Ocurrió por
el año treinta y ocho y nos lo contó mi madre cuando mi hermana y yo éramos
pequeñas. Estábamos viviendo en Los Llanos
de Aridane, La Palma, cuando estalló la guerra civil española. Un día, mi madre se encontraba hablando con
una vecina cuando, por la calle, pasó otro vecino que vivía más arriba y parece
que al pasar dijo:
-¡Viva
España!
Ellas no se
enteraron.
-He dicho
¡Viva España! – repitió el hombre muy molesto
-Perdone,
compadre, no le hemos oído.
-Pues las
voy a llevar presas.
Aquel hombre
era falangista hasta la médula.
No pasó nada
por Dios no quiso porque en aquellos tiempos las cosas andaban muy revueltas.
A mi padre
también le sucedió algo parecido. Él era
empleado de Telefónica y a la señora de la Centralita se le ocurrió comentar
que éramos comunistas porque no íbamos a misa.
Se formó un follón tremendo y mi padre casi pierde el trabajo.
Aquellos si
que fueron malos tiempos.