martes, 11 de marzo de 2014

EXPERIENCIA de Natividad Morín





Me llamo Carlos, tengo trece años y voy al colegio público.  Estoy en segundo de la ESO.  Mis padres están orgullosos de mí; siempre presumen de tener un hijo responsable y estudioso, dicen que soy un niño modelo.
Soy un poco reservado, por eso me cuesta hacer amigos, pero casi siempre hay compañeros que te hacen cambiar.
En este curso, llegó un nuevo estudiante que rápidamente hizo amistad con todos y, sobre todo, conmigo.  Es muy simpático y espabilado.  Cuando terminan las clases, me espera para salir juntos.  Con él, me siento a gusto y me lo paso bien, tanto que mis padres se han dado cuenta de mi cambio.

Hace unas semanas, en la hora del recreo, cuando fui al baño, encontré al chico nuevo fumando.  Me quedé que no sabía qué hacer.  Quise salir, pero él me dijo  que me quedara, que no pasaba nada, pero no se lo contara a nadie.  Me ofreció un cigarrillo y, horrorizado, le contesté que ¡no!.

Me estuvo insistiendo en que fumara muchas veces, en el baño, en el patio, diciéndome que no lo notarían.  Siempre le había dicho que no, hasta que una mañana acepté.  La experiencia resultó malísima y me bastó para saber que nunca más lo volveré a probar.


2 comentarios:

  1. Mala experiencia que dio como resultado una buena lección. Ojalá ocurriera así siempre, ¿verdad?

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  2. Esto ocurre cada día; lo bueno sería que a todos les ocurriera lo mismo que al niño del cuento.

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