miércoles, 22 de febrero de 2012

EL RELOJ DE PULSERA de Mary Rancel

EL RELOJ DE PULSERA 

Me ocurrió de pequeña.  Estaba tan empeñada en conseguir un reloj de pulsera –que no llegaba– que el día en que apareció ese deseado bien, fue para mí la más importante primera vez.  Recibía algo en mi vida verdaderamente sublime.
Fue de manos de una tía de mi madre llamada María a quien yo no había visto nunca.  Llegó de Venezuela y fui a visitarla, junto a mis padres, a Los  Cristianos, donde residía desde su llegada.   Esta persona fue muy generosa.  Nos conocimos ese día; el mismo en el que me hizo el regalo más importante y preciado de mi corta vida: un reloj de pulsera maravilloso.  Mi ilusión hecha realidad; no me lo podía creer.
Era la víspera de mi cumpleaños y ese resultaba ser el mejor regalo que yo podía recibir: ¡lo había soñado durante tanto tiempo!. (Seguramente sólo unos escasos meses, que a mi me parecieron interminables).
Al día siguiente cumplí doce años, ¡qué maravilla!: un reloj y un año más.   No se podía pedir nada más fascinante. Me sentía ¡divina de la muerte!.
Mi reloj fue admirado por mis amigas y pasó por la muñeca de todas, hasta por la de Tere que ya tenía uno pero, ¡ni punto de comparación con mío: dorado, pequeño, rectangular, nuevo, con la pulsera en forma de guirnalda de flores y una cadenita de seguridad; eso era lo novedoso.  Nadie había visto un reloj con semejante complemento; tan bonito, útil y que lo hacía aún más exclusivo.
Esa fue mi primera vez: conseguir mi ansiado reloj.
Aún hoy lo recuerdo, lo retrato en mi memoria y… ¡me sigue pareciendo el reloj más bonito del mundo!.


1 comentario:

  1. Has sabido trasladar muy bien los sentimientos de la niña, casi adolescente, que fuiste, frente a esa inolvidable primera vez. Eso hace fácil que el lector se sienta identificado con la historia.

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