viernes, 22 de noviembre de 2013

LA PENA de Edelmira Linares






Cada anochecer, María salía al balcón con una taza en la mano.  Se apoyaba en la barandilla y suspiraba.  Él la veía desde la ventana del salón y se preguntaba por qué lo haría. Era una rutina diaria que raramente variaba.
María era una mujer bella, con éxito en su trabajo y de gran vida social y, aún así, en el alma llevaba una pena.  Miraba al cielo durante largo rato, quién sabe si pidiendo consejo a la luna o compañía a las estrellas, mientras sus gatos –fieles testigos de su tristeza –le lamían las heridas del alma.  Esas que jamás cicatrizan y, aunque el tiempo pase, nunca sanan.


1 comentario:

  1. Relato de final abierto muy bien construido, Mima. Al lector le es fácil dibujar la escena en su mente y conectar con la pena de María, aunque no sepamos qué razones la motivan.

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