martes, 5 de febrero de 2013

EL ESPANTAPÁJAROS de Dolores Fernández Cano





Raimundo, de profesión labrador, ha colocado en su huerto un espantapájaros, para proteger la cosecha, intentando con eso, que los pajarillos no picoteen las verduras.  Lo ha vestido con una levita descolorida, que antaño perteneció a su abuelo.  También le ha puesto un sombrero de paja comprado en un mercadillo.
El espantapájaros asusta a las aves, menos a una preciosa calandria.  Se siente atraído hacia ella.  Permite que se pose en las lechugas y, en agradecimiento, la calandria le susurra una dulce melodía.
Una mañana gris, la calandria le anuncia algo.
-Vengo a despedirme, he encontrado a un garboso mirlo y me ha invitado a recorrer Europa con él.
¡Pobre espantapájaros!.  Le suplica que no se aleje de él, pues la ama locamente, mas ella no le hace caso.  La calandria parte volando camino de su velocidad.
Al quedarse solo, al espantapájaros le saltan  lágrimas que se funden con las gotas de lluvia que caen del plomizo cielo.
¡Adiós, bella calandria!

2 comentarios:

  1. La literatura se siente siempre atraída por los amores imposibles. Este relato breve es una muestra de ello. Triste y sin embargo, hermosa historia de un amor no correspondido. Me ha gustado, Dolores.

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  2. Esta narración trae a mi memoria una bella canción de una calandria y un gorrión. Me encanta como escribes y disfruto haciéndolo.

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