claros y alegres
como amaneceres
de primaveras floridas.
Entonces empezaré a vivir,
a sentir,
a soñar
con la felicidad.




SINGULAR INVITACIÓN de Luisa Delgado Bello






A doña Elisa siempre le había gustado presumir de los años que tenía y los pregonaba a los cuatro vientos, pero llegó el momento en que se cansó de hacerlo.  Aquel día era su aniversario y aprovechó que ya todos dormían y, para no revelar su edad, la muy presumida, envió junto a las invitaciones para el cumpleaños, un texto muy singular.
A ella le encantaba organizar grandes fiestas y también que le hicieran regalitos propios de ese día, así que encontró la fórmula perfecta.  Ese día, envió a sus amigas unas simpáticas tarjetas con un texto que decía así:

Le invito a usted a mi enésimo cumpleaños




jueves, 28 de marzo de 2013

UN LIBRO LLENO DE MAGIA de Paula Lugo






Entré de puntillas al libro que quería terminar de leer, porque sabía que si se daban cuenta, me llamarían la atención por quedarme leyendo hasta el amanecer.  Aquel era mi libro favorito y en aquel momento lo era todo para mí.  Era como si estuviese encantado, como si fuese mágico y me llevara con él…, a vivir mil aventuras hasta que… amaneció y volví… de puntillas, como me había ido.  ¡Qué gusto me di!.

EL LIBRO de Elda Díaz


   




Entró de puntillas al libro, una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y empezó a leer la historia sobre algo que había ocurrido en la guerra civil española.  Le pasó a una chica que estaba casada y que tenía dos niños.
Un día, llamaron al esposo para ir al frente, luego de lo cual estuvo bastante tiempo sin saber de él, hasta que le dieron por desaparecido y más tarde por muerto.
Pasado el tiempo, ella rehízo su vida y se volvió a casar.  Tuvo cuatro hijos del segundo matrimonio y, cuando los niños crecieron, un buen día apareció el primer esposo.  La mujer casi enloquece, pues la sorpresa fue tremenda y después de ella, la encrucijada en que se encontraba era terriblemente dura.  Ella estaba muy enamorada de su segundo esposo y no sabía qué hacer.  Las autoridades le indicaron que hiciera lo que creyera conveniente y, finalmente decidió quedarse con su segundo esposo.  No lo quiso dejar porque su vida estaba hecha y pensó que para detrás ni para coger impulso.
Terminada aquella interesante historia, cerró el libro y, ahora sí, se acostó a dormir.



LA HISTORIA DE ÓSCAR de Carmita Díaz






Aprovechó que ya todos dormían y se puso a leer un libro.  Se metió de lleno en sus páginas y, cuanto más leía, más pena le daba.
Óscar era un gatito pequeño, muy bonito.  A medida que iba creciendo, su cola se le veía más linda, como la de un gato siamés.  Irene lo había encontrado en un jardín, una de las tantas mañanas en la que sacaba a su perra a pasear.  Descubrió que aquello que olfateaba la perrita, era un gatito malherido.  Lo llevó al veterinario y éste le advirtió que estaba muy mal pues había recibido un golpe en el hígado.  Se lo llevó a casa con los medicamentos que le habían recetado, y lo cuidó con tanto esmero que el gatito se fue recuperando.
Un mal día, Óscar desapareció.  Unos cuantos meses pasó Irene buscándolo, hasta que una tarde apareció en el mismo jardín donde lo había conocido.  Estaba sucio, lleno de tierra y hierba sus patas y muy enfermo pues había permanecido demasiado tiempo sin su medicación.
El veterinario corroboró que estaba muy mal y lo dejó hospitalizado por dos días.  Irene iba a verlo varias  veces; mañana, tarde y noche,  hasta que el veterinario dejó de darle esperanzas.
-¡Vaya putada le vas a hacer a tu dueña! –escuchó que le decía al gatito.
Así fue, Óscar murió y fue enterrado en el jardín donde apareció.
El lector cerró el libro antes de que dos lágrimas cayeran sobre él.



