domingo, 1 de marzo de 2015

COMO UN VIEJO BARCO Edelmira Linares.






Bajo la tibia tarde de mayo, paseaba con mi pena a cuestas, por el viejo embarcadero, a esa hora ya desierto. Descansaba de la ajetreada mañana de faena. Deambulando sin rumbo fijo, dejaba que los pies me llevasen, sin oponer resistencia alguna, cuando vislumbré, a lo lejos, el viejo y olvidado barco de don Julián.
Sin darme apenas cuenta, estaba subida en él. Ya no era ese imponente y majestuoso barco que fue antaño; el paso del tiempo había hecho mella en él, al igual que en mi maltrecho corazón.
Tenía la madera áspera e incluso podrida, los tornillos oxidados, pero seguía luchando por mantenerse a flote. Así me sentía yo, como un barco viejo olvidado y oxidado; sombra viva de lo que fue y ya nadie recuerda. 
Apoyada en la barandilla de proa, mirando al infinito mar, una lágrima brotó de mis ojos y entonces… cayó al mar.




3 comentarios:

  1. Bella analogía entre un antiguo barco y un viejo corazón maltrecho, que sirve para acercarnos a un clásico de la literatura: el paso del tiempo y sus efectos en nuestro ánimo. Pareciera que el viejo barco y la protagonista de esta historia se fundieran en uno solo y, acaso, esa lágrima que cayó al mar fuera de los dos. Me ha gustado.

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  2. Como de costumbre nos has brindado un relato estupendo lleno de evocaciones. Mu ha gustado un montón

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  3. !Qué romántico!, es precioso. Cuando lo leiste en el taller, me quede pasmada. !Bravo!. Mª Dolores.

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