Durante
mi paseo mañanero, encontré a un muchacho que llamó mi atención pues, a pesar
del fresco reinante, vestía pantalón corto y camiseta. Ante mi asombro, tuvo a bien explicarme que
se dirigía al parque La Granja a entrenar para poder participar en la maratón
de San Silvestre que se celebrará a finales de este año en Madrid. Continuando con la charla, me relata que
tras el entrenamiento, volverá a su casa para seguir con el estudio de la otra
carrera, pues es su deseo convertirse en un afamado periodista. A mi pregunta de cómo se gana la vida,
respondió que trabaja por las noches como croupier en el Casino, que disfruta
mucho cada vez que gira la ruleta y canta: ¡hagan juego, señoras y
señores!. Con un leve movimiento de su
mano alzada, se despidió para seguir su camino arriba, dejando en mi espíritu
un grato sabor…
martes, 27 de enero de 2015
A LA CAZA DE UN PERSONAJE Dolores Fernández Cano
EL SEÑOR DEL BANCO Candelaria Díaz
Este
señor duerme a veces en el banco de mi plaza, haga frío o calor. Alguna vez le doy a tomar algo caliente. Inclina la cabeza y me mira. Tiene cara de buena persona y es ¡un cacho de
hombre!; elegante y eso que es un mendigo.
De regreso, sigo andando mientras me pregunto de dónde será, si tendrá
familia, si habrá sido querido en otros tiempos, arropado por una madre, amado
por una mujer. Parece culto y por los
rasgos creo que es escandinavo.
Me
gustaría dejar mis prejuicios a un lado y sentarme con él, que me contara su
vida y con lo que me dijese hacer un relato para llevar al taller, sería
interesante. Por ahora, solo me he
atrevido con esto. ¡Qué Dios le ayude!
ENIGMA Mary Rancel
Coincidimos en la clínica dental. No
soy nada observadora pero, en este caso, me llamó la atención el atractivo de
la muchacha. Era joven, entre veinte o
veinticinco años, de cuerpo esbelto a pesar de su baja estatura, piel
bronceada, pelo oscuro y rizado con las puntas color caoba, boca de labios
carnosos, bonita sonrisa, naricilla roma, ojos marrones muy expresivos, cejas
arqueadas y cara redondeada. Vestía de
manera informal: blusa y pantalones ajustados al cuerpo, calzaba tenis y
llevaba un pequeño bolso negro. Sus
rasgos indicaban claramente que era latinoamericana, así como la entonación de
su cálida voz.
¿Qué puede hacer esta criatura en el dentista si posee unos dientes
preciosos?, fue la pregunta que me hice.
¡Está clarísimo! Tiene una caries y viene a que le realicen un empaste,
pensé, aunque no parecía factible.
Recapacité de inmediato. ¡¡No!!,
seguro que acude para hacer un anuncio publicitario para promocionar la
clínica; tiene una dentadura perfecta.
En ese momento, me llamaron para entrar al despacho de mi
odontóloga. Al salir, no había rastro de
la chica de mis dilemas. Sin su
presencia, desaparecieron también mis elucubraciones.
EL DÍA EN QUE NACÍ YO Candelaria Díaz
El
día en que aterricé en este planeta, fue el más señalado que he vivido. Todo empezó cuando, a las cinco de la tarde de un quince de agosto,
miré a la mujer más buena y guapa de mi vida.
Aún la sigo viendo.
Había
mucha algarabía, ¡normal!, era el día mayor de estas islas; su patrona
festejaba la asunción a los cielos, María Candelaria. Ella había subido y yo llegaba de no sé
dónde. Por eso llevo su nombre. Continúo la vida y ha sido larga larga, hasta
más ver.
EL OLOR Antidia Iraida
El día en que descubrí aquel
misterioso olor fue el más intrigante que he vivido. Todo comenzó cuando la brisa de la mañana me
trajo aquel aroma a un perfume que no había llegado a mi nariz nunca antes,
aunque me habían hablado de él. Fue
tanta la curiosidad que despertó en mí que, desde tempranas horas de la mañana,
al ir a comprar el pan, busqué por las calles y portales aquel misterioso
perfume que era imposible de ver. Decidí
no volver a casa hasta que no encontrara lo que buscaba. Pasé todo el día dando vueltas y al anocher,
¡zas!, del rincón menos esperado, salió ella, la muy condenada, ella, que me
miraba desafiante. Al ver que yo no
apartaba la vista, levantando las manos me dijo:
–Vale, me voy, pero tú no descubras
que estuve por aquí
–Ok, pero no aparezcas más, confío en tu
palabra de mofeta.