CAMBIAR LA HISTORIA de Dolores Fernández Cano



Entró de puntillas al libro, una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y empapeló su alma con las sedosas hojas de aquel libro histórico, devorando página a página sus frases impresas que iban desgranando la belleza, armonía y glamur de María Antonieta; ¡una mujer fascinante!.
Él, un modesto hombre, se veía en los salones de su palacio, bailando con ella, ciñéndola por su estrecha cintura, marcando, al mismo tiempo, los pasos de un vals vienés.
Gran mujer; enérgica, pícara, aunque tal vez la delataba su imprudencia.  Aunque estuvo encerrada en el Temple, envejeció con dignidad, celebrando su último cumpleaños a la edad de 105 años. ¡Qué vejez tan prodigiosa! Hasta en eso se destacaba de las demás.
Salió del libro, como había entrado, de puntillas, orgulloso de haberla salvado de la guillotina.


LA MORALEJA de Edelmira Linares





Aprovechó que ya todos dormían para volver a leer un viejo cuento.  Eran tres cerditos llamados Jesús, Juan y Pedro.  De los tres hermanos, solo Pedro era trabajador y ahorrador, e intentaba darle buenos consejos para que todos prosperasen.  Jesús empezó a hacer una casa pero se gastaba todo en irse de juerga por lo que la hizo de paja.  Su hermano Pedro le advirtió que se derrumbaría.  Juan también quiso hacer la suya, pero se gastaba todos los ahorros en viajes y lujos, y la hizo de cartón.  Pedro también le advirtió que se derrumbaría.
Pedro, mientras tanto, seguía ahorrando y sacrificándose para hacer una casa fuerte y firme, e incluso pidió un préstamo para poder terminarla.  El tiempo pasó y las casas de Jesús y Juan se cayeron, por mal hecha.  Sin embargo, el gobierno les dio una nueva casa a cada uno de ellos porque no tenían donde vivir.
A Pedro, el banco le embargó la suya porque dejó de pagar unas cuotas, por ayudar a sus hermanos, así que visto lo visto y comprobados los hechos, la moraleja que de ello podemos sacar es: ¡no te compliques y vive la vida!.




miércoles, 27 de marzo de 2013

EL LIBRO de Mary Rancel



Entró de puntillas al libro, una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y, sigilosamente, se adentró en el cuento, el que tantas veces le contaron de pequeña y que no le acabó de gustar nunca porque había en él ¡tanta envidia y maldad!.
Pronto descubrió que, la madrastra de Blancanieves no era tan mala –era una leyenda urbana-, había querido y mimado a la niña desde pequeña.  Era cierto que la reina era muy hermosa y Blancanieves también era muy linda, pero no existían celos entre ellas.  El culpable de todo fue el dichoso espejito mágico, que era un pícaro redomado, amigo de crear conflictos.  Siempre fue un incordio e improvisaba historias turbulentas que jamás habían existido y que algunas personas creyeron.  Todo lo que él relataba era pura invención.
Lo de los enanitos sí fue real, pero no de la forma en que nos lo han contado.  Blancanieves les conoció durante una excursión al bosque y se hicieron amigos.  Su madrastra la acompañaba ese día y, posteriormente, ambas les llevaron de regalo exquisitas manzanas para que comieran todos.  Ellos las saboreaban y se relamían del gusto.
Al espejito mágico lo mandaron a enterrar a un lugar profundo y aislado, por mentiroso y amigo de organizar líos.



TELATIJERA de Paula Lugo




El día que me hice el disfraz, la tela parecía cortar. Aunque era difícil, pensé vestirme de tijera; cubrir mi cuerpo con aquella tela metálica dejó en mí marcas de risas y recuerdos de buenos tiempos.

