lunes, 23 de febrero de 2015

LA CARTA Natividad Morín.





            Ha terminado la carrera de enfermero, le gusta ayudar a los demás. Para sus padres, habría sido una satisfacción que hubiera hecho medicina, pero la muerte de sus progenitores se lo impidió, tuvo que ponerse a trabajar.
            Era un chico valiente y con las ideas claras, eso se lo debía a su madre, hizo enfermería que era más corta y económica, y terminó con matrícula. Sus profesores estaban muy orgullosos de él, ¡Ahora falta que encuentre trabajo!–les decía él-, ¡No te preocupes, seguro que pronto lo encontrarás, eres un chico responsable y profesional, te echaremos una mano! –le dijeron-.
            Pasaron unos meses, el joven estaba desesperado. Un día, el cartero le entregó una carta certificada; la abrió. Venía de Barcelona, estaba nervioso, la leyó y dio un grito de alegría ¡ya tenía trabajo! Solicitaban sus servicios en un renombrado hospital de Barcelona. ¡Gracias, Dios, papá, mamá por echarme una mano! Le pareció oír en la lejanía una voz ¡Te lo mereces!.




3 comentarios:

  1. Esfuerzo recompensado. En esta época donde conseguir un buen puesto de trabajo se ha convertido o en un imposible o en una odisea, ha de celebrarse con bombos y platillos cuando se logra encontrar uno donde se pueda ejercer la profesión o el oficio para que el uno se preparó con tanto sacrificio.

    ResponderEliminar
  2. Nati, no te preocupes, seguro que el chico encnuentra trabajo como efermero. A mi ratita presumida, se lo ofrecieron
    en el Hospital Universitario. Mª Dolores.

    ResponderEliminar
  3. ¡Sacrificio recompensado! . Es una maravilla escuchar en estos tiempos la palabra "tengo un trabajo" y tu has conseguido que la escuchemos.

    ResponderEliminar