viernes, 21 de febrero de 2014

ERAN OTROS TIEMPOS De Paula Lugo





Recuerdo, hace años, usar un teléfono de disco. Marcaba el número metiendo el dedo en un agujero que estaba en el aparato.
Pasaron los años y, un día, me trajeron uno de teclado, parecía una calculadora.
Hoy ya no usamos casi los teléfonos fijos, sino   los teléfonos móviles.  La gente ya no recuerda aquellos tiempos donde la gente devolvía las llamadas cuando podía, cuando llegaba a casa.
Hoy todo es inmediato, todo es instantáneo, parece que hay que responder siempre las llamadas.

Eran otros tiempos aquellos donde hablábamos con calma por teléfono, cuando llegábamos a casa y respondíamos las llamadas… sí oíamos…


IMPLACABLE De Luisa Delgado Bello





La vida nos pone a prueba continuamente con sorpresas muy gratas, que acogemos con entusiasmo y sabemos exprimir, y otros menos favorables.
En este último caso, la actitud que tomamos frente a ellas es decisiva para darles un giro a nuestro favor y salir reforzados de ellos.
El apoyo incondicional de nuestra familia y amigos son el mejor escudo para impedir que hagan mella en nosotros y la mejor defensa para superar  que el tiempo pasa implacable.



ERAN OTROS TIEMPOS De Luisa Delgado Bello







Eran otros tiempos, ya no podemos hacer lo que hacíamos antes, las prisas, la necesidad de quererlo todo al instante y la auto exigencia laboral y personal que nos imponemos acaban pasándonos factura. Esto deriva en una serie de preocupaciones que pueden acabar convirtiéndose en el centro de nuestras vidas. Ponerle remedio es más fácil de lo que parece. Dedicar una parte de tu tiempo a hacer cosas que te gusten y te aporten un beneficio personal es una manera muy saludable y divertida de despejarte.


EL ENCUENTRO De Dolores Fernández Cano





Sentada en el cómodo sillón, Laura procede a leer, con sus gafas progresivas, la tarjeta recibida.
Se trata de una invitación de la promoción del 68, que va a reunirse con la intención de rememorar recuerdos y anécdotas vividas durante el estudio de la carrera universitaria.
Laura reconoce que el tiempo ha pasado, implacable, para ella. Se observa en el espejo, contemplando las canas en los lacios cabellos,  a la vez que se refleja en su rostro la sequedad de la piel, marcada por las arrugas. Ante su desconcierto, siente la necesidad de acudir al salón de belleza. Mira a través de la ventana, contemplando el cielo plomizo, que anuncia lluvia.  Enfundada en su gabardina azul eléctrico, colgando de un hombro el bolso en bandolera, sale al exterior. Recorre a toda prisa, con sus gastadas botas, la avenida neoyorquina, que en las primeras horas mañaneras, se encuentra atestada de viandantes, dirigiéndose a sus trabajos o menesteres. Su intención es llegar a la peluquería lo más rápido posible, pues luego tiene que buscar una boutique para comprar un vestido, ya que en su fondo de armario, no encuentra el modelo adecuado para la ocasión.
Laura cuenta en su haber con dos objetivos con los que luchar. Uno es, la implacabilidad del tiempo, y el otro, las memeces de las ex-compañeras de universidad.




IMPLACABLE De Natividad Morín





El muchacho cumplirá dieciocho años dentro de unos días; está deseando que llegue ese momento porque su padre le prometió un gran regalo. El chico espera un coche.
Los días pasan y al fin llega la tan deseada mayoría de edad. Cuando Alejandro, que es su nombre, se levanta va  a la ventana para ver el regalo que su padre le prometió. Se queda asombrado, en la calle ve el coche de su padre y detrás de él un remolque con una lancha de motor: ¡ese era el regalo! ¡una lancha!
-¡Papá, yo quería un coche, todos mis amigos lo tienen! –le dice el joven-  ¿Qué hago con un barco?
-¡Invita a tus amigos y  dan una vuelta por el muelle y los alrededores, para que practiques! –le contesta el padre- ¡Es más divertido!
El muchacho  se anima e invita a dos amigos para estrenar el barco. Su progenitor le recomienda que tenga cuidado, el mar es traicionero. Los jóvenes están disfrutando y no se dan cuenta de que se alejan demasiado.  De pronto, se para  el barco, no arrancaba el motor. Están asustados, el tiempo pasa implacable, se hace de noche. Milagrosamente, suena el móvil de Alejandro.
- Es mi padre, estamos salvados!
Le cuenta lo que está pasando
- ¡Tranquilízate, ya voy a recogerlos! –le anima el padre-.
 La espera se hace eterna y el padre, al llegar,  le echa la bronca; le advierte que no le dejará la lancha, hasta que sea más responsable.


