miércoles, 23 de abril de 2014

ESO de Natividad Morín





Aún lo recuerdo. Eso estuvo en mi memoria desde aquel día. Pasó cuando fui a Málaga, con mi hermana. Cuando veníamos de regreso a Tenerife y todos los pasajeros estábamos en nuestros asientos, sucedió algo que nunca olvidaré.
Habían cerrado las puertas y los pilotos ponían en marcha los motores y daban marcha atrás. De pronto, alguien gritó ¡ayuda, ayuda! Las azafatas corrieron por el pasillo, hacia donde pedían auxilio, ¡médico, médico! gritaba una de ellas, nerviosa. Enseguida se levantaron dos hombres; ¡eran médicos! Se dirigieron hacia donde estaba un joven que tenía convulsiones epilépticas; al verlo, se me puso la piel de gallina, eso me impresionó muchísimo.
Las azafatas avisaron a los pilotos, volvieron al punto de partida y llamaron a la ambulancia que llegó enseguida. Los médicos lo examinaron y se lo llevaron al hospital.
Luego, estuvieron buscando las maletas del joven y sus amigos, que se quedaron con él; tardaron bastante en encontrarlas. Los compañeros comentaron que su amigo estaba recién operado  de un tumor en la cabeza, quizá eso fue el motivo.
Todos los que estábamos allí, quedamos emocionados por el suceso, y sobre todo yo, porque me hizo revivir un episodio parecido, aquella vez con un familiar muy cercano.





3 comentarios:

  1. Experiencias desagradables ambas, tanto que permanecen siempre en el subconsciente para salir a flote cuando quieran. Escribir sobre ellas puede ser una manera de exorcizarlas.

    ResponderEliminar
  2. !Qué pena !, tu viaje se agrió con esa mala vivencia, pero seguro que en la bonita ciudad de Málaga lo pasastes
    muy bien. !Me encanta Málaga!. MªDolores.

    ResponderEliminar
  3. Siempre existen algunas experiencias que no son gratas pero... no podemos hacer otra cosa que tratar de olvidarlas.

    ResponderEliminar