domingo, 13 de marzo de 2016

EL MENSAJE. Natividad Morín.






            Estaban extenuados, no sabían el tiempo que llevaban navegando a la deriva, se les había acabado la comida y casi no les quedaba agua. Ella no se encontraba bien, agotada, era normal en su estado, el séptimo mes de embarazo. Tuvieron que huir de la guerra y la miseria, por eso se encontraba en alta mar, a punto de morir en una patera, tan frágil que apenas se mantenía a flote. De pronto vieron una botella flotando, la cogieron. Había un papel dentro, lo sacaron y asombrados leyeron.
            “¡A quienes encuentren esta botella y estén leyendo esta carta testamento, son afortunados porque estoy enfermo y no tengo herederos, les dejo mi casa, mis bienes y una cuenta corriente en el banco, que si saben administrarla pueden vivir holgadamente para siempre! ¡Enhorabuena!”
-¡Oh, Dios mío! ¿será cierto? ¡estamos salvados, viene un barco a rescatarnos! –dijo ella- ¡si tenemos una niña la llamaremos Esperanza!.




1 comentario:

  1. Me encanta descubrir que al menos en la ficción los sueños se convierten en realidad, como en tu relato.

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