OTROS TIEMPOS De Elda Díaz






Eran otros tiempos, pues en los años 40 la crisis era bastante grande, lo que pasaba es que no era como ahora: antes, cuando  los niños decían quiero esto y la madre decía no hay,  todo el mundo se callaba. En casa éramos tres hermanos y en época de Reyes, mi madre se las veía y se las deseaba para ver qué nos dejaba. Aquel  año fue especial, pues compró un número de rifa para una muñeca  grande preciosa que caminaba y ¡se la sacó!. Casi nos volvimos locas pues la que la podía coger era yo que era la mayor y mis hermanas también la querían.  El problema  duró un día, pues el segundo, mi madre vendió la muñeca y nos compró tela para hacer un traje para cada una y también le alcanzó para unas sandalias.  Sí, es verdad,  eran otros tiempos.



ACTITUD De Amalia Jorge Frías.







Muchas veces inútilmente, nos amargamos por los imprevistos que se nos presentan en la vida, sin detenernos a pensar que, en el ochenta por ciento de los casos, la solución no está a nuestro alcance. Siempre nos empeñamos en encontrar la explicación de todo, sin darnos cuenta de que lo que nos sucede no es “por algo” sino “para algo” y, si tenemos paciencia, algún día lo veremos claro, porque es el tiempo el que nos dirá la última palabra.


SUBIR LA CUESTA De Antidia Iraida






Nada más verla, Antidia creyó que no podría subirla..., pero al mismo tiempo la voz de su otro yo repetía en sus oídos, el mundo no es de los cobardes, no tires la toalla antes de intentarlo, sabes que peores cuestas has subido y has llegado arriba, así que manos a la obra, échale mano al ingenio. Lo primero que pensó fue en hacerlo de prisa; para ello se dijo voy a subirla en patinete, pero pronto se dio cuenta de que no era buena idea: lo que pronto sube, antes de lo que piensas, baja. Vamos despacito, paso a paso tardarás pero llegarás, total tienes treinta días para remontarla. Cada momento te va enseñando cómo tienes que hacerlo. Si los montañeros escalan el Everest, que es más difícil, cómo no lo vas a hacer tú. Paso a paso, centímetro a centímetro, lo disfrutaba con orgullo y satisfacción de verse capaz de lograrlo como cualquier reto que se le ponga por delante, y al fin, en menos tiempo de lo que pensaba, clavó su bandera en la cumbre del mes, para celebrar que lo había conseguido, y no fue tan duro como pensó al principio.


SUBIR LA CUESTA De Teresa Jiménez


Nada más verla, Teresa creyó que no podría subirla, pero confió en su fuerza de voluntad y lo consiguió. Es la cuesta de la vida y no lo ha hecho mal del todo porque  es fuerte. Alguna vez estuvo a punto de rendirse y, afortunadamente,  no tiró la toalla y hoy se sabe justa, sincera, en resumen: buena gente.
Aunque dicen que eso lo tiene que decir los demás, a ella no le vale porque hay muchas opiniones y la marcarían.  Para ella es suficiente la suya y así es como ha logrado subir la cuesta, lo ha hecho y al final es lo que cuenta.

¡Ánimo, Teresita, sigue así!.


ERAN OTROS TIEMPOS. De Lucía Hernández



Yo también, en otro tiempo,
Tuve una madre querida
Que pan y calor me daba
Y consuelos, y caricias.

