miércoles, 31 de octubre de 2012

EL LIBRO ROBADO de Candelaria Díaz




Me llamo Cristobalito y mis padres, cuando viajan por motivos de trabajo, me dejan con la tía abuela Lastenia que vive en una gran casona.  Es tétrica, oscura y  el personal de servicio es viejo.  Desde las ventanas, yo veo como juegan los otros niños pero, a mi no me dejan salir.  Trato de divertirme como puedo aunque a mi tía no le gustan mis bromas y me castiga por todo.  Me manda a mi habitación y total solamente por poner un ratón en la sopera, ¡y eso que estaba muerto!.  Salgo al pasillo y me pongo a husmear.  Llegó a un salón lleno de estanterías con libros.  Hay tantos que no sé cual coger.  Escojo uno de aventuras y sigilosamente, me lo llevo a mi cuarto.  Me pongo a leerlo y se me pasa el tiempo sin darme cuenta. ¡Es una historia increíble!.  Me llaman para comer y no me entero.  De pronto, se abre la puerta y la tía me mira, con cara seria, mientras se da cuenta del libro. ¡Dios, cómo se pone! ¡Furiosa!.
-¿Cómo te atreves? ¿No sabes que no se puede tocar nada en la biblioteca de mi difunto? Coge el libro y llévalo a su sitio, inmediatamente.
Cuando lo coloco, me siento apenado. Pensé que los libros eran para leerlos no para servir de adorno. ¡Lástima que se terminó la magia del cuento! No tendré más remedio que seguir haciendo bromas…


LA ALEGRÍA DE MARIO de Edelmira Linares



                                                                              

La vida pasa más rápido de lo que Mario quisiera.  Hace ya la friolera de veinte años que dejó su tierra y partió de ella con la idea de buscar un futuro y una vida mejor.  Atrás dejó amigos, padres, hermanos y una esposa. 
Los amigos, los perdió con la distancia, los padres, desgraciadamente fallecieron sin poder volver a verlos, el contacto con los hermanos se fue mermando hasta limitarse a una llamada por Navidad.  Con la única persona que mantiene contacto es con su esposa y veinte años sin verla han hecho que cada quien forje su camino.
A los pocos meses de haber llegado a Venezuela, le llegó la noticia de que iba a ser papá, lo que hizo que sintiera más responsabilidad por forjarse un destino y trabajar duramente para poder enviar dinero todos los meses.  Vio a través de cartas y fotos, como esa niña que hoy ya es una mujer, iba creciendo y como su vida iba pasando, sin disfrutarla. 
Sí, no cabía duda de que había llegado el momento de recuperar el tiempo perdido.  Hoy cogería ese avión que lo llevaría de nuevo a su tierra natal, donde ya nada sería como lo dejó.  Llegaría más viejo y más sabio y con la lección aprendida: el tiempo pasa y hay que aprovecharlo porque no se puede volver atrás.


EL OJO de Mary Rancel




Una suave tarde de primavera, paseaba plácidamente por el bello parque de mi ciudad, perpetuamente abrigado por la vegetación pero, en esa época primaveral cuando luce esplendoroso todos los tonos de verde.  En este parque conviven diversidad de árboles gigantescos, esbeltas palmeras, arbustos y flores de todas las diversidades y múltiples colores.  Me paré en el estanque de los patos.  Me gusta observarlos en su ir y venir, nadando de un lado a otro; algunos, acompañados de sus crías que les siguen siempre en fila india.
Me encontraba tan absorta en mis contemplaciones que, ni tan siquiera había advertido que me hallaba sola en la zona.  No me importó; aún era temprano.  Los rayos de sol iluminaban tenuemente el lugar dando, al mismo tiempo, un agradable ambiente.  De pronto, escuché un ruido entre la maleza, por instinto miré pero, no vi nada fuera de lo normal salvo que, la arboleda se movía de un lado a otro y no había ni pizca de brisa.
-Debe ser un animal que está deambulando por el terreno –pensé de inmediato.
Volví la mirada en la misma dirección y, de modo inesperado, surgió de entre la espesura parte del rostro de un hombre… con la melena negra suelta cubriéndole su cara enjuta, de la cual destacaba un solo ojo de mirada siniestra que parecía inyectado en sangre.  No se veía el cuerpo, cubierto por la maleza, y únicamente asomaba entre las ramas una porción de la cabeza y de la cara, lo que le daba un aire funesto y esperpéntico.
Debía tratarse de algún vagabundo que merodeaba por el parque pero, el efecto sorpresa y el aspecto espeluznante de aquel rostro causaron en mí un miedo espantoso.  No sé de dónde saqué fuerzas pero, me escuché a mi misma gritándole con toda la potencia de mi voz y en tono amenazante.
-¡Fuera, fuera, monstruo repugnante, tú y tu horrible ojo!
Aquel ojo avieso me miró un instante, entre extrañado, incrédulo y… burlón.  Lo que hizo seguidamente me sorprendió.  ¡Guiñó su aterrador ojo!, giró la cabeza y, dándose la vuelta, tal como había aparecido, rápidamente, desapareció.