LA VIDA DE BRIAN de Teresa Jiménez






Entré de puntillas en la película, una noche de abril.  Aproveché que ya todos dormían y me metí en La vida de Brian, que no era otra que la de Jesucristo.  Me pareció que la reflejaban de guasa porque terminó casándose con Magdalena y hasta tienen hijos y problemas como los de cualquier padre de familia.  Está basada en un libro que creo fue retirado por orden de la iglesia.  A mí no me gustó ni la película porque todo era falso y mucho menos el final porque no acabó bien.  Volví a salir de la película de puntillas, tal como había entrado,  y me puse a escribir esta reseña.

BAJO EL ESPINO BLANCO de Teresa Darias






Entré de puntillas al libro, una noche de abril.  Aproveché que ya todos dormían y empecé a leer una historia muy bonita, que según su autor, era real.
Una joven china muy inteligente, fue enviada a estudiar a unas aldeas; era lo habitual en la época del presidente Mao.  Allí conoció al que fue su primer y único amor, de una clase distinta a la suya.  Lucharon por su amor y, aunque era difícil siguieron adelante.  Por distintas circunstancias, se veían poco y cada vez menos.  Cuando se encontraban, ella notaba que él estaba cada vez más delgado, pero él no le daba importancia hasta que, después de un largo tiempo sin verse ni saber lo que pasaba, la joven recibe una carta del padre de su enamorado, pidiéndole que fuera a verle. Lo que ella no imaginaba es que él estuviera agonizando debido a una leucemia.  Él deseaba morir cogido de su mano y así fue.  Cayendo dos lágrimas por su rostro y con las manos unidas, se fue.
A mi no me gustó el final, la verdad, le hubiera dado otro más lleno de esperanza pero así lo leí y así lo cuento.





LA BELLA DURMIENTE de Natividad Morín





Entró de puntillas al libro, una noche de abril.  Aprovechó que ya todos dormían y, sigiloso, se adentró en la historia para cambiarle el final.
 La bella durmiente, al pincharse con un huso, quedó dormida, pero su hada madrina dijo que despertaría pasados cien años, cuando un príncipe le diera un beso.  Los padres estaban desesperados porque transcurridos los cien años, el príncipe no llegaba y temían que el hada madrina se hubiera equivocado.
Un día, vieron aparecer a un joven, montado en su caballo y los guardianes de la bella, lo llevaron para que la viera y le diera un beso.   El príncipe no quería.
-¡Estoy prometido con otra princesa y  la amo! –decía el joven.
Pero tanto insistieron que, finalmente, se acercó a la urna donde estaba la durmiente.  El príncipe se agachó para darle el beso y al hacerlo, dio un grito de terror y salió corriendo; montando su caballo, desapareció.
Cuando se acercaron para ver que había pasado, vieron que la bella ya no lo era.  El hada madrina se había equivocado con los apuros y la durmiente era una anciana de más de cien años.


CURRICULUM VITAE de Amalia Jorge Frías





Creo que se me puede considerar una mujer trabajadora.  Siendo la única chica que había en mi casa, desde muy temprana edad, tuve responsabilidades superiores a las que me correspondían.  Cuando tenía dieciocho años, me presenté a una convocatoria que hizo Cáritas Diocesana para trabajar en las parroquias y me enviaron a Taco.  Allí estuve tres años, luego seis meses en Cáritas de San Francisco, hasta que me casé.
Durante catorce o quince años, por decisión propia, quise ejercer sólo de ama de casa, dedicada por completo al cuidado de mis cuatro hijos y todo lo demás que eso conlleva, hasta que éstos me fueron necesitando cada vez menos, por lo que empecé a trabajar en lo que más me gustaba, que era la venta directa por catálogo.
Mi marido me necesitó y, sin pensarlo dos veces, dejé todo y me lancé a una aventura nueva y desconocida para mí; durante dieciocho años fui su habilitada y los dos formamos un buen equipo.  Luego, conocí una empresa de venta directa que se llamaba Ibernox y me dediqué por completo a ella.  Y así pasé otros veinte años, hasta que cumplí los sesenta y cinco y me llegó la jubilación, y con ella, el ansiado “descanso”, entre comillas, que como tantas mujeres trabajadores de mi época, me tenía merecido.