miércoles, 16 de septiembre de 2015

PALABRA DE LA SEMANA COTOBELO Y SORROBALLADO Nos las presenta Lucía Hernández


La palabra de la semana en esta ocasión han sido ¡DOS! y qué dos.  Lucía Hernández nos ha traídos dos vocablos inusuales, tal vez desconocidos para muchos de nosotros y por esto también interesantes.  Difícil, muy difícil me temo, será ponerlos en contexto dentro de un microrrelato: el reto al que me expongo una vez al mes con las palabras de la semana.  Tendremos que esperar un poco más a ver si lo logro.  Por ahora, les presento las palabras de Lucía:

COTOBELO 
·        Abertura en la vuelta de la cama del freno.  (Este es el significado que de esta palabra da la Real Academia de la Lengua).
·        Otra, indica que los cotobelos son especie de callos que se forman en los dedos de los pies
SORROBALLADO
·        Lucía nos indica que se le puede dar este nombre a una cosa que limpiamos y no nos queda a gusto, o sea, mal limpio.
·        ·        He de confesar que, por más que busqué, no encontré esta palabra en el diccionario de la Rae, pero sí en el de Léxico Canario que dice lo siguiente:

            sorroballado: sucio 



EL SUCESO Eutimia Espino González


Marisol es una niña que tiene diez añitos.  Es muy buena y cariñosa, de buen corazón, le gusta hacer el bien a todo el mundo.
Un día, iba de paseo con su mamá, cuando pasaron por delante de una dulcería.  Quiso que su mamá le comprara un dulce y así lo hizo.  Marisol se puso muy contenta porque hacía mucho tiempo que no comía un dulce como aquel.

Por el camino, encontraron unos niños que la miraban desconsolados y, como ella era tan condolida, compartió su delicioso dulce con ellos.   Los niños agradecieron mucho la acción de Marisol y le pagaron con una gran sonrisa.


EL SUCESO de Fanny




Ayer lunes, a eso de las diez de la mañana, me encontraba sola en la playa, cuando de repente sucedió algo realmente increíble: me encontré con una amiga a la que no veía hacía muchos años.  Me sentí feliz, alegre, porque volver a verla me trajo muchos recuerdos de nuestra niñez.  Empezamos a enumerarlos uno a uno y nos reímos tanto que pasamos un día maravilloso.


EL SUCESO Dolores Fernández Cano



Ocurrió ayer, sobre las ocho y media.  Yo estaba asomada a la ventana, cuando vi algo raro e increíble.  Una limusina de color blanco paró delante de mi casa y de ella bajó una señora vestida con un lindo traje azul.  En su mano derecha llevaba una varita.  Caminó directamente hacia mí.  Con la otra mano acarició mi cabeza, al mismo tiempo que, con su dulce voz, dijo conocer mi estado de ánimo, mi timidez y retraimiento pero que no debía preocuparme porque con diez años que tengo, eso era normal.  Añadió que con el tiempo cambiaré, que surgirán nuevos retos, alegres o tristes pero que a pesar de todo, venceré mis debilidades.  Después, se alejó camino arriba, tal vez buscando otros niños a los que ayudar.  Gracias a su visita, mi ánimo ha sido colmado de una inmensa magia.

Sé que mi madre no va a creer todo esto.  Para que no se enfade, he decidido no contárselo.  Será mi secreto.  El secreto de una niña incomprendida.





VIL de Natividad Morín




En mi barrio, en mi trabajo, entre mis vecinos, en mi propia familia, nadie sabe quién soy realmente, porque si lo supieran, si un día se desvelara mi secreto, seguro que no lo creerían.  Para los que me conocen, soy un hombre amable, trabajador, cariñoso con mi familia, pero si adivinaran la otra faceta de mi vida, muy probablemente me rechazarían. 
Ese es un secreto que tengo bien guardado, sobre todo por mis hijos y mis padres que son mayores.  Por mi trabajo, viajo por todo el mundo y en esos recorridos, conocí a unas personas que me ofrecieron un trabajo.  Cuando me dijeron de qué se trataba, me quedé horrorizado, sin embargo, acepté.  Ahora que llevo ya varios años en esto, estoy pensando en dejarlo porque, a pesar de estar muy bien pagado, es muy peligroso.  Quiero ver crecer a mis hijos y vivir feliz, sin remordimientos.  Lo intentaré, pero lo dudo.  Cuando mis hijos sean mayores, quizás se lo cuente.  ¿Cómo se lo tomarán? ¡Mejor no les digo nada!, me rechazarían. 
Este secreto se irá conmigo a la tumba, porque los asesinos a sueldo no están bien vistos.




martes, 15 de septiembre de 2015

EL SUCESO Elda Díaz


         Ana era una niña que cuando tenía 10 años, era bastante tímida pues para ella todo estaba bueno.  Siendo la mayor de tres hermanas, su carácter era tranquilo, aunque todo tiene un límite.
         Ocurrió que en una ocasión, sus padres decidieron dar asilo a un hombre que no tenía dónde quedarse.  Al principio, todo transcurrió dentro de la normalidad hasta que, al tercer día de estar este individuo en la casa, una noche el personaje en cuestión entró en la habitación de las niñas y empezó a tocar las piernas de Ana.  Cuando ella percibió que algo extraño estaba sucediendo, se movió enérgicamente y el hombre salió presuroso de la habitación.
         Ana esperó a que amaneciera, sin moverse.  Le parecía que las horas no pasaban.  En cuanto despuntó el día, corrió a contárselo a su madre.  Inmediatamente, el hombre se marchó para no volver jamás.