¡Que bonito es recordar a una madre!
Sabemos que pasamos muchas etapas en la vida, unas mejores y otras no tan buenas, pero vivimos en un mundo en el que sufrimos muchos cambios. Cuando somos pequeños, todo nos parece bueno y bonito, pero con el tiempo la vida nos va dejando desengaños.
En estos tiempos que corren, la situación se presenta muy complicada porque nuestra nación, no está muy claro el motivo, no va muy bien. Tal vez sea porque somos muchos y hay una canción que dice:

Todos queremos más, todos queremos más y más y más y mucho más

Y  todos los que han podido, han llenado sus bolsillos, sin sentir pena de ver a mucha gente buscando en la basura: ¡esto es muy grande!. Hace unos años, no se veía esto, la situación marchaba de otra forma, por eso tenemos que recordar los tiempos pasados, eran más suaves y se vivía mejor que ahora, sólo nos ha quedado el recuerdo de las épocas pasadas, pero…así lo iremos pasando hasta que Dios quiera.



martes, 18 de febrero de 2014

SIN MIRAR ATRÁS De Amalia Jorge Frías





Rosario se había levantado esa mañana llena de ilusión y con mucha energía; ¡qué lejos estaba de imaginar lo poco que iba a durar su alegría!. Tocaron a la puerta, y al abrir, se sorprendió al ver a su novio tan temprano: vengo a buscarte para ir a dar un paseo porque quiero hablar contigo, fueron sus primeras palabras de saludo. Ella se quedó entrecortada, le dijo que esperara un momento para decírselo a su madre y acto seguido sin cambiarse el traje azul que llevaba y soltando el libro que en aquel momento había cogido para limpiarle el polvo, se dispuso a salir con él, a pesar de lo impropio de la hora.
Su corazón empezó a latir más deprisa, mientras esperaba que se decidiera a hablarle; presentía que algo muy grande iba a cambiar el curso de su vida. Por fin, él, armándose de valor, le dijo he recibido esta carta de mi madre donde me comunica que mi padre ha muerto, por lo cual yo me tendré que marchar a Canadá para hacerme cargo de sus negocios, pero no podré hacerlo si tú no me acompañas, ya que eres lo más importante en mi vida, y sin ti no sería capaz de emprender esta gran aventura.
Rosario respiró y su corazón empezó a normalizarse de todos los pensamientos que había tenido en esos instantes, ese era el más maravilloso de todos.

Y sin contar con nadie y sin mirar atrás, le dijo que sí, que ella iría con él y juntos crearían la vida que habían soñado.


SENTIMIENTOS De Carmen Margarita





Sentimientos,  ¡qué bonita y extensa palabra!, significa tantas cosas; nostalgia, amor, ilusión, desilusión, alegrías y tristeza. Yo me pongo a reflexionar y a mis sentidos me vienen recuerdos de amor, desamor, desilusiones. Cuando digo me dejaste con los sentimientos rotos es que los sentidos se oscurecen de agonía, pero de ese dolor se aprende mucho y nos ayuda a levantarnos y a borrar esa dolorosa agonía y seguir con más fuerza para luchar por los avatares que nos tiene reservada la vida. Y así será por los siglos de los siglos…


LLUVIA De Mary Rancel.





El niño irrumpe en la estancia como una exhalación dirigiéndose  a su madre que se encuentre abstraída, -está elaborando un importante proyecto para su trabajo- y, le dice a grito limpio:
-¡Mami corre!, ven a la terraza para que lo veas. ¡Aprisa! Se puede terminar y te lo vas a perder.
-¿Qué modales son estos hijo? Por favor, explícame que está pasando para entender tu conducta. Comenta la madre airada.
El niño, ignorando las palabras de su madre, le tira de la mano y hace que se levante del sillón como un resorte, mientras la arrastra con todas sus fuerzas hasta llegar a la terraza y, señalando al cielo, exclama:
-¡Mira mami!, llueven bolitas de hielo ¿A que no lo habías visto nunca?
La madre sonríe entre comprensiva y divertida, estrecha al pequeño entre sus brazos y con ternura le explica:
-Es un fenómeno natural precioso; tienes razón al querer mostrármelo, gracias cariño. Hace una pausa y añade:
- Esto es una lluvia de granizos, agua congelada que se ha escapado de una gran nube oscura; el hielo pesaba tanto, que tuvo que salir al exterior en forma de bolitas congeladas, llegar hasta la tierra y brindarnos esta danza prodigiosa. La realidad, es que nunca había disfrutado de una lluvia que me proporcionará tantas emociones como esta. ¡Es la más bonita que he podido contemplar!; te lo debo a ti, tesoro mío.
Ambos regocijados disfrutaron del espectáculo; fue un recreo entretenido y lleno de encanto. La madre olvidó su trabajo y el hijo gozó de su progenitora durante toda la tarde, cosa que no solían hacer de forma habitual.
Esta maravillosa lluvia, fue un pretexto perfecto para propiciar el juego entre madre e hijo, que por las condiciones de la ajetreada vida no podía pasar con la frecuencia deseada.




