jueves, 20 de diciembre de 2012

¡FELIZ NAVIDAD, FLORES DEL TEIDE!


Reciban un abrazo fuerte, lleno de cariño,
 de esta amiga vuestra que da gracias 
por contar con la dulce y generosa compañía 
de Las Flores del Teide, Mis Chicas.

¡FELIZ NAVIDAD Y VENTUROSO 2013!


lunes, 17 de diciembre de 2012

NOCHEBUENA EN EL BARRIO DEL PERÚ de Amalia Jorge Frías






¡Qué distintas eran las Navidades en mi juventud!.  No tenían nada que ver con las que vivimos ahora.  El árbol de Navidad y el Papá Noel no se conocían.  Las casas se adornaban con figuras que recortábamos en cartulina negra y luego pegábamos en paredes y ventanas.  Eso sí, una semana antes, mi madre y las vecinas hablaban a todas horas de la comida que iban a hacer, sobre todo en la Nochebuena.  Sin embargo, por muchas recetas que se intercambiaran, el menú esa noche en mi casa, siempre era el mismo.  Primero, sopa de gallina, luego, conejo en salmorejo y papas arrugadas, de postre las golosinas propias de la Navidad, que teníamos que dejar para más tarde porque ya no nos cabía.

Como las casas eran terreras, nos pasábamos la tarde con la puerta abierta, entrando y saliendo para hablar con todos los que pasaban y desearles una Feliz Navidad, lo que ocasionaba que en la calle, concurrieran toda clase de olores.  Por mucho frío que hiciera esa noche, para mí era la más cálida del año.

Después de cenar, todas las jóvenes íbamos a la Misa del Gallo; un poco por devoción, pero también porque era la única oportunidad que teníamos durante el año, de estar hasta la una de la madrugada fuera de casa.  Aunque, no estábamos solas, ya que las que teníamos hermanos, nuestros padres les decían que tenían que acompañarnos.

Regresábamos de la iglesia, que estaba dos calles más abajo, cantando villancicos y, como ya habíamos hecho la digestión, teníamos ganas de comer y entrábamos en nuestras casas a devorar los polvorones y peladillas que habíamos dejado, ¡ah! y también alguna copita de vino dulce y, así, la noche la alargábamos un poco más.

Al final caíamos en la cama, rendidos, deseando que  el próximo año pasara rápido para volver a vivir otra Nochebuena.


ASÍ SOBREVIVÍ A AQUELLA NAVIDAD de Elvira Martín Reyes






Era la primera Navidad sin mi compañero y me sentía completamente desubicada, como si fuera un personaje al que cambian de historia.  Sin querer pensar en nada, evitando darme cuenta del vacío que me había dejado, pero a la vez llena de paz y unida los que quedamos aquí, sin su presencia.  Así me sentía.

Ese año, decidí pasar las fiestas sola pues me era imposible reunirme con todos y sentir que él no estaba.  Mis hijos aceptaron mi decisión en silencio, silencio que yo agradecí pues, a veces, no hace falta hablar para comprender todo lo que se dice con el silencio.

Ha pasado un año y, en esta meditación estaba, cuando escuché una voz que me decía:

-Abuela, este año en Navidad, te voy a adornar toda la casa.

Era la voz de mi nieto, el benjamín de la casa pero, en realidad fue la voz de la esperanza y, como si me hubiera empujado una brisa fresca, me levanté, contestando:

-Claro que sí

Y pensé entonces, si sobreviví a aquella Navidad,… ¡vamos a intentarlo con esta!.


