martes, 29 de abril de 2014

LA CASA de Paula Lugo



Era una niña pequeña, sensible, frágil. Vivía en el campo con su familia.
Un día, mi padre nos pidió a mí y a mi hermana que fuéramos a visitar a un pariente enfermo. Por el camino, tuvimos que cruzar el monte, y cuando llegamos todavía era de día.  Todo iba bien hasta que llegó la noche.  En aquella casa empezaron a oírse unos ruidos extraños.
A la mañana siguiente, el pariente que nos atendía, al que fuimos a visitar, nos contó que unos años antes, allí había muerto una persona ahorcada.

Y como les cuento esto, también les confieso que mi hermana y yo no dormimos la noche siguiente, pensando en el ahorcado.  El recuerdo de aquella casa vieja, aún me aterroriza.


3 comentarios:

  1. Los miedos infantiles son difíciles de olvidar porque casi siempre dejan huellas imborrables; ¡somos tan vulnerables cuando somos niños!

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  2. No pienses más en esa casa. La vida es bella y debemos disfrutarla al máximo. Un abrazo.

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  3. Los misterios de las casas son muy interesantes, pero no hay que amargarse por ello. MªDolores.

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