CUANDO SALE EL SOL De Candelaria Bacallado.





El tren continuaba su tránsito por aquel paraje inhóspito;  aturdida por el cansancio, traté de interesarme por el lugar. Se vislumbraba el amanecer, dándole colorido a aquel prado donde pastaban los rebaños de ovejas, guiados por dos perros.
A punto de llegar  a la estación, animada por la visión del paisaje, pensé en Raquel, no se imagina que voy a sorprenderla; este año no me espera , pensará que estaré ocupada con el Congreso.

Bajo del tren y me dirijo  a su domicilio, ya en la puerta me asalta una duda. Toco el timbre, mientras miro la caja de bombones. Nadie acude a la llamada; mi duda se confirmó.


MIL RAZONES De Teresa Jiménez


    


Mil y muchas más razones para aguantar, mes a mes, y poder llegar a esa montaña llena de sentimientos buenos y malos que la vida te va proporcionando a lo largo de tu existencia, pero como se dice ahora,  ¡es lo que toca!.
De nada sirve rebelarse. Únicamente hubiese pedido que no me hicieran tanto daño porque, aunque lo soportes, te deja tocado.  Dios quiera que el final sea suave, porque te tiene que llegar. ¡Que no te hagan daño por mil razones que tengan!.




CASO PERDIDO De Dolores Fernández Cano





Me encuentro conduciendo mi coche, un Ford de color rojo, voy camino del Juzgado. Ustedes se preguntarán, ¿quién es éste?. Tienen toda la razón, no me he presentado como es debido. Me llamo Casto, pero no se preocupen, no hago honor a mi nombre.
Soy un hombre muy conocido en las altas esferas, uno de los más sobresalientes abogados, pero solamente en la profesión, no así en la vida privada.
Sonia, mi esposa, ha reñido conmigo, diferencias de opiniones. Días atrás, me rogó que la acompañara al baile, organizado por los Boys Scout, con la finalidad de recaudar fondos por una buena causa, me resultó imposible asistir, la verdad, es que tampoco puse interés por ir. Para solucionar la situación, he comprado una caja de bombones, ya que son su debilidad, y así podré limar asperezas. Por si fuera poco, Romina, mi hija, me ha encargado que le compre un libro de texto para sus estudios, lo necesita este fin de semana, pero todavía no me he puesto a ello.

Yo, que soluciono los problemas de los demás, no hallo remedio para arreglar los propios.  Siempre me viene a la memoria las palabras de mi madre reprendiéndome, al mismo tiempo que añadía cariñosamente, ¡hijo, eres un caso perdido!.



LA VENTANA De Natividad Morín





Hacía un año que Elisa había terminado la carrera universitaria, pero no encontraba trabajo. Por eso decidió salir afuera, a otro país, a Suiza, a ver si había suerte y conseguía uno.
Cuando llegó, quedó deslumbrada al ver esos maravillosos y enormes rascacielos. Alquiló un piso en un edificio de veinte plantas, el de ella estaba en la número doce
- ¡Espero que no falle el ascensor porque hay muchos escalones que bajar y subir!. –se decía.
El pisito era pequeño y acogedor, con grandes ventanas desde donde se divisaba parte de la ciudad.
Siempre le había gustado una casa con mucha claridad; lo malo de las ventanas es que tenía que ponerle cortinas porque  si no lo hacía, sería el centro de atención de los mirones de los edificios de enfrente, y allí abundaban.
Puso unas cortinas bonitas y alegres que no dejaban pasar la luz, pero no pasaba nada, así tendría más intimidad, pondría una lámpara en un lado del sofá para leer y ver la tele.
Al cabo de una semana, la han llamado para una entrevista. Se ha puesto muy nerviosa, tiene que prepararse; ella misma se arreglará el pelo y las manos que es donde más se fijan, quiere estar impecable.

¡A ver si tiene suerte y lo consigue!  Confía en sus estudios y buena preparación y un poquito en su físico, y también en la vela que le ha puesto su madre a la Virgen de Candelaria.



