lunes, 17 de diciembre de 2012

NOCHEBUENA EN EL BARRIO DEL PERÚ de Amalia Jorge Frías






¡Qué distintas eran las Navidades en mi juventud!.  No tenían nada que ver con las que vivimos ahora.  El árbol de Navidad y el Papá Noel no se conocían.  Las casas se adornaban con figuras que recortábamos en cartulina negra y luego pegábamos en paredes y ventanas.  Eso sí, una semana antes, mi madre y las vecinas hablaban a todas horas de la comida que iban a hacer, sobre todo en la Nochebuena.  Sin embargo, por muchas recetas que se intercambiaran, el menú esa noche en mi casa, siempre era el mismo.  Primero, sopa de gallina, luego, conejo en salmorejo y papas arrugadas, de postre las golosinas propias de la Navidad, que teníamos que dejar para más tarde porque ya no nos cabía.

Como las casas eran terreras, nos pasábamos la tarde con la puerta abierta, entrando y saliendo para hablar con todos los que pasaban y desearles una Feliz Navidad, lo que ocasionaba que en la calle, concurrieran toda clase de olores.  Por mucho frío que hiciera esa noche, para mí era la más cálida del año.

Después de cenar, todas las jóvenes íbamos a la Misa del Gallo; un poco por devoción, pero también porque era la única oportunidad que teníamos durante el año, de estar hasta la una de la madrugada fuera de casa.  Aunque, no estábamos solas, ya que las que teníamos hermanos, nuestros padres les decían que tenían que acompañarnos.

Regresábamos de la iglesia, que estaba dos calles más abajo, cantando villancicos y, como ya habíamos hecho la digestión, teníamos ganas de comer y entrábamos en nuestras casas a devorar los polvorones y peladillas que habíamos dejado, ¡ah! y también alguna copita de vino dulce y, así, la noche la alargábamos un poco más.

Al final caíamos en la cama, rendidos, deseando que  el próximo año pasara rápido para volver a vivir otra Nochebuena.


3 comentarios:

  1. Lo describes ¡tan bien! que, he paseado contigo por las calles del Barrio del Perú cantando villancicos y hasta los olores de entonces han llegado hasta mí para recordar aquellos otros de mi infancia. Maravilloso, Amalia.

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  2. Leo tu narración y, me parece que estoy viviendo esos momentos y de la misma forma. Para ser dichosos, no hacen falta grandes cosas, sino amor,amistad,salud y entusiasmo. Magnifico relato el tuyo, me ha llegado al corazón. Felicidades

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  3. Muchas gracias a las dos por los elogios, estas vivencias son muy importantes para mí.

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