lunes, 18 de marzo de 2013

ASÍ ERA ANTES de Mary Rancel


   


Una amiga que conocí en mi adolescencia me contó, en cierta ocasión, que ella de chica –tendría unos diez u once años –se quedaba al cuidado de su hermana pequeña para que su madre pudiera salir a trabajar.  La buena señora, antes de marchar a la faena, dejaba hecha la comida para la familia.  Para la hija pequeña, disponía dos biberones de leche de vaca y le daba instrucciones a su hija mayor –mi amiga –para que se los diera a la hora que le correspondía cada uno y la forma de calentarlos al baño María.  Al principio, todo fue bien pero, a los pocos días, era mi amiga quien se tomaba los biberones, sentada tras la puerta de la calle.  Dejaba un poquito de leche para su hermana que, aumentaba con agua, y eso era lo que tomaba la pequeña.
Como es de suponer, la niña estaba cada vez más delgadita y con aspecto enfermizo.  La madre optó por llevarla al médico y éste la mandó ingresar en el Hospitalito de Niños.  Allí le hicieron una analítica que determinó que tenía anemia.  Mi amiga, arrepentida, contó a su madre lo que hacía en su ausencia con los biberones de la cría.  Por poco la mata, pero no llegó la sangre al río.  La pequeña se recuperó y todo quedó en una anécdota.

Después del incidente, mi amiga volvió a ser escolarizada y su madre –que no podía dejar de trabajar –llevaba a la pequeña con ella.


3 comentarios:

  1. Este relato bien puede servir como ejemplo de los avatares a los que se tenían que enfrentar las mujeres de otros tiempos; las trabajadoras se veían obligadas a delegar en sus hijas el cuidado de los hermanos pequeños, en detrimento de su educación escolar, y las hijas mayores a verse bajo el peso de una responsabilidad que no les correspondía. Aunque nos queda camino que recorrer, hemos avanzado, sin duda.

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  2. Desde luego que sí. Aún así, la mujer sigue discriminada en algunos aspectos y, no sabemos durante cuanto tiempo. Deseo que lo ocurrido en mi narración no se vuelva a repetir.

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  3. Querida Mary, me encanta todo lo que escribes. Tienes una gran imaginación, pero las narraciones que me llegan al alma son las que son vivencias porque tienes mucha ternura y parece que las estamos viviendo. Un abrazo.

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