EL DESENGAÑO De Edelmira Linares





Bajo la tenue luz, Susana bajaba sigilosamente la escalera, no quería ser sorprendida por nadie y menos aún que notaran su presencia.
Tenía la herida abierta y era demasiado pronto para enfrentarse al mundo real. Las heridas del corazón tardan mucho en cicatrizar, y más cuando se ha querido tanto.
Al pasar por el rellano del segundo, oyó la algarabía de la fiesta que tenía montada Juan. No lo podía creer, se quedó atónita y llena de rabia por dentro, al oír las risas y la música tan alta.
Allí se dio cuenta de que ella no había significado nada, que fue una más en su lista de conquistas.

¡Que desengaño más grande! Y se juró a sí misma que no volvería a entregarse al amor tan gratuitamente. Si volvía a enamorarse de nuevo, sería de alguien que valiese la pena.



NADA ES IGUAL De Candelaria Díaz


¡Y tanto!.  Nada es igual: el futuro es negro, el horizonte oscuro y amargo. No hay curación posible, no existe posibilidad, porque ese muro  no deja ver el paisaje y, ni la bomba de Hiroshima, lo puede destruir. No hay esperanza, sólo aguardar hasta pasar a la cuarta dimensión y, tras ver la luz,  podrá caminar de nuevo.


Este es un pasaje de las memorias de un tetrapléjico.


DESAMOR De Elda Díaz






Blanca y su novio eran una pareja feliz y creían que tardarían poco para casarse. A el novio le gustaba mucho ir a casa de sus padres, cada vez que cumplía años lo celebraban en casa de sus suegros. Le hacían la tarta como si los años no hubieran pasado y siempre pasaba igual.  El amor se fue enfriando y finalmente se presentó el desamor. Ella lo estaba pasando mal y para colmo era alérgica a los gatos pues la suegra tenía dos o tres y estar cerca de ello le sentaba fatal.  Trataba de no estar mucho tiempo en aquella casa  porque si lo hacía, sabía que terminaría en el médico.  Blanca sabía que aquel amor estaba destinado al fracasado por múltiples y alérgicas razones.


CAMBIANDO DE RUMBO De Lucía Hernández




Cambiar de rumbo quiere decir que unas veces decidimos tomar un destino y al momento cambiamos de idea. Cierto día, salimos de casa hacia una dirección, y de momento, nos surge la idea de tomar otro destino. Vemos un camino por el cual nos apetecía ir y quizás sea buena idea. Descubrimos árboles frutales, allí estaba su dueño que nos invitó, y con mucho gusto aceptamos su invitación, las frutas estaban fresquitas y riquísimas.
Continuamos la marcha y nos encontramos con un bar que decía “Chocolate y Churros” y nos pareció apetecible hacer una visita, pero…me puse a recordar que yo fui un día a una churrería, el dueño los estaba haciendo ¿saben como?, ponía todo en un cubo y para mezclarlo metía la mano hasta el codo y a revolver se ha dicho. ¿Qué pasó? que no he vuelto más por allí. Dirán que soy delicada, pero mi estómago no lo permite.
Un día, fuimos a un bar que hay en la esquina del mercado en Santa Cruz, allí dentro había un aparato dando vueltas, le pregunté al camarero qué era aquello, y me dijo que era para mover la mezcla para hacer los churros. Ese día los comimos muy a gusto.
Cuando salimos por ahí a comer, ¡cualquiera sabe lo que nos comemos!.




COSAS SIMPLES De Elvira Martín Reyes





¡Son tantas las cosas que nos ofrece la vida y a las que no  damos importancia!, y perdemos tiempo buscando grandes casas, nuevos descubrimientos. Sin apreciar el simple aroma de una flor, una mirada de complicidad, un gesto amable;  cualquier detalle que, en vez de la cabeza, te  llene el alma y te deje satisfecha por dentro, porque el caparazón ya te lo arreglarás por fuera.

