Hija:               Hola papi ¿qué tal te fue el
día?.
Padre:           Estupendo me encontré con mi amigo
José.
Hija:               ¡Qué bien! 
Padre:           Y a ti cómo te fue en el examen de
matemáticas.
Hija:               ¡Excelente! Saqué un diez.
Padre:           Me alegro te lo mereces, eres buena
alumna.
Hija:               Gracias papi.
Padre:           Te dejé la medicina como de costumbre
en la mesilla de tu habitación. Pero cuando me levanté para ir a mi trabajo me
di cuenta que no te la habías tomado.   ¿Qué
pasó? Tú sabes que es el tratamiento para el bien de tu salud.
Hija:                            Lo siento papi, me quedé dormida.
Padre:           Espero no se te haga costumbre.
Hija:                           Pero no te enfades papi te prometo no
volverá a ocurrir.
Padre:           Está bien.
Hija:                           ¿Cómo te va en el trabajo?.
Padre:           De momento bien, sólo que me han
cambiado el horario. Tengo que trabajar todo el día.
Hija:                           Son muchas horas me da pena que trabajes
demasiado.
Padre:           Es mi obligación hacerlo tengo que
sacar la familia adelante.
Hija:               Es por eso que sigo estudiando para obtener una
profesión y poder trabajar yo y tú puedas descansar y poder recompensarte el
sacrificio que estás haciendo por mí.
Padre:           Te lo agradezco sé que lo dices con
sinceridad, todos los días doy gracias a dios por haberme dado una hija con
buenos pensamientos.
Hija:                           Yo también doy gracias a Dios por tener el
papá más responsable.
Padre:           Espero que esta conversación sirva
para tener más comunicación entre nosotros, como padres e hija que somos.
Hija:                           Claro que sí papi.
Padre:           Déjame darte un abrazo.
Hija:               Sí papi hazlo.