Sentado en mi balcón, contemplo el mar con nostalgia,
al tiempo que me vienen recuerdos de mi juventud cuando surcaba los mares con mi
velero ¡La niña rosa!.
Viajando desde las Islas Canarias al mar Negro, he visitado tantos paraísos, razas tan diferentes,
distintas etnias, con tradiciones puras
que, con tanto orgullo y cariño, conservan y transmiten…
Llegó el atardecer y las nubes se han contagiado de mi nostalgia. Por un momento,
me parece que lloran y con sus lágrimas, al tocar el mar, se forman islas rojas
como rubíes que, a medida que avanza la tarde, se van desvaneciendo para
convertirse en un hermoso sueño.