Cosas tan simples como recibir a la familia en una fría tarde de invierno acompañada de una buena taza de chocolate y volver a recordar buenos momentos, porque los malos desunen. Y seguro que si lo piensas un poco…., no fueron tan importantes ni tan malos…, entonces ¿para qué recordarlos?.  Imitemos a los niños que te rodean, que lo resuelven todo con un simple gesto de cariño, y  aprovechemos esos pequeños detalles que lo cotidiano nos brinda, para ser un poquitín más felices.



lunes, 17 de febrero de 2014

BAJAR A TIEMPO De Mary Rancel




Nada más verla, Mary creyó que no podría subirla. No se equivocaba; la empinada cuesta provista de escalones –más de doscientos cincuenta- hasta alcanzar la cima de la montaña donde se ubica la casa rural, era imposible que ella consiguiera subirlos. No fue consciente de que ya no es la joven de piernas ágiles y fuertes de antaño; que con el tiempo ha ido perdiendo energías, ligereza, ánimo….. y ha almacenado una importante artrosis, una gran dosis de artritis y otras cosillas que trata de ignorar, pero que, con cierta frecuencia se hacen notar y le producen molestias.
Esos “leves” inconvenientes, debía haberlos tenido en cuenta antes de reservar la plaza en el hotelito rural. El que es novedad ahora por sus confortables instalaciones y sobre todo, por las impresionantes vistas que desde su elevación se pueden contemplar.
Pese a todo, intentó subir la cuesta; para colmo con su bolso a cuestas, en el que transportaba lo imprescindible para cambiarse esa noche y celebrar el fin de año y recibir al nuevo arreglada para la ocasión.
Unos cincuenta escalones había subido, cuando se percató de su error; no podía más, se sentó en el borde de la escalera para tomar aire y dar masaje a sus pies que ya no le respondían. Cuando hubo descansado lo suficiente optó por desandar el camino realizado y bajar los peldaños con cierta agilidad. ¡Cuesta abajo no es lo mismo que cuesta arriba!


Una vez en la falda de la montaña esperó a la guagua en la parada, cuando llegó se subió a ella y regresó a su casa. Pasó la noche de fin de año y acogió al año nuevo junto a sus familiares y amigos, todos felices y contentos; además ella, con una nueva lección aprendida.  Antes de meterse en galimatías desconocidas, se deben analizar las limitaciones que imponen los años, es una forma de evitar sorpresas poco gratas.


SUBIR LA CUESTA De Carmen Margarita.






Nada más verla, Carmen Margarita creyó que no podría subirla…, pero se levantó con energía, con ilusión. Lo tenía todo preparado desde dos semanas antes. Llegó a la parada de la guagua y vio que todos estaban  contentos. Se pusieron en marcha y al llegar y bajar,  Carmen Margarita se dice:
- ¡Hazte la valiente y a caminar!

La subida era una cuesta muy dura pero ella sabía que lo lograría. Se puso a cantar y a ahuyentar sus fatigas. El aire le faltaba por la altura, pero cuando miraba hacia los lados y veía el paisaje,  sentía como se ensanchaba su corazón y enseguida se olvidaba de la tremenda cuesta que quedaba. Al llegar a la cima se puso muy contenta, no solo por llegar, sino por las maravillas que el creador le brindó, al haber nacido en esta maravillosa tierra que es Canarias.

SUBIR LA CUESTA. De Edelmira Linares







Nada más verla, Mima creyó que nunca podría subirla.
Todos los retos que se había puesto, siempre los había logrado; en mayor o menor grado siempre había alcanzado la meta propuesta.
De hecho, en la vida, cuanto más empinada era la cuesta, más se esforzaba por subirla, nunca había tenido miedo a la escalada porque siempre creyó que, con buen paso y despacito, se puede subir hasta la montaña más alta.
Otra cosa eran las bajadas. No podía con ellas; se le resistían y el solo hecho de pensar en ellas, le agobiaban, ni conduciendo le gustaban.
Pero ese día, cuando se vio frente a ella, supo que no podría, y por más que le pesase tuvo que aceptar la derrota. Sierra Nevada y el telesilla pudo con ella.

Y ahora yo me pregunto ¿no sería por la bajada? Ya se sabe, que toda cuesta que se suba, hay que bajarla.


SUBIR LA CUESTA de Candelaria Díaz





Nada más verla se agotó. Creyó que no podría subirla pero era tanta la necesidad que comenzó a subir. Ahora comprendía a los que no tenían nada, la pena de perder dos coches, deudas por doquier, pensamientos tristes, pero siempre pensando, eso tiene arreglo seguir trabajando, ¿pero dónde?.  Sigue subiendo, le falta el aire, se acuerdo que la despensa está vacía y esa gente le debe dinero y por muy altos que estén tiene que subir y cobrar, aguantará y jura que se meterá a político y colarse en una lista y llegar al senado, mirando el panorama, es lo que prima, y si hay alguien que crea que no ¡qué se lo demuestre!.


