domingo, 23 de febrero de 2014

EL PUENTE SOÑADO de Carmen Margarita



En la vida ocurren cosas que no se pueden explicar.  Yo, desde que era pequeña, siempre había tenido un sueño que me hacía feliz, aunque me despertara desasosegada.
Así ocurría con cierta asiduidad hasta que, un caluroso verano de hace dieciocho años, decidimos ir a pasar una semana a Andorra.  Cuando entramos a la ciudad, me pareció que estaba en un cuento y mis sentimientos se empezaron a revolucionar.  Yo pensaba que estar en medio de aquel maravilloso paisaje, donde un río partía la ciudad, y el ruido del  agua al pasar, era como un canto celestial; todo eso unido, era cercano a lo irreal, hacía que me sintiera en la gloria, casi como si…estuviera soñando.
Aquella noche fue maravillosa; paseamos a la luz de la luna en medio de aquel cuento de hadas con sus castillos de torres puntiagudas, las casas con geranios en las ventanas y las cortinas a cuadros con bolillos y tantos jardines encerrados entre dos montañas…, ¡una maravilla!...
A la mañana siguiente, me levanté temprano y salí a caminar a la orilla del río, sola.  De pronto, me encontré con un puente de piedra y me senté a contemplarlo, sentada en un banco hecho de aquella misma roca gris en el que se veían unas preciosas hiedras entrelazadas entre sí.  Me sentí como en un jardín cuajado de flores de todos los colores y disfruté con la contemplación de aquel portento de la naturaleza.  Cuando levanté la mirada, de pronto, me vi en el sueño que solía tener.  El entorno era el mismo y sólo al ver bajar por el paseo la figura de aquel hombre protagonista de mis sueños, caí en cuenta.  Nunca le había puesto rostro, pero allí estaba, ahora ya sabía quién era.  El corazón se me salía por la boca, ¡Dios mío!.  El mismo paisaje, el mismo ambiente; sólo faltaba que el viejo puente hubiera estado solo para que la realidad fuera exacta al sueño que, a propósito, a partir de entonces, no se volvió a repetir jamás. 


Ahora me gustaría volver a tenerlo porque en él, vería el rostro de aquel hombre; Manolo, mi amado esposo…pero entonces, pienso que tuve suerte de que mis sueños se hicieran realidad y ahora, su recuerdo me hace seguir serpenteando el camino de la vida con ilusión y alegría.



3 comentarios:

  1. Una historia preciosa, Carmen, plena de esa atmósfera, ese tono y ese ritmo que tú sabes colocar en tus relatos. Huele a verdad, no importa si la historia es real o no, y eso se agradece. Muy bien.

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  2. Dentro de tu mundo de romanticismo se aprecia que eres feliz. Quiero que sepas que a mí me has sabido introducir en esa forma de expresarte que me parece tan bonita.

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  3. Que maravilloso, poseer tanta sensibilidad para poder recordar y disfrutar las cosas buenas que has vivido, te felicito por ello, y por la facilidad que tienes para plasmarla en el papel.

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