martes, 27 de enero de 2015

ENIGMA Mary Rancel




Coincidimos en la clínica dental.  No soy nada observadora pero, en este caso, me llamó la atención el atractivo de la muchacha.  Era joven, entre veinte o veinticinco años, de cuerpo esbelto a pesar de su baja estatura, piel bronceada, pelo oscuro y rizado con las puntas color caoba, boca de labios carnosos, bonita sonrisa, naricilla roma, ojos marrones muy expresivos, cejas arqueadas y cara redondeada.  Vestía de manera informal: blusa y pantalones ajustados al cuerpo, calzaba tenis y llevaba un pequeño bolso negro.  Sus rasgos indicaban claramente que era latinoamericana, así como la entonación de su cálida voz.

¿Qué puede hacer esta criatura en el dentista si posee unos dientes preciosos?, fue la pregunta que me hice.  ¡Está clarísimo! Tiene una caries y viene a que le realicen un empaste, pensé, aunque no parecía factible.  Recapacité de inmediato.  ¡¡No!!, seguro que acude para hacer un anuncio publicitario para promocionar la clínica; tiene una dentadura perfecta.  En ese momento, me llamaron para entrar al despacho de mi odontóloga.  Al salir, no había rastro de la chica de mis dilemas.  Sin su presencia, desaparecieron también mis elucubraciones.


3 comentarios:

  1. Buena caza de personaje, Mary. Profusa descripción, llena de detalles, lo que nos habla del ojo avizor del narrador.

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  2. Es que cuando hay materia prima...?, todo lo demás sobra y, esta chica, al parecer, no tenía desperdicio..

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  3. No seas tan modesta, tu has puesto mucho ingenio para esta narración. Muy bonita. Mª Dolores.

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