SUBIR LA CUESTA De Dolores Fernández Cano





Nada más verla, Dolores creyó que no podría subirla…, pues resulta una cuesta muy pesada, con diversos altibajos, así como los obstáculos que se van presentando, para poner a prueba su paciencia.

Pero, Dolores es una persona fuerte, que no se detiene ante los tropiezos. Esta pequeña mujer, lucha cada día contra los impedimentos que le salen al paso. Al lomo de la rutina, calzando zapatos cómodos, consigue que el recorrido sea más llevadero. En el mundo existen penas y grandezas, por tal motivo, Dolores sabe que hay que trabajar mucho, al mismo tiempo, ser tenaz para lograrlo. De vez en cuando, para coger fuerzas, siempre bajo prescripción facultativa, bebe un chupito de vitalidad, de esta manera puede continuar la subida, por la enojosa y polvorienta cuesta de la vida. Como la conozco, pues la sigo, ya que soy su sombra, sé que lo conseguirá. Sólo es cuestión de constancia. ¡Arriba Dolores!.

SUBIR LA CUESTA De Natividad Morín





Nada más verla, Nati creyó que no podría subirla…pero, como hace deporte, aquagym, monta en bicicleta recorriendo dos o tres kilómetros al día, y subiendo y bajando los cuatro pisos de su casa, podrá hacerlo.
¡Gracias a esos ejercicios, no tendré problemas para subir la cuesta! –pensaba ella-
Lo malo era si el corazón podría aguantar el esfuerzo que tenía que hacer, aunque, lo intentaría pese a que el camino fuera difícil, pues la cuesta era de tierra y  estaba llena de baches.

Los mismos obstáculos que se encuentran a lo largo de la vida, que con tesón, ha sabido sortear; ese fue su pensamiento, así que subir la cuesta sería un reto para ella, otro de los tantos enfrentados por Nati.

Cogió aire y empezó a pedalear con fuerza.  Patinaban las ruedas, le estaba costando, se esforzaba, pero no podía más, se bajó de la bici, terminó de subir caminando, cuando llegó al final, miró hacia abajo y le pareció imposible lo había logrado, pero allí estaba. ¡Había logrado subir la cuesta!


VACACIONES De Elda Díaz






Aquellas vacaciones fueron inolvidables para Pedro. Podían haber sido fantásticas, pero fueron las peores de su  vida, de ahí que no las pudiera olvidar. Su cuñado le entusiasmó para ir de crucero y pagaron por anticipado, pero dos o tres días antes de salir de viaje les dijeron que la agencia de viajes había cerrado y les dejaron compuestos y sin dinero, así que el cuñado,    aunque él no había tenido la culpa tuvo que devolverle a Pedro lo que había pagado.  Así que ninguno olvidará; Pedro recordará siempre el crucero que nunca disfrutó y su pobre cuñado, los dos cruceros que sin gozar de ninguno. ¡Aquellas  vacaciones se fueron al traste!.


SUBIR LA CUESTA De Lucía Hernández





Nada más verla, Lucía creyó que no podría subirla. Con mucha paciencia y calma, ella se ha puesto a analizar la subida de la cuesta hasta sacar en conclusión  que no es una, son muchas y malas de subir las cuestas de la vida.
Dicen que la cuesta de enero, ¿y la de febrero, la de marzo…,  que pasa con ellas? También esas hay que subirlas, y según la situación también Lucía, las espera pesadas.
Las que a ella le ha tocado subir, que han sido varias,  las ha abordado con mucho sacrificio, mucha pena y mucho dolor en su corazón ¿pero qué otra cosa podía hacer? Sólo con llorar no se resuelve nada y Lucía ha tenido que pedirle a nuestro Dios que me le diera la mano para ayudarla a subir; ella cree por eso que, sin su ayuda,  ya no estaría aquí. Y después de tanto dolor aquí está Lucía, dispuesta a subir hasta El Teide, si es necesario.
Queridas compañeras, no tengan miedo a nada, que este mundo en que vivimos tenemos que ser valientes y enfrentarnos a subir hasta lo más alto, aunque sea con dolor. Viva la cuesta y todos los que la subimos.



