martes, 5 de marzo de 2013

ESTEBAN de Dolores Fernández Cano


 Dos amigas se encuentran en la calle y, después de saludarse efusivamente, deciden entrar a una cafetería para proseguir la amena charla, saboreando un buen café.
Pepi la simplona relata con todo detalle a Ramona la enterada, que ha conocido a un hombre encantador, educado, culto y cariñoso.  También que éste le ha contado que posee un apartamento en la costa y que además le concedieron en su juventud, una medalla de la Legión Española.  Su nombre de pila es Esteban.
Ramona, al escucharlo, exclama:
-¡Ah! ya sé quién es, le conozco perfectamente.  No creas lo que te ha contado.  Le gusta pavonear ante las mujeres, sabe venderse a sí mismo.
-Siempre tienes que sermonear y sacar a relucir tus temores.  Puede que haya cambiado al conocerme –responde Pepi disgustada.
-No te sermoneo –advierte Ramona –mi recomendación es que no creas sus mentiras.  Sólo trato de evitarte sufrimientos.  Para acabar, afirmo con toda seguridad que ese tipo no cambia aunque se meta a cartujo, no en vano lo llaman  Esteban Noselocrean.

ÁNGEL SIPUEDO de Edelmira Linares




Cuando la luna se oculte para dar paso al nuevo día, antes de que salga el sol, ya habré partido.  Dejaré atrás todo lo que un día fue mi vida, para empezar de nuevo, quizá con mejor fortuna.  Dejaré también todos mis miedos, mis fracasos, mis decepciones y desamores, enterrados en la fosa más honda que pueda encontrar.  Y en la lápida grabaré, a hierro ardiendo: “Aquí yace el viejo Ángel”.
Puesto que, en la vida que comienzo, iré sin cargas, con la cara bien lavada y la espalda erguida, seré la persona positiva y optimista que siempre quise ser.  Así que, si algún día me buscas, o preguntas por mí, hazlo llamándome por mi nuevo nombre,  Ángel sí, pero Ángel Sipuedo.


MILAGROS DINAMITA de Teresa Jiménez


                                                                                             

¡Vaya dinamita la de Milagros!.  Era una chica tan explosiva que la llamaban la contrahecha, de bien que estaba.  Se llevaba a los hombres de calle, hasta que se enamoró de verdad y entonces pasó la pena negra.  Puso todo por su amor, no digo dio  porque no tenía nada más que su trabajo ¡y se las cobraron todas juntas!.  Se llenó de hijos y tuvo que escuchar muchas veces que comía gracias al que se los hizo, que no era otro que su marido.
La vida siguió sin él y ahora Milagros vive tranquila con lo que la justicia le marcó, tras el divorcio, eso sí, se quedó sin ganas de darlo todo por amor.




EL FINAL de Mary Rancel


                                                                              
Era el día de su santo e invitó a sus cuatro amigos a la celebración.  Llegaron al domicilio a la hora indicada –sabían que le gustaba la puntualidad–.  Le llevaron por obsequio, una botella de excelente vino gran reserva.  Entraron directamente al saloncito y saludaron al anfitrión con efusividad, luego se acomodaron en los confortables sillones.  Acto seguido, entró el mayordomo, que saludó con cortesía a los invitados.  Portaba un carrito lleno de exquisiteces, licores variados y una pequeña tarta que partió en porciones, colocándolas en platos, para cada uno de los presentes, luego de lo cual salió de la estancia haciendo una ligera inclinación de cabeza.
La velada resultó muy amena y, como colofón, acordaron abrir el vino y brindar.  Se pusieron en pie; el anfitrión fue el primero en tomar un sorbo y, nada más hacerlo, cayó desplomado al suelo, como fulminado por un rayo.  Todos se quedaron pasmados.  Llamaron al mayordomo que llegó enseguida y, al ver a su jefe tendido en el suelo, le tomó el pulso, tocó su cuello y dijo, está muerto, no tiene latido.
-¿Quién lo ha hecho? ¿Quién de ustedes ha matado al señor? –añadió desafiante.
Su voz era trémula y tenía el rostro demudado por la sorpresa.  Miró a los asistentes, escrutándoles y susurró para sí, le han envenenado con el vino, ¡traidores, malos amigos!
Uno de los presentes cogió el móvil y marcó el 112, pidiendo una ambulancia que, presta, acudió al lugar.  El médico examinó al hombre concienzudamente.
-Esta persona padece de catalepsia y le ha dado un ataque, tardará algún tiempo en recuperarse –comentó, añadiendo:
-Hace años, se llegó a enterrar a algún prójimo pensando que había fallecido.  Los signos de esa enfermedad simulan la muerte.
Todos miraron al mayordomo y uno de ellos se dirigió a él y le soltó en tono grave:
-Pensamos que habías sido tú y querías encasquetarnos al muerto.  Menos mal que todo ha quedado en un susto.
El lector cerró el libro aliviado, le había gustado el desenlace de la historia que le había mantenido expectante desde el principio.
-Por una vez, el mayordomo no es el asesino.  Ya era hora de cambiar ese clásico final –pensó para sí.





