Cuando zarparon las tres
carabelas, La Niña, La Pinta y La Santa María, desde Huelva en 1492 con Colón,
se metió un polizón, mejor dicho polizona, que tenía algo con él desde hace un
tiempito. Lo cuidó de maravilla, por
dentro y por fuera. Ella pensó, éste con las indias, me traiciona…
No pudo hacerle café,
ni tortillas de papas, pues por aquellos tiempos no se conocían, pero pronto
los Reyes Católicos, hartos de comer huevos fritos con pan, las mandaron a
traer. Así descubrieron a la pareja: las
papas y el huevo.
A la polizona dicen que
la dejó allí, en América, para que se familiarizara con todos los nuevos
productos de los que empezaron a disfrutar los españoles, y los de Génova
mirando… ¡Gracias, Colón!