LECCIONES De Luisa Delgado Bello







Ella no pensaba que pasara el tiempo tan rápido. Después de llegar a los 50, 60 o 70 años, si vives la vida con ilusión la próxima etapa te parecerá una aventura. La frontera de los años se supera cuando una asimila que los años suman no restan. Muchos de nosotros viajaríamos en la máquina del tiempo para revivir el primer “te quiero”, la primera infancia de nuestros hijos…, pero ¿cuántos volveríamos al pasado si no pudiéramos llevarnos todo lo que hemos aprendido por el camino’.

Sé tú misma, los demás puestos ya están ocupados, es una de las mejores lecciones que  ella ha aprendido con los años.


SUBIR LA CUESTA De Paula Lugo






Nada más verla, Paula creyó que no podría subirla, y es que ella llevaba años pasando por ahí, desde que era una niña.
Su padre siempre le mandaba a llevar la fruta por otro camino, y esa vez, ella pensó en recortar el camino porque la fruta pesaba mucho.
Cuando se dio cuenta de su error,  ya era demasiado tarde. Así que tuvo que pedir ayuda a un señor para que la ayudara a llevar el cesto de uvas e higos.

Nunca más volvió a cometer el error de subir por la cuesta.


SUBIR LA CUESTA De Amalia Jorge Frías.






Nada más verla, se asustó; creyó que no podría subirla. Para los ochenta y cinco años de María, consistía en un esfuerzo sobrehumano que su cuerpo no estaba dispuesto a realizar; pero para una mente y un espíritu tan jovial, no existen barreras, así que comenzó una batalla carnal. Teniendo en cuenta que el tiempo que invertiría en subirla no contaba, podrían ser una o dos horas, y el gran valor que el objetivo tenía para ella, empleó todas sus fuerzas en llegar hasta la casa rural, donde sus hijos y nietos habían decidido pasar las navidades este año 2013, y al sorprenderlos con su presencia, les demostró que  cuando el cariño es grande, no hay distancias ni cuestas que se resistan, una enseñanza que sus nietos jamás olvidarán.


EL CIRCO De Mary Rancel





El espectáculo no fue como esperaba. Sonia siempre había creído que su novio era la persona perfecta que ella llevaba en su corazón, pero se dio cuenta de que lo había idealizado y nada tenía que ver con el hombre que creó en su mente.
La noche en que la invitó al circo que había llegado al pueblo para amenizar las fiestas de navidad, fue cuando realmente le conoció.
En principio todo sucedió con normalidad pero, a mitad del espectáculo, invitaron a un voluntario para que subiera a la pista a colaborar con una de las artistas, concretamente, con una joven exuberante y escasa de ropa. Su novio, nada más oír la solicitud, saltó a la pista como una exhalación y se puso al lado de la chica. La auxilió en todo lo requerido, sin dejar de cuchichearle al oído con cara de bobalicón; la artista en voz alta le preguntaba:
-¿Tienes novia? –y  él dio por respuesta un no rotundo.
Sonia se sintió ofendida pero, dijo para sí:
-Esto son celos y no debo darle importancia.
A la salida del espectáculo su novio le anunció con agobio:
-Querida, tengo prisa. Quiero dejarte en tu casa enseguida; he quedado con la joven del circo para dar una vuelta nocturna por el pueblo y, más tarde, ir a la discoteca; mañana como no hay función, aprovecho para llevarla de excursión al monte. Este fin de semana  no cuentes conmigo para nada, voy a estar muy ocupado con mi nueva amiga.
Sonia no podía creer lo que estaba escuchando y asombrada interrogó:
-¿Estás hablando en serio, o es que quieres ponerme a prueba?
-Sabes que te quiero Sonia, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad; solo será una aventurilla de fin de semana, luego retomaremos lo nuestro y ¡aquí no ha pasado nada!.
-Me avergüenzo de haberte querido. Respondió Sonia, furiosa pero digna.
Dio media vuelta, tomó un taxi y marchó a su casa, llorosa, muy decepcionada pero con decoro.

¿Podrá esta muchacha volver a creer en el amor? Una experiencia tan traumática puede dejar una huella imborrable en un tierno y herido corazón, desengañado  ante la muerte súbita de su primera pasión.