martes, 30 de octubre de 2012

LA HUIDA de Dolores Fernández Cano




En un despacho del Juzgado de la ciudad de Las Vegas, se encuentran reunidos, entre mujeres y hombres, las doce personas que van a formar parte de un jurado popular.  Fuimos avisados al comienzo de semana, a fin de permanecer recluidos para revisar la situación del acusado y, al mismo tiempo, proceder a un intercambio de ideas, pues es preciso ser imparciales y justos en el veredicto. Sin embargo, un miembro del jurado no se siente capaz de llevar esta responsabilidad. Ese soy yo, Germán, que así me llamo.  No deseo por esa tesitura.  Para mí es un dilema.  Todo ha salido contrario a mis propósitos y no comprendo cómo han podido meterme en este asunto.  Mi intención es negociar una salida decorosa.
Me dirijo a la portavoz, exponiéndole el problema, así como la idea de abandonar aquel lugar.  María tiene a bien explicarme la imposibilidad de eludir esa misión, por lo que  decido emprender la huida a toda costa. Después de permanecer unos minutos reflexionando sobre mi situación, le contesto.
- Estoy decidido a salir de esta encrucijada.
María, después de mirarme intensamente, replica lo siguiente:
-Tendrás que emprender una gran carrera hasta llegar a la salida, sorteando una serie de obstáculos.  Si lo consigues, te disculparé ante la autoridad.  Yo misma, junto a los demás compañeros, vigilaré todos tus movimientos por una pantalla.
Dispuesto a iniciar la huida, salgo al pasillo.  Está oscuro.  Comienzo a correr y las gotas de sudor resbalan dentro del elegante traje que visto.  Lo ha confeccionado mi padre que es un afamado sastre. 
Puesto que el tiempo concedido es limitado, apresuro los pasos y aún así, siento mucho temor de no conseguirlo.  No pararé, no puedo perder ni un segundo.  A mi derecha, vislumbro una puerta de color negro pero, según las indicaciones del mapa, no la debo abrir.  Continúo el largo corredor y me introduzco en un túnel alrededor del cual percibo un inmenso calor.  Doblo un recodo.  A lo lejos diviso un resplandor parecido a una lengua de fuego.  Apremio el paso.  Sin apenas aliento, voy hacia él.  Lo cruzo totalmente y… por fin hallo la salida.  ¡Hurra! ¡Soy libre! Ya me encuentro afuera.
-¡Llegó! ¡Llegó! – gritA María dentro del recinto, y yo escucho  como todos aplauden.

2 comentarios:

  1. Narración con un trasfondo muy cinematográfico. Destaco el último párrafo donde es fácil ver dibujada la atmósfera de una huida.

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  2. ¡HURRA! POR TI DOLORES, CADA ESCRITO TUYO ES UNA NOVELA. ME GUSTA MUCHO ESTA NARRACIÓN.

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