martes, 17 de septiembre de 2013

LA ROSA ROJA de Candelaria Díaz



Tres hermanas pequeñas y una ya de edad adulta  van de visita a un colegio.  Dejan a la más joven  en la escalera y le dicen que espere.  Al rato, la niña cree que tardan, se levanta y mira alrededor, pero no ve a nadie.  Ve la puerta y sale.  Coge una rosa y se la lleva.  Con tres años y medio tiene que caminar a través de un puente y recorrer tres calles con sus fincas porque la escuela estaba situada en la periferia.
Cuando las otras hermanas salieron y vieron que la pequeña no estaba, se asustaron mucho y comenzaron a buscarla, ¡cómo iban a decirle a su madre que se les había perdido!.  La angustia y el miedo los acrecentaba el hecho de que, por aquellos tiempos, se hablaba mucho de los chupasangre.
Estaban desesperadas cuando, de pronto, la niña apareció de la mano de su padre, tan fresca y con su rosa roja.  ¡Gracias a Dios!
El padre contó que vio aparecer a la pequeña estando él en la plaza.  Pasado el susto, no se explicaban cómo pudo llegar sola siendo tan chiquita. ¡Ah!, que se sepa que la cría era una monada…



4 comentarios:

  1. Nos hacemos cargo del susto, a pesar del simpático tono que imprimes a la historia, quitándole dramatismo a la anécdota.

    ResponderEliminar
  2. Si la cría era una monada, ya supongo de quien hablas y...te diré que sigue siendo una monada.

    ResponderEliminar
  3. Tan pequeña y tan decidida, lo has narrado también que hemos vivido el miedo de tus hermanas y aunque no lo mencionas, sentimos el enfado normal de tu padre, al mismo tiempo que el orgullo de tener una hija tan inteligente y resuelta,y eso que aun no sabia lo buena persona que ibas ha ser.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Si te sirve de algo mi opinión, no encuentro tu narrativa vulgar.
    Algunos niños se suelen escapar de las personas que los acompañan. Mª Dolores.

    ResponderEliminar