lunes, 23 de marzo de 2015

TEMPRANO DESENGAÑO. Elvira Martín Reyes




            No parecía real lo que estaba sucediendo en la pequeña granja, aquella mañana de mayo. Todo el mundo corría de un lado para otro, pendientes de los preparativos para la feria del ganado, pues solían venir muchos familiares y a la vez futuros compradores.
         De pronto, el pequeño Mario que, con sus nueve años no había visto nunca  tanta gente junta, se quedó paralizado al ver a una hermosa señora que llevaba de la mano a su pequeña, rubia y con grandes ojos azules, que al verlo le preguntó
          – ¿Cómo te llamas?.
         Mario –respondió el niño tímidamente.
          –¡Yo soy Carla! –le indicó la niña, muy espabilada –Te enseñaré la hermosa vaca que trajo mi padre para venderla.
          El niño abrió los ojos de par en par al ver tremendo animal mugiendo, y que al instante, se echó al suelo y se puso a parir. Mario gritaba de alegría y susto al ver la bonita ternera que estaba naciendo
         – ¡Papá papá! Quiero esa vaquilla para mí.
          La niña, al escucharlo, llamó a su padre apresurada
         –Papá, este señor quiere comprar la ternera.
         Ambos padres llegaron a un acuerdo siempre que pagara por adelantado.
         Mario daba saltos de alegría invitando a la niña a algodón de azúcar y ambos se fueron a ver el resto de la feria. El niño pensaba ¡hoy es el día más feliz de mi vida! y la niña a su vez pensaba ¡qué gran negocio ha hecho mi papá!.
         A la mañana siguiente Mario se levantó apresuradamente, atravesó el verde prado que separaba la granja de los establos.
         De pronto, se quedó petrificado al ver que el recinto estaba vacío. Salió gritando hacia la casa llamando a su padre y a Carla.
          –¡¡Papá la vaca y el ternero han desaparecido!!.
         Al salir, su padre se dio cuenta del timo del que habían sido objeto. ¿Cómo explicarle al niño que ya no había remedio?.
         Ocho ferias después, encontró a la niña rubia convertida en mujer pero afortunadamente para Mario había aprendido bien la lección separando el corazón de los negocios.
         Había llegado el momento de pasar página.


2 comentarios:

  1. Todo un relato el que has construido a partir del inicio, nudo y desenlace impuestos como reto esta semana. Buen trabajo, Elvira.

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  2. Cosas del destino, diría yo. Suele jugarnos malas pasadas..

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