lunes, 24 de septiembre de 2012

EL BAÑO de Elda Díaz




Cuando mis tres hijos mayores eran pequeñitos, una sobrinita de unos cinco años que vivía al lado pasaba mucho tiempo en casa y, algunas veces, si me veía apurada, le decía que se quedará unos pocos minutos con el bebé, mientras yo preparaba algo.
Una de esas veces, le comenté que tenía que bañarlo y, ocupada en algún asunto que no recuerdo, de pronto caí en cuenta de que no la había escuchado por un buen rato.  Justo en ese momento, ella entró en la cocina gritando
-¡Tita, Tita! ¡Ya tienes preparado al niño para el baño!
Salí corriendo hacia el cuarto del bebé y me quedé de una pieza al ver que mi pequeña sobrinita había desnudado a un niño de pocos meses, ella solita.
Por supuesto, le dije que no lo volviera a hacer, que era muy pequeñito y sus huesos eran todavía blanditos y se podían romper.
Ella se quedó callada.  No le gustó mucho que yo le llamara la atención pero se le quitó al momento y me dijo que no lo haría más.

1 comentario:

  1. Anécdota familiar de las que quedan grabadas en la memoria, danzando entre la ternura, el cariño y una cierta dosis de miedo, como el que habrás vivido en ese corto espacio entre la cocina y el cuarto del bebé, hasta descubrir que no había pasado nada de qué preocuparse.

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