EL CAMINO de Natividad Morín



Era una joven muy aventurera que, una mañana, se levantó alterada.
-¡Mamá, me voy a navegar! –le dijo a su madre
-¡Tú estás locas! ¿Con quién vas? – le respondió ella, con preocupación.
-Voy sola
-¿Cómo vas a ir sola? – seguía repitiendo la madre, llena de inquietud.
-No te preocupes, mamá, no me pasará nada. ¡Me voy a preparar todo!
La madre no insistió más porque conocía lo testaruda que era su hija.  Lo que se proponía, lo conseguía.
Llegó el momento en que marchó a iniciar su viaje en velero.  Antes, su madre, le había dado cantidad de recomendaciones.  La joven le dio un fuerte abrazo.
-Tranquila, mamá, no pasará nada malo. Daré la vuelta a las siete islas.  Estaré cerca –fue lo último que le dijo antes de marcharse.
Cuando llevaba varias horas navegando, empezó un fuerte viento.  No se lo esperaba porque había consultado el tiempo y le habían dicho que todo estaría en calma. ¡Cómo se equivocaron!
La vela empezó a moverse cada vez más a medida que el tiempo empeoraba.  La joven estaba asustada.  No podía controlar el velero y un golpe de mar la hizo zozobrar.  Menos mal que estaba cerca de una playa.  Se puso el chaleco salvavidas y fue nadando hasta la orilla.
Cuando llegó, se dio cuenta de que estaba desierta y le era completamente desconocida.  No pertenecía a ninguna de las islas. ¡Estaba en la costa africana!.  Quedó preocupada porque no había nada alrededor.  Estaba desierto.  Comenzó a andar a través de un camino que se adentraba en las montañas y se perdía en el horizonte.
-¿Ves como yo tenía razón? ¡No tenías que haber salido!–le habría dicho su madre si la hubiera visto pero, ella no estaba allí para ayudarla.  Esperaba encontrar pronto a alguien que lo hiciera.
-¡A ver si encuentro por este camino a un moro guapo, montado en su caballo y me sube a la grupa de su montura! –se decía a sí misma la joven, para animarse aunque …, no estaba segura de si ése sería su final.


martes, 30 de octubre de 2012

EL LAGO CRISTALINO de Carmita Díaz





Estoy trabajando en un taller de bordado.  Un día, se presentó un torero de tronío para que le bordara un capote.  Como la profesora me tiene como la más diestra, me dio el trabajo a mí para que yo lo bordara.  Nada más ver al torero, se me paralizó el corazón.  Era alto, fornido y muy guapo.  Él también se fijó en mí; fue un flechazo de Cupido.
Nuestro noviazgo duró mucho tiempo.  Fuimos muy felices, íbamos a todas parte juntos.  Nos gustaba mucho ir al lago para montar en barca.  Hacíamos barquitos de papel y los tirábamos al agua.  También, paseábamos por el campo y cogíamos flores que luego deshojábamos para lanzar al lago, junto con los barquitos.  Veíamos como se deslizaban, lago abajo, en medio de sus aguas cristalinas.
Una vez, fuimos de viaje y allí noté algo raro.  Íbamos en tren y entre los viajeros había una joven rubia y de buena presencia.  Al llegar a nuestro pueblo, nos despedimos con un abrazo y un hasta mañana.  Después de aquel día, lo esperaba todas las tardes para pasear por el lago y coger flores, como hacíamos siempre pero, fue en vano.  Nunca llegó.
Con mi tristeza a cuestas, paseaba lago arriba y lago abajo, esperando su llegada hasta el día en que me roza la certeza de que somos como barquitos de papel ante el destino.  Nunca más lo esperé.


UN DESEO CUMPLIDO de Teresa D.





Soy una joven que siempre había sentido el instinto maternal.  Cuando miraba a un niño, pensaba que algún día tendría los míos pero, después de varios años intentándolo por todos los medios y de someterme a todo tipo de tratamientos, me convencí de que era  imposible lograrlo.
Una tarde, mientras estaba sentada en el parque observando a tantos niños jugando, decidí definitivamente que en alguna parte había un niño que necesitaba una madre que lo adoptara y lo quisiera como a un hijo así que, sin mirar atrás, convine en que no seguiría esperando.  Iría a buscarlo.
Hoy ya he encontrado lo que siempre había deseado.

¡SORPRESA! de Lucía Hernández




Cuando yo tenía diez o doce años, vivía con mi madre en Santa Cruz de La Palma.  Mi padre había fallecido y ella me acompañaba siempre a todas partes.  Un día, decidimos ir a la procesión de San Francisco y, como era habitual, durante su recorrido hubo fuegos artificiales y voladores.  Ví, sorprendida, como el resplandor de todo aquel artificio, se reflejaba en las ventanas de mi casa y empecé a gritar.
-¡Mamá, mamá! ¡Nuestra casa se está quemando!       
Ella, la pobre, trató de calmarme, explicándome lo que era pero, ya estaba empezando a recuperarme del susto cuando me llevé una sorpresa peor.  Yo llevaba un trajecito que me había hecho mi madre, con un gran lazo detrás que,  uno de los voladores había tenido la delicadeza de quemar.  A mi no me pasó nada pero conservo aquel recuerdo para siempre.
Aquellas fiestas eran muy bonitas y se reunía mucha gente.  Mi madre me hizo otro lazo para mi traje y con eso terminó mi sorpresa.


