martes, 5 de marzo de 2013

EL FINAL de Mary Rancel


                                                                              
Era el día de su santo e invitó a sus cuatro amigos a la celebración.  Llegaron al domicilio a la hora indicada –sabían que le gustaba la puntualidad–.  Le llevaron por obsequio, una botella de excelente vino gran reserva.  Entraron directamente al saloncito y saludaron al anfitrión con efusividad, luego se acomodaron en los confortables sillones.  Acto seguido, entró el mayordomo, que saludó con cortesía a los invitados.  Portaba un carrito lleno de exquisiteces, licores variados y una pequeña tarta que partió en porciones, colocándolas en platos, para cada uno de los presentes, luego de lo cual salió de la estancia haciendo una ligera inclinación de cabeza.
La velada resultó muy amena y, como colofón, acordaron abrir el vino y brindar.  Se pusieron en pie; el anfitrión fue el primero en tomar un sorbo y, nada más hacerlo, cayó desplomado al suelo, como fulminado por un rayo.  Todos se quedaron pasmados.  Llamaron al mayordomo que llegó enseguida y, al ver a su jefe tendido en el suelo, le tomó el pulso, tocó su cuello y dijo, está muerto, no tiene latido.
-¿Quién lo ha hecho? ¿Quién de ustedes ha matado al señor? –añadió desafiante.
Su voz era trémula y tenía el rostro demudado por la sorpresa.  Miró a los asistentes, escrutándoles y susurró para sí, le han envenenado con el vino, ¡traidores, malos amigos!
Uno de los presentes cogió el móvil y marcó el 112, pidiendo una ambulancia que, presta, acudió al lugar.  El médico examinó al hombre concienzudamente.
-Esta persona padece de catalepsia y le ha dado un ataque, tardará algún tiempo en recuperarse –comentó, añadiendo:
-Hace años, se llegó a enterrar a algún prójimo pensando que había fallecido.  Los signos de esa enfermedad simulan la muerte.
Todos miraron al mayordomo y uno de ellos se dirigió a él y le soltó en tono grave:
-Pensamos que habías sido tú y querías encasquetarnos al muerto.  Menos mal que todo ha quedado en un susto.
El lector cerró el libro aliviado, le había gustado el desenlace de la historia que le había mantenido expectante desde el principio.
-Por una vez, el mayordomo no es el asesino.  Ya era hora de cambiar ese clásico final –pensó para sí.





2 comentarios:

  1. Pues si que has sabido engañarnos, Mary. Cuando ya todos creíamos, tal como le sucede a los personajes, que el mayordomo era el culpable, tú has logrado dar una vuelta de tuerca para conducir el desenlace hacia un final más original y por lo tanto, más sorpresivo. Finalmente, lo que parecía ser un relato negro, se ha convertido en un juego al que tú, como autora, nos has invitado a nosotros los lectores, sin que nos percatáramos de ello. Excelente.

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  2. Tengo una buena maestra y eso se nota.

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