martes, 20 de marzo de 2012

GUARAPO de Candelaria Bacallado

               

En una zona residencial, vivía un señor en una especie de caseta hecha con ramas de palmera.  Estaba ubicada en una de sus calles, al lado de varios chalets, en medio de un solar sin construir.  Le llamaban guarapo, haciendo honor al líquido que él extraía de las palmeras y vestía siempre de un blanco impoluto.
Solía llegar en las tardes.  Pedía permiso para entrar y entablaba conversación bajo la pérgola del jardín, con los dueños de la casa.  Después de un rato, se disponía a hacer su trabajo.  En medio de las charlas que él mantenía, trataba dentro de su  humildad, dar consejos cargados de sabiduría a estos señores.  Ellos comentaban:
-El anacoreta nos ha dado hoy una lección.
Decían esto porque pensaban que tenía una extraña forma de vivir, sin embargo, reconocían que emanaba felicidad. 

2 comentarios:

  1. Equilibrio y dulzura emanan tus relatos. Bello y profundo en su sencillez.

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  2. Siempre he sabido que eras buena expresándote y ahora lo estás demostrando. Todo lo que has escrito hasta ahora me ha encantado. Besotes

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