         Desde ese día, Ana aprendió una lección que siendo adulta cumple a rajatabla:  hay que tener mucho cuidado con quién metes en tu casa.


EL SUCESO Lucía Hernández


Cierto día, a primera hora de la mañana, cuando el sol de primavera iluminaba el campo verde y las cigüeñas sacaban a volar sus hijuelos, yo me desperté de un sueño que tenía.
Soñaba que subía por un lugar oscuro y que había un tiempo muy malo; ¡que Dios nos libre de una tormenta por aquella sierra!, sería un peligro muy grande.  A poco pasos, cruzaba un puente de madera y delante de mí, cabalgaba un campesino muy silencioso.  Si yo le preguntaba algo, apenas se dignaba a contestar.
Apareció un hueco al fondo, en el que se veía una mujer que vigilaba, cosía y a ratos sonreía.  Al lado dormía un hombre. Una puerta, al abrirse, lastimó el corazón del durmiente.  Le sucedió igual que a mí, que con el sonido de las cigüeñas me desperté…
Esto ha sido un sueño, difícil de interpretar.  Los sueños desatan nuestros propósitos para mezclarlos con recuerdos y temores pero, algunas veces, aciertan; se convierten en realidad porque yo creo que a los sueños que apesadumbran el corazón del durmiente no les es difícil acertar.
También, hay historias y recuerdos que se convierten en sueños muy bonitos, es verdad.


lunes, 14 de septiembre de 2015

EL ABANICO Dolores Fernández Cano




Aquel abanico llegó a mi vida el verano en que mis tres hermanos nos regalaron, a mi hermana gemela y a mí, un abanico a cada una.  Eran muy bonitos, en color marrón, formados por finas varillas que, agitadas con gracia, producían un refrescante aire.  Cuando finalizaba la estación veraniega, nosotras los guardábamos, con mucho mimo, en una cajita de cartón.  Así, los abanicos descansaban del ajetreo que les imponíamos cada vez que los movíamos en nuestras manos para sentir el placentero fresquito.
A lo largo de los años, he compartido lo importante y útil que resulta un abanico para las mujeres, pues además de lucirlo en la estación veraniega, también sirve para combatir los sofocos que nos produce la menopausia.

Un inesperado día, llegó a mis oídos una noticia algo chocante.  Ésta era que en los siglos pasados, las damas de aquella época, para atraer la atención de los hombres, ejecutaban una serie de atrevidos movimientos con sus respectivos abanicos.  Hoy en día, debido a la expansión del aire acondicionado, ha quedado algo relegado, mas yo, estoy convencida de que gracias a mi primer abanico, nació en mí la afición por coleccionarlos.


INCERTIDUMBRE Dolores Fernández Cano (Uno de los relatos finalistas del Concurso de Narrativa HERTE 2015)


El conejo y la tortuga llegan extenuados a la meta dando por finalizada la carrera.  Han participado para ganar prestigio, así como crearse un lugar preferente en el mundo animal, dado que próximamente se celebrarán las elecciones generales en el bosque.  Les asalta la duda sobre si ha merecido la pena haber agotado todas sus energías en una competición tan dura y desigual.  Enfrascados en sus reflexiones, no percibieron al principio que el portalón de la distinguida granja se había abierto.  En él apareció muy ufana doña loba, la que ataviada con un gracioso delantal, se dirigió a los corredores expresándoles cariñosamente:
–Entrad rápido, ¡todos a ducharos!, luego os sentareis a la mesa; he preparado un suculento almuerzo; comiendo recobrareis las fuerzas perdidas.
Barlovento, un caballo inglés purasangre, relinchando con alegría, añadió:
–La tuna, compuesta por los estudiosos saltamontes, deleitará la sobremesa con una fantástica serenata, interpretando bonitos pasacalles.
No podía faltar la pizpireta yegua Lilí, la que también se unió al evento aportando un apetitoso postre hecho por ella misma a base de cebada y miel.  Este último producto fue proporcionado por sus amigas las picaronas abejas.
En u rincón del comedor, un bóvido rumiante, llegado desde el Tibet, para pasar sus vacaciones al caliente sol español, disfruta con entusiasmo del festejo, al mismo tiempo, con su cámara tibetana, saca fotos para llevárselas a su numerosa familia.
Tras el recital de los tunos ortópteros, el conejo y la tortuga, reconocen con orgullo que ha valido la pena el esfuerzo padecido.  ¡Han ganado la maratón!.  Se sienten recompensados por su hazaña, en sus cabezas surge un nuevo reto.  A partir de ahora, toca discurrir un buen programa electoral. 
Con la satisfacción del deber cumplido, se retiran a sus moradas para disfrutar de la merecida siesta.