LA HUIDA de Dolores Fernández Cano




En un despacho del Juzgado de la ciudad de Las Vegas, se encuentran reunidos, entre mujeres y hombres, las doce personas que van a formar parte de un jurado popular.  Fuimos avisados al comienzo de semana, a fin de permanecer recluidos para revisar la situación del acusado y, al mismo tiempo, proceder a un intercambio de ideas, pues es preciso ser imparciales y justos en el veredicto. Sin embargo, un miembro del jurado no se siente capaz de llevar esta responsabilidad. Ese soy yo, Germán, que así me llamo.  No deseo por esa tesitura.  Para mí es un dilema.  Todo ha salido contrario a mis propósitos y no comprendo cómo han podido meterme en este asunto.  Mi intención es negociar una salida decorosa.
Me dirijo a la portavoz, exponiéndole el problema, así como la idea de abandonar aquel lugar.  María tiene a bien explicarme la imposibilidad de eludir esa misión, por lo que  decido emprender la huida a toda costa. Después de permanecer unos minutos reflexionando sobre mi situación, le contesto.
- Estoy decidido a salir de esta encrucijada.
María, después de mirarme intensamente, replica lo siguiente:
-Tendrás que emprender una gran carrera hasta llegar a la salida, sorteando una serie de obstáculos.  Si lo consigues, te disculparé ante la autoridad.  Yo misma, junto a los demás compañeros, vigilaré todos tus movimientos por una pantalla.
Dispuesto a iniciar la huida, salgo al pasillo.  Está oscuro.  Comienzo a correr y las gotas de sudor resbalan dentro del elegante traje que visto.  Lo ha confeccionado mi padre que es un afamado sastre. 
Puesto que el tiempo concedido es limitado, apresuro los pasos y aún así, siento mucho temor de no conseguirlo.  No pararé, no puedo perder ni un segundo.  A mi derecha, vislumbro una puerta de color negro pero, según las indicaciones del mapa, no la debo abrir.  Continúo el largo corredor y me introduzco en un túnel alrededor del cual percibo un inmenso calor.  Doblo un recodo.  A lo lejos diviso un resplandor parecido a una lengua de fuego.  Apremio el paso.  Sin apenas aliento, voy hacia él.  Lo cruzo totalmente y… por fin hallo la salida.  ¡Hurra! ¡Soy libre! Ya me encuentro afuera.
-¡Llegó! ¡Llegó! – gritA María dentro del recinto, y yo escucho  como todos aplauden.

CARAMELOS de Candelaria Bacallado





En la casa de mis abuelos, donde yo viví mi infancia y adolescencia, había muebles y objetos de decoración antiguos.  Entre ellos, una cómoda-escritorio sobre la cual estaban colocados un copón de cristal tallado y una bombonera, también de vidrio, que siempre permanecía vacía pues, en aquellos tiempos, no se veían bombones con demasiada frecuencia.
Yo era muy curiosa y quería saber el origen de cada cosa que había en la casa.  Mi abuela, con infinita paciencia, me contaba historias sobre la procedencia de cada uno de los objetos y qué miembro de la familia lo había regalado.  A pesar de estar vacía, mi objeto preferido siempre fue la bombonera, que yo imaginaba puesta sobre una mesa camilla, llena de caramelos en una casa de sueños.
Ahora, pasado el tiempo, la recuerdo rebosante del cariño y ternura de una abuela que no escatimó en comprensión y dedicación.
No volveré a sacar de esta bombonera caramelos de ternura y comprensión como aquellos, está claro.



EL ABRAZO de Carmen Margarita



Estos sueños míos son tan especiales, tan reales, que me estremecen.  Yo siento los amores, las alegrías, las tristezas como vividas, siempre que te veo en ellos.  Pienso en ti, tu belleza y nuestras hermosas vivencias cuando nos queríamos tanto y tus besos eran dulces de miel y tus abrazos como suaves lazos de terciopelo.  Por eso, quiero soñar y soñar para, en medio de los sueños, poder tener tus brazos y entonces, imaginar que estamos en un hermoso lugar donde todos se abrazan.  Abrazos de cariño, de amor, de pasión, de ternura, da igual despierta que dormida, tus abrazos parecen tan reales que me abandono en ellos por un largo rato.

lunes, 29 de octubre de 2012

CONCURSO DE NARRATIVA HERTE 2012 - ACTO DE ENTREGA DE PREMIOS





ACTO ENTREGA DE PREMIOS
CONCURSO DE NARRATIVA
HERTE 2012


10 de Noviembre  2012
Salón de Actos
Centro Multifuncional El Tranvía
La Cuesta - La Laguna

19:00 horas