lunes, 23 de marzo de 2015

DESOLACIÓN. Natividad Morín.




            No parecía real lo que estaba viendo, nada más llegar a su  casa, después de recoger al hijo del colegio. Vio pasar un camión de bomberos y al final de la calle, un par de coches de policías impedían el paso a todos los vehículos y personas.
            Llegaba un fuerte olor a quemado, y a lo lejos, se podía ver una enorme columna de humo negro.
            Se dio cuenta de que la humareda venía de la zona donde estaba su hogar.
            Echó a correr, pero un guardia le cortó el paso.
            –¡Es mi casa! ¿qué ha pasado? –exclamó ella-
            –¡Señora, no puede pasar, es peligroso y menos con un niño! –le aconsejó el policía-.
            –¡Oh, Dios mío,  ¡dejé la satén al fuego!.
            Cómo explicarle al niño que ya no había remedio; tendrían que abandonar su casa. Todos sus recuerdos destruidos, por un descuido.
            El pequeño lloraba desconsolado; ya había perdido  a su padre y ahora esta desgracia, era difícil superar todo aquello pero…pronto llegaría el tiempo de pasar página.




2 comentarios:

  1. Este inicio, nudo y desenlace obligados de esta semana, nos han conducido hasta historias llenas de dramatismo; un ejemplo es esta tuya. Desolación es un buen título porque es lo que el lector siente al ponerse en la piel de estos protagonistas; menos mal que pronto pasarán página.

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  2. Siempre encuentro interesantes tus escritos, éste como los anteriores me ha encantado.

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