martes, 15 de septiembre de 2015

EL SUCESO Lucía Hernández


Cierto día, a primera hora de la mañana, cuando el sol de primavera iluminaba el campo verde y las cigüeñas sacaban a volar sus hijuelos, yo me desperté de un sueño que tenía.
Soñaba que subía por un lugar oscuro y que había un tiempo muy malo; ¡que Dios nos libre de una tormenta por aquella sierra!, sería un peligro muy grande.  A poco pasos, cruzaba un puente de madera y delante de mí, cabalgaba un campesino muy silencioso.  Si yo le preguntaba algo, apenas se dignaba a contestar.
Apareció un hueco al fondo, en el que se veía una mujer que vigilaba, cosía y a ratos sonreía.  Al lado dormía un hombre. Una puerta, al abrirse, lastimó el corazón del durmiente.  Le sucedió igual que a mí, que con el sonido de las cigüeñas me desperté…
Esto ha sido un sueño, difícil de interpretar.  Los sueños desatan nuestros propósitos para mezclarlos con recuerdos y temores pero, algunas veces, aciertan; se convierten en realidad porque yo creo que a los sueños que apesadumbran el corazón del durmiente no les es difícil acertar.
También, hay historias y recuerdos que se convierten en sueños muy bonitos, es verdad.


1 comentario:

  1. Este suceso que navega entre la realidad y los sueños, nos transporta a un mundo onírico donde, como bien dices, se mezclan los miedos, los deseos, los recuerdos, convirtiéndose en materia para la libre interpretación.

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