lunes, 7 de abril de 2014

AUTOCRÍTICA De Dolores Fernández Cano




Al encontrarme desocupada, disponiendo de tiempo libre, me coloco frente al espejo. Observo mi imagen reflejada en él. Veo una mujer pequeña, baja de estatura, tanto que para alcanzar los objetos colocados en alto, debo subirme en una silla o escalera de mano. Esfuerzo una leve sonrisa, con la que me doy cuenta, que no poseo don de gente. Soy sosa, visto modelos aburridos.
Bajo la mirada hacia mis pies, para reconocer que son feísimos, menos mal que los oculto dentro de los zapatos. Siento un cosquilleo en la nariz, entonces me fijo que es ancha, espantosa. Reconozco también que soy pechugona, cuando llego a casa y me despojo del sujetador, las tetas se esparcen por mi cuerpo, como si fueran la Vía Láctea. Con un gesto de satisfacción exclaman, ¡qué alivio!, al fin somos libres.
Pongo fin a este sainete, que ha sido un simpático pasatiempo, donde he situado mi caricatura en otra dimensión.




AUTORRETRATO de Amalia Jorge Frías.





¿Cómo soy?, soy lo que no represento. Tengo mucha fuerza y parezco débil. Me crezco en las adversidades. Ni yo misma soy consciente de lo que soy capaz de soportar. También tengo sentimientos y cualquier cosa me conmueve. Anteriormente todo me afectaba; con el paso de los años, he aprendido a descartar cosas menos importantes (siempre que la afectada sea yo) y no ninguno de los míos; si se trata de las personas que quiero, por pequeñas que éstas sean, siempre me causan dolor.
Soy imaginativa y creativa, también un poco inquieta, en mi vida no hay lugar para el aburrimiento, me gusta compartir y aportar todo lo que pueda a los demás.
Siempre he pensado que soy millonaria en afectos, de las personas que me han rodeado, tanto a nivel familiar y laboral como de amistad. Me considero una buena amiga de mis amigas, porque las quiero tal como son, no como a mí me gustaría que fueran.
Cuando algo me duele, venga de donde venga,  tardo poco tiempo en olvidar y menos aún en perdonar.
Me gusta conservar las amistades de siempre y soy abierta a las que la vida me va incorporando.
Pienso que no soy perfecta y que necesito la ayuda de todos, para ser, la persona con la que siempre soñé en convertirme.




SABER VIVIR. de Milagros.





Para saber vivir, lo primero que debemos hacer es borrar todo pensamiento negativo, teniendo en cuenta que, si sobre nuestras espaldas cargamos con el pasado o con el miedo de qué nos depara el futuro, no nos quedan fuerzas para vivir nuestro presente. El ahora que es el momento más importante de nuestra vida.
Tenemos que darnos cuenta que no todos los días son fantásticos pero todos los días tienen algo bueno, diferente, que no tienen los demás días. Y tenemos que vivir cada hora, cada minuto con entusiasmo e ilusión como si fuera el último de nuestra vida. Si vivimos en el presente con las pequeñas o grandes cosas pero con ilusión, estaremos caminando hacia el invierno de nuestras vidas a fuerza de vivir primaveras.




RIÉNDOME CONMIGO De Mary Rancel.






Aunque mi nombre no es lo importante, les indico que soy Mary Rancel Pérez; nací hace tantos años que no tengo el más leve recuerdo del acontecimiento. A veces me pregunto: ¿será que la neurona que me queda no funciona como le corresponde?
Me ha comentado alguien que fui un bebé muy llorón hasta los tres meses y, que mis padres no descansaron durante ese tiempo. Pero, como incontable veces he oído decir: “de lo que te cuenten….quédate con la mitad”. Aplicando esta regla de tres sólo lloré cuarenta y cinco días y, mis padres durmieron mal, durante mes y medio. ¡No fue para echar voladores!, pero..., tampoco tan trágico.
Mis papis me decían que yo era su niña bonita; ¡que iban a decir ellos, si no tenían otra!, yo creo que no era ni tan bonita ni tan fea, sino todo lo contrario; ¿que qué quiero decir? Pues  que era del montón.
Me han llegado rumores de que fui una buen niña pero, cohibida. ¡Vaya descubrimiento!, tímida sigo siendo, aunque intente disimularlo.
Gocé en mi niñez y adolescencia; en cambio, tuve una juventud represiva. Cosas de la época; ¡tampoco debo quejarme!, disfruté de esa etapa, me divertí, salí con mis amigas, iba a la playa, al campo y, ocasionalmente, viajé a las islas y...pesqué novio.
Años más tarde, me casé con mi marido, ¡qué raro suena! ¡Claro! Si tenía que haber dicho con mi novio; -la neurona sigue perdida-. ¡Ah! Quiero que sepan que a mi flamante esposo le gustaba que llevara minifalda –de soltera mi madre nunca me la dejó  poner – de ahí la novedad.
Tengo una hija admirable que adoro. ¿Qué por qué no tuve más?, debió ser por falta de tiempo, ¡no se me ocurre otra cosa!. La estirpe está asegurada desde el nacimiento de mi nieto, tiene nueve años y es mi pasión.
Ahora, además de llevar la casa, ¡a trancas y barrancas!,  me dedico a hacer lo que me gusta, entre otras cosas, a bailar las danzas del folclore canario; ¿qué no doy pie con bola?, ¡ya lo sé!, es que no tengo ritmo ni oído musical pero, me sobran ganas y atrevimiento. También escribo narraciones cortas como ésta, juzguen por sí mismos el resultado. Lo importante para mí, es que lo paso lo mejor posible, cuando las circunstancias lo permiten.
 Este autorretrato ha llegado a su fin, ¡¡de momento!!.



