Esto ocurrió en la década de los años sesenta.
Como cada tarde, desde hacía un año, Paco llegó a la
casa de Rosita con el propósito de trabar la hebra durante unas horas. Solían charlar del tiempo, de las noticias
recientes, del trabajo en la oficina…
Eso sí, en cada visita él la obsequiaba con una flor, un bombón, una
chocolatina… Lo que no esperaba ese día
Paco es que a Rosita se le había acabado la paciencia. Nada más llegar y hacerle entrega de una
preciosa flor, Rosita la dejó de cualquier forma sobre la mesa, sin olerla
siquiera, y le soltó muy enojada
-Déjate de tanta flor de y de tanta charla vacía. ¡Es
que pones de los nervios!. No hace falta
que vengas a entretenerme cada tarde. De
ahora en adelante, saldré con mis amigas –con las que quedan solteras, porque
la mayoría se han casado y tienen hijos–. Mientras, yo aquí, como un pasmarote,
aguantando tus peroratas. Pues…¡se
acabó!, iré al cine, al baile, a pasear… ¡a lo que me dé la gana!. Quiero hacer
una vida normal. ¡¡Quiero echarme un novio!!, todos creen que eres tú, sí, tú,
el que jamás ha dicho que quiere tener una relación de noviazgo conmigo. Tampoco se te ha ocurrido decir lo mucho o lo
poco que me quieres. Yo, siempre
esperando, cada tarde, con la ilusión de recibir una declaración de amor que
nunca llega. ¡Vete! y no vuelvas.
Paco, al principio, se quedó pasmado, luego reaccionó y
dijo:
-Rosita, si eres mi amor, la única a la que quiero más
que a las niñas de mis ojos. Pero, si
bebo los vientos por ti. Si no fuera
así, ¿tú crees que estaría visitándote cada tarde, con calor, frío, viento o
lluvia?. Por favor, no pienses que no te
quiero. Si tú me faltaras…yo, me
moriría. Pero esto es cosa de dos. Yo, esperaba que tú me dijeras…, tú esperabas
que lo dijera yo…y, así han transcurrido el tiempo. Te aseguro que, cada vez con más amor.
Ella, sonriente, le contesta suavemente y con zalamería
-¡Cariño!, ¿no sabes que en el amor es el hombre el que
toma la iniciativa?
-¡Mi amor! –dice Paco sorprendido– pero, si tú nunca
has dejado que yo tome ninguna decisión.
Eso me hizo pensar que con lo del amor, sería lo mismo. ¡No sabes cuánto he sufrido!. Siempre hablabas del machismo y sus inconvenientes,
por eso yo callaba. Si en el fondo sabía
que me querías como yo a ti. A partir de
ahora nada será igual. Todo será cosa de
dos. Pronto nos casaremos.
Definitivamente, había decidió no mirar hacia
atrás. No seguiría esperando.