UNA NOCHE NO TAN BUENA de Luisa Delgado Bello




Por segunda vez, vuelvo a hablar de mi hermana Nati y la Nochebuena.  Unos días antes de esa fecha tan señalada, estando todos mis hijos en la cocina, me preguntaron que es lo que iba a hacer de comer para esa Nochebuena.  Yo ya tenía pensado irme a casa de mi hermana, a pasarlo con ella, pues ella ya estaba bastante mal de salud.  Cuando se lo conté a todos, estuvieron de acuerdo pues ellos sospechaban que yo sabía que era la última Navidad que pasaría con ella.
Su hija me vino a recoger para irnos al sur.  Cuando llegué a su casa, no se creía que fuera a estar una semana en su compañía.  Se puso tan contenta que hasta pareció mejorar de su enfermedad.  Esos días lo pasamos muy bien.  Mi hermana estaba feliz de vernos a todos junto a ella.
El día de Pascua, nos juntamos todos alrededor de la chimenea y con los restos de la cena del día anterior en la parrilla, empezamos a calentar papas negras, pescado salado con mojo, castañas, higos pasados, almendras, dulces, vino y todo lo que había sobrado.
Ese día fue un desfile de gente que entraba y salía de la casa.  Todos comían y bebían pues la casa de Nati siempre estaba abierta para todos los vecinos.
Aquella fue una Navidad agridulce.  Su ausencia y otra que vengo sufriendo hace quince años, hace que estas Navidades no tengan punto de comparación con las de antes de fallecer mi esposo, mi querido Rubén.



EL REGALO OLVIDADO de Teresa Darías






Aunque parezca ficción, este relato es real y me sucedió en la época en que vivía en otro país.  Tenía un niño que era para todos el consentido de la familia.  Un año, cuando se acercaban las Navidades, le tenía un juguete como primera sorpresa a mi hijo; una estación de servicio muy bonita para la época que, como era y sigue siendo habitual en Venezuela, iba a ser entregado por Papá Noel.
Llegó el día veinticuatro de diciembre.  Era tradición que esa noche nos reuniéramos todos para darnos los regalos.  Como nuestra familia era grande y yo tenía otros juguetes, me olvidé poner cerca del árbol el juguete sorpresa.  Cuando me acordé, al día siguiente de mi olvido, no sabía como arreglarlo.  Caí en cuenta de que aquí en nuestra tierra, los regalos los traían Los Reyes Magos.  Entonces, decidí entregarle a mi hijo el regalo sorpresa, explicándole que su abuelo de Canarias  le había enviado por correo el regalo que los Reyes habían dejado para él en Tenerife y así fue como solucioné el problema del regalo olvidado.




¡QUÉ MAGOS SON MIS REYES! de Candelaria Díaz






Los míos, muy cierto que eran ¡magos!, magos del sur de Tenerife.  Yo, como era pobre, solo tenía dos: un Rey y una Reina.  Estos míos no perdían las mañas.  No me faltaba la pepona, la gordiflona colorada y calva.  La Reina le hacía un vestido de la casa de la pradera, porque el que traía era un tela sin forma trabada con una puncha.  También me traían algunos cacharritos y una cocina de madera, ¡ah! … y mis zapatos de charol que tenían que durar hasta el día del Carmen.  Todo esto llegaba con olor a nuevo.  Yo besuqueaba la muñeca que olía a barniz y esos aromas aún los tengo pegados a mis fosas nasales para convertir estos recuerdos en inolvidables.

¿Y ahora qué?.  Los Reyes traen todo de China y ese gordinflón vestido de rojo que se ha colado, el Papá Noel con sus maquinitas impersonales y sin color.  Los míos sí que eran Magos de verdad: … ¡mágicos!.