VIAJE POR EL PASADO de Milagros





Siempre fui una niña apasionada de la vida en general y de mi vida en particular, tanto así que siempre quería otra cosa; ¡cosas nuevas!. A los trece años me enamoré y de qué manera. En mi vida hubo un antes y un después. Estudiante de 8º E.G.B., decidí dejar los estudios que hasta ese momento lo eran todo para mí, quería ser sicóloga. ¡Pues vaya Psicóloga que fui!. Decidí seguir con mi amor, casarme y tener hijos, ¡qué maravilla!, pues con estos sentimientos, así lo hice. A los 15 años, me casé y luego vinieron los niños; cada año uno, hasta un total de once. Me llevaban la comadrona a mi casa en cuanto me ponía de parto, y ya me llamaba la de los diez minutos, pues era yo muy rápida en los partos. Me sentía muy feliz con mis once retoños, viéndolos crecer día a día. Los cuidaba y jugábamos y nos  formábamos todos; digamos que yo sentía como crecía con ellos, por dentro y por fuera.
Si la vida me diera la oportunidad de nacer de nuevo, creo que volvería a vivirla de la misma manera.
Aún  no pierdo la esperanza de ser Psicóloga pues, a mis 65 años, estoy preparando el examen de acceso a la universidad.




DESCONOCIDA De Carmen Margarita.






El miércoles, cuando Isabel, nuestra profesora, dijo la tarea de la semana, me quedé con la mente en blanco. Luego pensé que lo más difícil que me podía mandar a hacer era hablar de mí, pero ¿cómo? si yo soy una desconocida para mí, sí yo siempre me digo no sé cuándo estoy por la cabeza o por los pies.
Me puse a pensar que soy caprichosa,  un poco o muy tolerante; si no me tocan las narices, bueno, generosa, comprensiva y cariñosa también me gusta serlo, pero algo malo tengo que tener porque si no, ¡sería una persona empalagosa!.
Si hay algo más, que lo digan los que me conocen mejor que yo.

Isabel, ¡qué no se te vuelva a ocurrir semejante tarea!.



SOBRE MI PERSONA de Lucía Hernández





Yo me llamo Lucía, nací en Puntallana, un pueblo de la isla de La Palma, no tuve hermanos, esto ha sido una pena que me ha acompañado toda mi vida; viví con mis padres hasta que tuve 10 años. Mi padre falleció, cuando sólo tenía 42 años. Mi madre y yo nos quedamos solitas pasando aquella soledad tan grande, pero con la ayuda de Dios, seguimos adelante.
Vivimos una vida  más o menos normal, mi madre era muy buena y con nuestro cariño fue transcurriendo el tiempo aunque,  sin olvidarnos del pasado.
Empecé a estudiar con el fin de hacer una carrera pero fue una mala época y sólo hice bachiller. Después me casé, tuve dos hijos, en la actualidad tengo a mi hija, pues mi hijo también se me fue con cuarenta años; ¡es el dolor mayor que he pasado en mi vida!. Hoy más o menos vivo, acompañada de los seres queridos que me quedan, todos me quieren mucho; me parece.
Ésta más o menos ha sido mi vida, ahora aunque con pena,  lo que hago, es pasar los días lo mejor posible y asistir a este Centro de “Flores del Teide” donde me lo paso muy a gusto. Nos reunimos, hacemos las tareas que nuestra profesora nos manda, hablamos, somos un grupo de compañeras envidiable. Por esto doy gracias a Dios.




MAMI de Milagros.





Mami, ¿por qué te fuiste con todo lo que aún tenía que decirte?. Hoy por ejemplo, siento la necesidad de decirte que siempre fuiste y sigues siendo en mi vida una luz constante, un calor que no acaba que aun no estando, siempre estás ahí.
También quiero decirte una y mil veces, gracias por todos esos días, por todos esos años que estuvimos juntas, por tu forma de quererme, por todo lo que me enseñaste.
Gracias por los miles de recuerdos sobre los que he construido mi vida. Aún sigues siendo mi fuerza, mi tesoro, la roca que me da la fuerza para seguir los vaivenes de la vida; de mi vida.

Gracias mamá.



PRESENTACIÓN de Paula Lugo






Me llamo Paula y estoy gorda, arrugada y con canas. Estoy blanca como un copito de nieve y como soy una coqueta, me tiño para disimular los años que ya son viejos, como la que está escribiendo.
Soy una pesada cuando se me pierde algo, busco hasta que lo consigo y me gusta comer más salado que dulce. Antes, siempre estaba riendo, me reía de los demás, y mi madre decía que de las tres yo era las más calladita, jaja y ja,...lo hacía para que no me riñera. Y me reía de los demás y les hacía rabiar a todos, y mi hermana mayor me defendía.
Me gustaba que mi padre me peinara porque no me tiraba del pelo. Como siempre, se me olvida algún detalle con el paso del tiempo. También, cuando mi madre me mandaba a la ventita a comprar, trataba de que me quedara alguna peseta para comprar chocolate, más alguna peseta que yo me guardaba y compraba una tableta para repartir. Cuando llegaba, repartía pero a mí me tocaba la menor parte. Voy a contar algo que no creerán. No había sujetadores pequeños en Icod y me los hacía la costurera.  Un día,  me  hizo una copa más pequeña que la otra; ¡yo me reía al ver como aquel sujetador me dejaba el pecho aplastado!, aunque siempre fui robusta de los melones, le diré.
Me han gustado mucho los zapatos, así que antes los rompía adrede porque me duraban mucho y me cansaba de ellos, ¡me olvidaba por una vez de ser tan cuidadosa!