Y
al escuchar esto, desapareció.
UN NEGOCIO REDONDO Dolores Fernández Cano
Leonardo Da Vinci, con paso cansado,
entra al elegante despacho de Tita Cervera, también conocida, como Baronesa
Thyssen. Se saludan con respeto, pero a pesar de todo, Leonardo se siente algo
incómodo. La Baronesa, percibiendo el nerviosismo del genio, apremia su
solicitud, indicando que su deseo es comprar la colección de sus cuadros,
incluyendo en la remesa, la famosa “Gioconda”, pagándole un buen precio.
Sentado en una cómoda silla, Leonardo reconoce que la oferta es tentadora, por
lo tanto, acceda al trato, pero…con la condición de que la transacción se
efectúe en dólares. Ella, sonriendo responde que, con todo gusto, así será.
Tita, pone sobre la mesa el trato,
para que lo firme el maestro, antes que se arrepienta.
DOS CAMPEONES Carmen Margarita.
Una
tarde de agosto con un cielo un tanto extraño, aquel atractivo muchacho decidió
ir a entrenar.
Al
llegar al estadio, una persona lo observaba con mucha curiosidad. Al poco rato,
empieza a llover y se refugia en los vestuarios y aquel hombre lo siguió.
Se
pusieron a conversar y él le preguntó:
¿Quién
eres tú?, y el chico contestó:
“Yo
soy Ronaldo”, el Campeón del Mundo.
El
sorprendido le dice: ¿Cómo es eso?, Yo soy el Campeón del Mundo, ganador de
todas las batallas.
En aquel momento comienzan rayos muy fuertes en medio de la tormenta y
cuando Ronaldo miró para preguntarle de donde venía, se sorprende al ver como
en un rayo se desvanece el Cid Campeador.
¿MONOS?, ¡NO, GRACIAS! Carmen Garcés
Cierto día, coincidieron en un cine
Charles Darwin y el buenazo de Noé. Juntos se sentaron a ver la película que
iban a pasar ese día: “El planeta de los Simios”.
Pasado un rato, Darwin,
con cara de preocupación dice:
-Esto no lo tenía previsto en
ninguno de mis estudios. Ahora mismo voy corriendo a mi laboratorio, a ver en
que me he equivocado.
Viendo tal grado de
preocupación en el rostro de su acompañante, Noé le murmura:
-Pues avísame si hay algún
cambio, pero yo, por si acaso, en cuanto llegue a casa, borraré a los monos de
la lista de los animales a rescatar. ¡Visto lo visto, mejor no arriesgarse!.
DON MIGUEL DE CERVANTES Y LAS CHICAS DE FLORES DEL TEIDE Luisa Delgado Bello
Miguel de Cervantes fue un soldado,
novelista y dramaturgo español. Es considerado una de las máximas figuras de la
literatura española; universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de
la Mancha.
Nosotras las Flores del Teide, en
nuestra modesta sabiduría, nos hemos atrevido a contar nuestras humildes
historias en un pequeño libro, que no sé si para ustedes pero para mí, se convirtió
en un reto que no nunca pensé que me atrevería a llevar a cabo.
El día de la presentación del libro,
cuando más entusiasmadas estábamos, entró por la puerta un señor vestido con ropas del año 1547, con su preciosa gola de
encaje en el cuello, muy elegante y distinguido. Yo pensé que era un disfraz de
carnaval, pero ¿saben ustedes de quien se trataba?, del mismísimo Don Miguel de
Cervantes que nos vino a felicitar por nuestro espectacular trabajo.
¿FUSIÓN O DISCORDANCIA? Mary Rancel.
Nicolás Sarkozy, acudió a visitar el Louvre en París. En
una de sus grandes salas, se quedó embelesado contemplando un cuadro que
personificaba al Emperador Napoleón Bonaparte. De pronto, se vio hablando con
él personalmente. Napoleón comienza la conversación exponiendo:
–Nicolás, ¿puedes
precisarme tus ideologías?, te veo…algo perdido.
–Querido
emperador, siempre me han fascinado tus gestas, conquistas, consolidación de las
reformas y el código Napoleónico que aún sigue en vigor–, revela el Sr. Sarkozy a su
homólogo y, se atrevió a consultarle:
– ¿Qué clave debo seguir? Me interesa mucho tu opinión.
