lunes, 3 de diciembre de 2012

LA CONVERSACIÓN de Mary Rancel



Han pasado años y a pesar de ello, aún se siente frustrado por lo que pasó con su vecino y que tanto le ha marcado en su vida.  Desea liberarse de ese rencor pero, no lo ha conseguido.  Hoy es la ocasión, y no piensa desaprovecharla.  En el encuentro se mostró inmutable.
-¡Hola Víctor! ¡Cuánto tiempo sin verte!.  Con las ganas que tenía de hablar contigo y dejar las cosas claras, porque estoy en un sin vivir por tu culpa.
Víctor responde con gesto indolente.
-Hombre, Fran, si no me has visto es porque no has querido.  Que yo sepa, no he cambiado de domicilio, no soy como otros… que esconden la cabeza bajo el ala, como los avestruces, para evitar problemas.  ¡Yo siempre doy la cara!
Al escuchar esto, Fran no se puede contener y, en tono amenazante exclama vociferando.
-¡Hay que ver lo mentecato que eres! ¿Abrase visto mayor desfachatez? ¡Si has sido tú quien me ha destruido!  Encima de que me atropellaste con tu vehículo, te diste a la fuga y buscaste testigos falsos para mantener tu coartada, ¿te atreves a decirme que tú das la cara?, ¿sabes lo que eres?, ¡un mal nacido!.  Has amargado mi vida y la de mi familia.  Lo único que pido es, que te pase lo mismo que a mí y repercuta en tu descendencia.  De ese fatídico día no duermo tranquilo.  Vivo a expensas de mis suegros y para más inri, no me pagan nada por la minusvalía que arrastro desde entonces. ¿Te parece poco el daño que me has hecho?
Víctor escucha en silencio mientras su rostro denota su turbación y balbucea.
-Lo siento pero… no puedo reparar el daño que te ha causado mi imprudencia.  Me consta que vendiste tu casa para costear los gastos médicos y que te fuiste a vivir con los padres de tu esposa.  Hasta ahora, de verdad, no había advertido, lo mal que podías sentirte por mi irresponsabilidad.  Te ruego me perdones.
Fran, lleno de rabia, grita.
-¡Qué te perdone Dios!, porque lo que es yo, ¡jamás de los jamases!, que los remordimientos no te dejen vivir, es todo lo que te deseo.
Y se largó, dejándole toda la angustia de que él se desprendió, haciéndole vivir en la incertidumbre el resto de sus días.


2 comentarios:

  1. Intensidad lleva consigo esta conversación, justificada por un trasfondo de malos procederes y rencores enquistados. Quedan patentes, ambas cosas gracias a tu manera de relatarnos la historia.

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  2. Escribí esto, recordando una historia conocida muy similar.

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