domingo, 20 de enero de 2013

MEJOR IMPOSIBLE de Teresa Jiménez





Habían quedado en la playa al atardecer.  Luis llevaría puesto un chándal amarillo para que lo identificara inmediatamente, por su oscurecía pronto.  ¡Y ella que se había hecho la ilusión de que el la llevaría a una de esas fiestas que hacen en los hoteles!.  Por eso se había puesto de punta en blanco, ¡monísima de la muerte!.  Él se alegró de verla así y no puso inconveniente.  Como en la película Mejor imposible, entraron al hotel, él pidió una corbata y una chaqueta y pasaron una noche estupenda. ¡El amor todo lo puede!


2 comentarios:

  1. Ya lo creo que sí. Lo has contado muy bien, mejor imposible.

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  2. Ese ingenio inagotable tuyo, nos lleva por caminos inimaginables siempre preciosos y, con el amor por medio, signo de romanticismo.

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