miércoles, 3 de octubre de 2012

UN OLOR, UN AROMA de Elvira Martín Reyes




Aunque siga visitando toda la vida a La Laguna, siento la sensación de entrar y descubrir esta ciudad por primera vez. La Laguna, para los que no la conocen es una ciudad a diez kilómetros de Santa Cruz de Tenerife donde está la sede de la Universidad de La Laguna.
Vista por una niña de ocho años, cuando entraba en ella, lo primero que percibía eran sus olores.  Yo salía a pasear por la calle de La Carrera y recuerdo cómo me gustaba sentir el frío en la cara; me daba sensación de libertad.  El paseo se alargaba por el antiguo mercado y estando allí se despertaban todos mis sentidos.  Los olores a las frutas y hierbas se mezclaban con el de las flores y a éstos se unía la visión de los pájaros de distintos colores o al señor que afilaba los cuchillos o al que despachaba el chocolate con churros en el bar.  Después, íbamos a comprar un Para Hoy, o sea, un número de ciegos, actualmente sorteo de la Once.  Esta mezcla de sensaciones culminaba cuando, pasando por la catedral y la plaza de los patos, nos dirigíamos a la panadería que estaba cerca de la Iglesia de La Concepción.  Ya subiendo la calle, llegaba el aroma a pan de leña.  Ese olor lo conservo aún; cuando nombro a La Laguna, huele a pan de leña, a fruta y a flores, a tierra húmeda, a gente mayor caminando con el pasito apretado por el frío.  En definitiva, huele a hogar.


4 comentarios:

  1. Al leerte, me recordé a mi misma paseando por las mismas calles y percibiendo los mismos aromas. Tu escrito me trasladó a mi temprana infancia; eso es lo que tienen los olores, ya lo decía Proust.

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  2. Sigo todos tus escritos y tengo que decirte que me gusta mucho como expresas esas vivencias tuyas , pues me asen sentir bien y en los tiempos que corren eso es de gran ayuda.

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