martes, 6 de marzo de 2012

EL RUGIDO DEL DRAGÓN ALADO de Mary Rancel

EL RUGIDO DEL DRAGÓN ALADO 




Ocurrió una noche desapacible, con viento huracanado, lluvia torrencial, relámpagos que iluminan de forma intermitente la estancia, truenos que rugen dejando un eco grave y profundo.  Las ramas de los árboles azotan atrozmente la ventana de la buhardilla de la inmensa casona donde me hallo, acostado en mi cama; los ojos muy abiertos, llenos de miedo y pánico.  Estoy trémulo, aterrado, a punto de llorar.  En mi mente bullen ideas tenebrosas.  Intuyo que el Dragón Alado entrará por la ventana de mi aposento de un momento a otro.  Es un monstruo muy temido.  Diviso el fuego que exhala por su boca y nariz; sus ojos como focos alumbran mi cuarto de forma alterna y, luego… las tinieblas y aquel extraño ruido, funesto e inaudito, producido al brotar del volcán el monstruo; es allí donde habita.  A la par, puedo sentir el batir de sus inmensas alas, su enorme cola desplegada moverse de forma sinuosa, devastando los árboles del bosque, rompiendo sus ramas que caen al suelo.  Entonces, el viento imbatible las arrastra y sacude brutalmente, sin piedad.  Cada vez me siento más desolado, vacío, turbado por el espanto.  Parece que el resto de mi familia ignora este momento crucial de mi vida.
Vertiginoso, siento más agudo, si cabe, aquel extraño ruido brutal, el sonido de unos cristales rotos al caer y una sacudida infernal.  La estancia se llena de luz de forma irreal, como si raudo el sol entero se metiera dentro del cuarto.  Por la ventana, veloz, penetra el Dragón Alado, da un bramido… pretende raptarme.  Se hunde el piso de la habitación, quiero asirme a algo inexistente para no caer, doy un salto y… despierto.  Me encuentro sentado en la cama, fatigado, jadeante y frío.  Veo a mi alrededor a mis padres y abuelos; han subido hasta mi habitación al oír mis gritos, alarmados, sospechando que me pasaba algo.  En ese instante me doy cuenta: todo ha sido una espeluznante pesadilla.  Mi familia me da su cariño, soporte y abrigo.  Papá, esa noche, se queda conmigo haciéndome compañía.  Duermo sosegado.  Al despertar, encuentro un maravilloso amanecer, ¡esplendido!, sin rastro de tormenta.






2 comentarios:

  1. Este es un relato de ficción en toda regla, muy bien estructurado y con un giro inesperado hábilmente dispuesto para un final sorpresivo. Muy bueno

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  2. TE DOY LAS GRACIAS POR PUBLICAR MI CUENTO TENEBROSO Y TAMBIÉN POR TU COMENTARIO

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