Esta historia es real y dio comienzo hace unos
cuarenta años. Fue entonces cuando
conocí a su protagonista. Yo llevaba
poco tiempo casada y ella también.
Vivíamos en la misma zona y nuestros maridos se conocían desde hacía
bastante tiempo, así que entablamos una relación de amistad que aún perdura.
La persona de quien les hablo es la mayor de seis
hermanos; tres chicas y tres chicos. Sus
padres siempre se preocuparon por la educación de sus hijos; de hecho, a todos
le dieron la oportunidad y las herramientas necesarias para que estudiaran y
sacaran una carrera, salvo a mi amiga que, por ser la primera en nacer, fue un
poco madre del resto del sus hermanos.
Eso sí, su madre le enseñó a llevar la casa perfectamente y también hizo
que recibiera clases de corte y confección, hasta obtener el título.
Esta amiga, portadora de una voluntad de hierro,
tesón y confianza en sí misma, quiso forjarse un futuro mejor y no se conformó
con sus estudios primarios. Siendo sus
dos hijos pequeños, amplió sus conocimientos por radio ECCA, hasta lograr sacar
el bachillerato, compaginándolo con el cuidado de su hogar. Incluso daba clases de corte y confección a
un grupo de alumnas en su casa.
Pasado un tiempo, se presentó al acceso a la
universidad para mayores de veinticinco años y fue admitida. Hizo la carrera de Magisterio, ejerció
después su profesión, impartiendo clases en escuelas de primaria en diferentes
pueblos de la isla.
Hoy en día, está jubilada y es una feliz abuela que se
siente realizada en su vida profesional y familiar. Con esfuerzo y voluntad consiguió su
objetivo: tener una carrera como el resto de sus hermanos.