–Sé más original Nicolás, –objeta Bonaparte– comentas lo mismo que todos, hiciste cuanto
pudiste; yo te considero un conquistador moderno, supiste seducir a tu bella
esposa ¡eso es todo un logro! No aspires a más, Francia ya no te necesita,
sería buena idea que dejaras la política.
Se dieron la mano cordialmente, Napoleón marchó hacia Los
Inválidos y Sarkozy quedó con un dilema más, pensativo y sin saber a qué
atenerse.
LA CONVENCIÓN Edelmira Linares
Ya
estaba casi todo preparado para la primera convención Mundial, a la que
asistiría lo más granado de la realeza.
Irían
llegando poco a poco y alojándose en diversos hoteles de la isla que ya habían sacado sus mejores galas para
recibir a tan variada alcurnia.
En
el Hotel Mencey de nuestra Capital concurrieron, casi sin querer, dos de las
más importantes y a la vez dispares de nuestras Reinas, que a más inri, aún
ellas no tenían el placer de conocerse personalmente.
Cuando
coincidieron en el ascensor que accedía a las suites, se notó las caras de
nerviosismo de ambas.
Doña
Letizia rompió el hielo y se dirigió a ella con una amplia sonrisa: “Buenas
tardes Isabel, es un placer conocerla, había oído hablar tanto de usted". A lo
cual le respondió…"¿Cómo osa dirigirse a mí? Yo soy Isabel la Católica una de
las más grandes de España, hija de Reyes y de sangre real".
Se
abrió el ascensor y salió velozmente murmurando indignada: "ya España no es lo
que era, a cualquier plebeya la llaman Reina."
NO ENTIENDO Lucía Hernández
Yo
de política no entiendo nada, sólo cuando veo a estos señores del Gobierno en la
televisión dando gritos, uno grita que no piensa pactar con el PP, a lo que
otro responde que necesitamos estabilidad y confianza. Yo nada puedo opinar,
sólo que España está mal y yo no la puedo arreglar. ¡¡¡Vamos a dejarlo en las manos de los que están
dando gritos!!!. La señora Merkel, que ya está cansada, le dice al ex-rey: ¡vamos
a dar un paseo, ya que hemos coincidido! Y cuando veamos que se arregla, volvemos.
HISTORIAS DE LOS INFIERNOS Candelaria Díaz
En
tiempos de los reyes Católicos mataron a Hernán Peraza, hijo de los Condes de
la Gomera. Hombre cruel, se dijo que habían sido los gomeros. Pedro de Vera, al
mando en Canarias, mandó tropas a la isla y apresó a doscientos isleños, los
llevó a Las Palmas y los degolló, la sangre corrió por el callejón hoy llamado
calle de Pedro de Vera.
Cinco
siglos después, en plena guerra civil, mandando en Canarias el General Dollar,
mandó fusilar a diecisiete jóvenes, el pelotón de soldados se negó y él cogió
el mosquetón y los mató, corrió la sangre por un barranquillo, hoy la
Refinería.
Franco
lo mandó a llamar y cuando el barco atracó en Las Palmas se pegó un tiro en la
cabeza. Triste historia de nuestro pueblo, y en esta época deben estar todos
juntitos en los infiernos.
OTROS TIEMPOS Teresa Jiménez
A mí me parece que cantaor de flamenco no ha habido como El
Caracol. Siendo yo muy niña lo vi en el teatro
Cervantes de Málaga. En aquel
entonces jugábamos, y disfrutábamos haciéndolo, en las calles de los barrios
porque no había internet ni móvil. Pues
bien, como tenían que ensayar, un día el portero me dejó entrar por bambalinas
y lo vi, nada menos que con Lola Flores que tendría diecisiete años.
Ahora han salido otros muchos, como
Pitingo, Pomares, Alborán, pero ninguno
lo alcanza. Tiempos aquellos que no volverán.
EL TIEMPO PASA Teresa Jiménez
Tengo
un vecino con el que me cruzo todos los días
en las escaleras. Vive en el edificio
mucho antes que yo; ¡más de 30 años!. Entonces subía los escalones de dos en dos y
me los brindaba; me decía, mira mira lo que hago. Bueno, ahora yo subo con bastón y él peor que yo. Cuando llego al ascensor, le digo que suba despacio. Sube, sube que yo te espero. Se lo digo para que él vea cuanto es el
tiempo que pasa.
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