CASIMIRO TORPEDO de Luisa Delgado Bello




Así era conocido un hombre que vivía en el pueblo, mas ese no era su apellido sino el apodo que heredó de su padre y su padre de su abuelo.  El pobre hombre ya no sabía qué hacer para que le quitaran aquel apodo que tanto le disgustaba.  No había forma de lograrlo ya que, de boca en boca, se comentaba que esa familia padecía de gases y todo el día los estaba expulsando.  Era como una traca cuando pasaban por su lado.  De ahí el apodo de tor-pedo.



CONFUSIÓN de Lucía Hernández




La palabra confusión tiene varios significados y encierra muchas cosas: equivocación, falta de orden y claridad, oscuridad de pensamiento, duda…
Pienso que si yo digo que ayer te vi con un traje verde y tú lo llevabas rojo, aquí podemos ver la equivocación puesto que tu traje era verde, efectivamente.  Puedo hacer incluso más daño, afirmando que te he visto en un lugar donde jamás has ido; este tipo de confusión es peligrosísima que puede volverse en contra de quien la emite, y si recibe un escarmiento por ello, bien merecido lo tiene.
Las peleas y las discusiones son muy feas y es muy bonito arreglar las cosas con palabras y tener cuidado cuando se abre la boca.  Por eso, cuando me dicen algo suelo quedarme en la duda, ¿será o no será?, y sólo creo lo que veo con mis ojos.
He visto alguna discusión en la que las dos personas creen llevar la razón.  Ambas están confundidas y no recuerdan que con palabras se arregla todo.  Lo mejor en estos casos, es hacer la vista gorda, dar media vuelta corriendo y dejar que sigan su fiesta y yo, después, no sé ni he visto nada.



APEGO de Candelaria Díaz








Este sentimiento ejerce su mayor inclinación sobre el… ¡dinero!: la enfermedad más vírica de este planeta azul.  Desde siempre ha sido así y de ese modo seguirá por los siglos de los siglos, amén.
Las opiniones son variadas; algunos dicen que las pelas no hacen la felicidad, ¡qué bobada!: en el noventa y nueve por ciento de los casos, lo soluciona todo, y … el uno que queda no lo arregla porque es la… muerte.
El apego al dinero es la mayor prioridad, digan lo que digan.  ¡¡Contigo pan y cebolla?!!; un cuento mandarín.




27 DE FEBRERO DE 2013, DÍA HISTÓRICO de Amalia Jorge Frías


                                                                                            

Hoy, 27 de febrero del 2013, es un día que pasará a la historia: su Santidad Benedicto XVI ha hecho su aparición, por última vez, en la Plaza de San Pedro de Roma, donde doscientos mil fieles lo esperaban. 
La despedida fue muy emotiva, sobre todo para nosotros los que hablamos castellano, ya que fue bastante extensa y cercana; quizá tuvo en cuenta que el cincuenta por ciento de los católicos del mundo hablamos esa lengua.
Cuando en el año 2005 fue elegido Papa, pensé que, debido a su avanzada edad, pocas cosas le daría tiempo de hacer, sin embargo, según opinión de los expertos, su proyección ha sido más grande de lo que esperaba.  A pesar de que sólo ha permanecido en el pontificado ocho años, su dedicación y capacidad de trabajo ha superado todas las expectativas y ha podido hacer casi todo lo que tenía programado.
De todos es conocido su carisma y gran humanidad, pero nuestra mayor admiración hacia él, ha sido por el arrojo y valentía de que ha hecho gala, al dimitir en el momento que él ha considerado que sus fuerzas ya no eran suficientes para realizar un trabajo tan difícil e importante, como es ser representante de Jesucristo en la tierra.




UN MILAGRO de Carmita Díaz





Clotilde es una señora entradita en años que siempre está trabajando, no para.  Tiene dos hijos y se afana por sacarlos adelante.  Ellos no se dan cuenta del sacrificio de su madre. 
Cuando Clotilde cae enferma, sus hijos despiertan y juntos deciden que su madre no trabaje más, que ya se arreglarán como puedan.
Pasado el tiempo, un día al salir de su casa, el cartero les entrega una carta que viene de Estados Unidos.  Dentro viene una sorprendente noticia:  su madre ha sido nombrada heredera de una gran fortuna.
Madre e hijos tomaron la noticia como un milagro enviado por Dios.