ILUSIÓN TRUNCADA de Carmen Margarita






Con toda la alegría y la ilusión del mundo, me puse con los preparativos.  Aquel siempre había sido uno de mis sueños, formando parte de mis fantasías de juventud.  No hacía sino pensar en lo guapa que estaría con aquel vestido azul, como el de la protagonista de la obra que iba a ver.  No había podido dormir pensando en la noche de fábula que iba a pasar.
Me puse a planchar mi vestido azul.  De repente, me percaté de que, frente a mi ventana, alguien había colgado un cartel anunciando la función.  Me quedé embobecida observándolo, sin dejar de pensar lo guapa que iba a estar.  Así estuve hasta que llegó a mi nariz un olor a quemado. ¡Oh, Dios mío! ¡Pobre vestido azul!.  Después de todo aquella noche no iba a ser tan buena…



ESPÍRITU DE NAVIDAD de Elda Díaz






Desde que era pequeña, en mi casa siempre existió espíritu de Navidad.  Pasados los años, cuando me casé, descubrí que a mi esposo le encantaban estas fiestas.  Las vivía a tope.  Primero, con mis sobrinos y luego, con nuestros niños.  Lo pasábamos muy bien. Él estaba todo el año pensando en la Nochebuena y cuando llegaba la disfrutaba como un niño.
Desgraciadamente, mi esposo falleció un ocho de diciembre.  Sin embargo, ese año celebré la Navidad en su honor, recordando cuanto le gustaba.  Y lo he seguido haciendo cada año, hasta ahora, fiel a su memoria.


NOCHEVIEJA de Natividad Morín






Una pareja de recién casados va a pasar juntos su primera Nochevieja.  Se casaron hace dos meses y están disfrutando de la luna de miel.  Desprenden felicidad y eso se nota.  Ella está muy ilusionada porque es el primer fin de año de casados.  A veces olvida que lo está y teme llegar tarde a casa y que su padre la regañe. Pero, su marido está aquí para recordarle que ya no tiene que preocuparse, que está casada.
Llega el día 31 de diciembre.  La parejita se está preparando.  Ella fue a la peluquería donde le hicieron un recogido muy sofisticado.  El vestido que va a llevar es blanco, de finas asillas y ajustado a la cintura.  Le queda como un guante.  Está feliz y su sonrisa es alegre y contagiosa.  Él también va muy elegante y juntos, forman una hermosa pareja.

Sí, esa Nochevieja fue inolvidable.  Nunca más se volvió a repetir porque poco después llegaron los niños.  Las siguientes fueron diferentes: con risas y gritos de niños que corrían de un lado para otro tirando petardos, asustando a la madre y enfadando al padre.  Diferentes sí, pero igual de felices.



LOTERÍA DE NAVIDAD de Carmita Díaz





¡Oh!.  La Lotería de Navidad es la que proporciona más alegría en todo el año.  Todo el mundo piensa en ella, siempre que podamos, vamos corriendo a comprar un décimo con la esperanza de que nos toque algún pellizco.  Las personas que tienen dinero, compran muchos décimos y las que no, los que puedan, incluso pequeñas participaciones.  ¡Ganar o no está en la suerte de cada persona!.
Vivimos con emoción el día que cantan la Lotería de Navidad, preguntándonos qué haríamos si nos tocara. ¡Oh, qué bien nos lo íbamos a pasar!.  Vuelan tus pensamientos hacia los viajes de recreo, visitamos islas a bordo de bellas y lujosas embarcaciones turísticas, con toda la familia, por supuesto…  Mientras escribo pienso en ello, y no puedo evitar recordar el cuento de lechera…
Bueno, bueno, siempre nos queda la Lotería del Niño y otras muchas durante el año que está por llegar.


