martes, 13 de enero de 2015

TRABAR LA HEBRA Mary Rancel





Desde que llegó a la gran ciudad, la muchacha se sintió enormemente sola.  A nadie le importaba lo que le pasaba, ni lo que decía.  A pesar de ser claustrofóbica, subía al ascensor de su edificio intentando entablar conversación con los usuarios; prontamente comenzaba a contarles sus cuitas, pero éstos no le hacían el menor caso.  Cada vez que entraba a una cafetería contaba su sueño a quien estuviera a su lado; le miraban con indiferencia y no le contestaban.  Ella, que jamás fue una mujer osada, abordaba a los paseantes para hablarles del tiempo que hacía –una manera sencilla de entablar conversación –y ni por esas; siempre la ignoraban.
Fue tanta su soledad que hasta pretendió participar en un taller de narrativa; ¡no quisieron admitirla!.  Resultó chocante pero le dieron con la puerta en las narices.
A pesar de los contratiempos, ella no pierde la esperanza de encontrar con quien trabar la hebra un día cualquiera.  Entonces deshojará su historia, pese a quien pese.







3 comentarios:

  1. Terrible el peso de tanta soledad la de tu protagonista, Mary. Lástima que no tocó las puertas de Las Flores del Teide; entre nosotras hubiera tenido sitio y hasta se hubiera atrevido a contarlo en las páginas de un libro titulado Las Flores del Teide Narran, ¿verdad?.

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  2. Será mi recomendación en cuanto la vea, no se va a arrepentir, nosotras estaremos encantadas y ella encontrará la oportunidad de contar sus historias. .

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  3. Me tienes que presentar a tu protagonista, yo si le haré caso, pues la comprendo. Mª DOLORES.

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