martes, 22 de abril de 2014

CARTA A CAPERUCITA de Mary Rancel.





Recordada Caperucita:

Me atrevo a escribirte a pesar de que tú no sepas quién soy. Quiero que estés al corriente de que fui una asidua oyente de tu historia, la que me conmovía y producía algo de turbación –por lo del lobo– hasta que, siendo adulta, me enteré  como ocurrieron realmente los hechos. Me los describió una persona digna de toda confianza, la que después de haberlo estudiado y debatido largamente, llegó a la siguiente conclusión:
No fue tu culpa  la forma en que se falsearon los acontecimientos. Se supo que tu biografía fue publicada sin tu consentimiento. Además, hay constancia de que en aquellos tiempos no se ponían al descubierto ciertas cosas. Ese fue el motivo por el que se disfrazaron los hechos de la forma en que son conocidos. Los adultos –entre líneas– podían advertir que se escondía una realidad muy diferente.
Al parecer, no fuiste la joven responsable y candorosa que se describe en el cuento; todo  lo  contrario,  fuiste  una  chica  un tanto casquivana  y  coqueta  –comprensible debido a tu juventud –. Ciertamente la abuela vivía en el bosque; con frecuencia la visitabas y ella, en agradecimiento, te daba unas pesetillas para tus caprichitos. Por el camino te cruzabas con el joven lobo, noble y educado, que apenas se fijaba en ti. Eso te fastidiaba mucho; acostumbrada a no pasar desapercibida, no sabías qué hacer para que él se interesara por tu persona.
Contaron que, al pasar a su lado, le provocabas, contoneando tu cuerpo y moviendo las caderas de forma acompasada, luciendo tus esbeltas piernas surgidas de debajo de la escasa minifalda, al mismo tiempo, de modo insinuante, marcabas el amplio escote y, tras tus modernas gafas de sol, lo mirabas observando su reacción. Así una y otra vez, hasta que él, sintiéndose acosado, un día te dijo de mala manera, para que lo dejaras en paz:
 -¡Caperucita, te voy a comer vivita…!
Tú, divertida y pizpireta le contestaste:
-¡Cómeme lobo! De arriba abajo, sin dejar ni un cachito.
No te comió pero…, la leyenda se tergiversó y a Lobo le colgaron el San Benito del malo del cuento.
Si estoy equivocada, contéstame dándome tu versión de los hechos.
Hasta que quieras.

Tu admiradora.





2 comentarios:

  1. Esta carta a Caperucita tiene mucha enjundia, Mary. Esa voz narrativa cuestionadora le otorga a la misiva un punto de mordacidad muy interesante

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  2. Hoy en día, los cuentos son de otra forma, no resuman ingenuidad como aquellos que nos contaban nuestros padres y que creíamos a pies juntillas. Mi nieto, me cuenta algunos que no entinando, Será porque no estoy en la onda.

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