OTRA NAVIDAD de Mary Rancel



¿Otra vez Navidad? ¡No puede ser! Si aún no he digerido la anterior.  Ayer mismo pagué el penúltimo plazo del crédito de mil euros que pedí para hacer frente a los gastos de la última Nochebuena.  Eso sí, a pagar en doce cómodos plazos, a razón de ciento cuarenta euros cada uno. ¡Cuánta usura! ¡Hay que ver cómo pasa el tiempo! Regresan las fiestas otra vez.
¡Mi vecina este año puede tener todo lo que le dé la gana! No pienso imitarla. ¡Aunque me lo pase por las narices, como de costumbre!. Que si langosta, que si percebes, que las vieiras, que el paté…, luego el jamón ibérico de pata negra, el pavo relleno de no sé cuantas cosas, los vinos y licores de la mejor calidad…, amén de los exquisitos postres.  En resumen, lo que tenga ella en su mesa, será lo mejor de lo mejor; ¡qué le aproveche!.
Este año en casa no habrá despilfarro, ¡ni quebraderos de cabeza!.  Una cena sencilla, hecha con amor, compartida con la familia para disfrutar todos reunidos.  Los regalos, suprimidos, ¡es lo mejor!.  Para que Papá Noel descanse en Laponia un día tan especial.  El día seis de enero vendrán los Reyes Magos, los que se encarguen de la tradición, obsequiando a los niños de cada hogar con algún presente.
Recomiendo por experiencia que a nadie se le ocurra solicitar créditos para cosas superficiales.  Lo importante es la salud y la unión familiar para alegrarse en estas fiestas. ¡Muchísimas Felicidades!.



BUSCANDO EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD de Dolores Fernández Cano




En el cielo, como en todas las casas, las nubes se sienten desbordadas preparando estas fiestas navideñas.  Desde el amanecer empieza la jornada laboral.
Panchita, la nube que por su color negro y su densidad, es la que vierte al planeta Tierra, toda su agua –incluyendo las tormentas – odia  con todas sus fuerzas la Navidad; para ella no deberían existir.
Luego está Currita, la nube blanca que es todo lo contrario.  Esta nube habita en el firmamento para alegrarlo.  Las fiestas las celebra con una inmensa satisfacción.
-¡Buenos días, Panchita! –saluda Currita –. Te veo muy atareada.
-¡Hola, Currita! –contesta la nube negra –. Estoy preparada para aguarle la Navidad a los humanos.  Les enviaré una borrasca impresionante.
-Pero, ¿qué me cuentas, Panchita? –pregunta asombrada Currita.  – No seas perversa. ¿Dónde se encuentra tu espíritu navideño?.  Recuerda que lo están pasando mal con la fastidiosa crisis; no los castigues más.
La nube blanca, después de una breve pausa, continúo su réplica
-Reserva tu agua para otros meses menos importantes
-¡Me estás hartando! –protesta enérgicamente Panchita –siempre acabas estropeando mis malas intenciones.
-Venga, querida compañera –insiste la nube blanca –pórtate bien, felicita a los terrícolas y déjalos disfrutar.
-Bueno, ¡tú ganas! –contesta sumisa Panchita –Ahí va mi dedicatoria para toda la humanidad: “Deseo que pasen Felices y Amorosas Navidades”.  Consentiré que tengan un tiempo soleado.
-¡Bravo, bravo! –grita aplaudiendo Currita –al mismo tiempo que susurra –si en el fondo posees un gran corazón.  Ahora me voy a recoger el vestido que me ha confeccionado para la gran cena, la famosa modista Estrella Polar.
Currita se aleja contenta y feliz.
Don Nubarrón, el jefe de las nubes, escuchó la conversación de sus subordinadas, Currita y Panchita, y dirigiéndose a ésta última, le advierte.
-A pesar de los pesares, aunque reneguemos de estas fiestas, en nuestro interior siempre existirá un ápice del Espíritu de la Navidad.



ESPERANZA de Paula Lugo




El señor Jiménez  salió  a buscar trabajo –ya llevaba casi un año sin trabajar – y lo hizo sin parar.  Buscó por todos lados, en cualquier sitio, pero como siempre, regresó a su casa afligido y abatido.  Su familia ya no tenía nada que comer.  La mujer engañó a sus hijos con una taza de agua caliente con hierbas y los llevó a la cama, con mucho cariño y amor.  Luego se sentó a tomar otra, mientras le recordaba a su marido que siempre se puede estar peor, que al menos todos estaban sanos y se tenían unos a los otros.  Mañana sería otro día.