martes, 18 de febrero de 2014

LA VENTANA De Natividad Morín





Hacía un año que Elisa había terminado la carrera universitaria, pero no encontraba trabajo. Por eso decidió salir afuera, a otro país, a Suiza, a ver si había suerte y conseguía uno.
Cuando llegó, quedó deslumbrada al ver esos maravillosos y enormes rascacielos. Alquiló un piso en un edificio de veinte plantas, el de ella estaba en la número doce
- ¡Espero que no falle el ascensor porque hay muchos escalones que bajar y subir!. –se decía.
El pisito era pequeño y acogedor, con grandes ventanas desde donde se divisaba parte de la ciudad.
Siempre le había gustado una casa con mucha claridad; lo malo de las ventanas es que tenía que ponerle cortinas porque  si no lo hacía, sería el centro de atención de los mirones de los edificios de enfrente, y allí abundaban.
Puso unas cortinas bonitas y alegres que no dejaban pasar la luz, pero no pasaba nada, así tendría más intimidad, pondría una lámpara en un lado del sofá para leer y ver la tele.
Al cabo de una semana, la han llamado para una entrevista. Se ha puesto muy nerviosa, tiene que prepararse; ella misma se arreglará el pelo y las manos que es donde más se fijan, quiere estar impecable.

¡A ver si tiene suerte y lo consigue!  Confía en sus estudios y buena preparación y un poquito en su físico, y también en la vela que le ha puesto su madre a la Virgen de Candelaria.



4 comentarios:

  1. Toda ayuda es poca, pero Elisa se ha preparado a conciencia y ha apelado a lo humano y a lo divino, ¡tendrá suerte!

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  2. La juventud mejor preparada que hemos tenido emigra a otros países para trabajar. Es una pena pero, no queda otro remedio.

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  3. Muy bueno tu relato, seguro que con la ayuda extra de la vela, a la protagonista todo le saldrá bien.

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  4. El relato es bonito, pero las cortinas mucho más.Dolores.

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