El espectáculo
no fue como esperaba. Sonia siempre había creído que su novio era la persona
perfecta que ella llevaba en su corazón, pero se dio cuenta de que lo había
idealizado y nada tenía que ver con el hombre que creó en su mente.
La noche en
que la invitó al circo que había llegado al pueblo para amenizar las fiestas de
navidad, fue cuando realmente le conoció.
En principio
todo sucedió con normalidad pero, a mitad del espectáculo, invitaron a un
voluntario para que subiera a la pista a colaborar con una de las artistas,
concretamente, con una joven exuberante y escasa de ropa. Su novio, nada más oír
la solicitud, saltó a la pista como una exhalación y se puso al lado de la
chica. La auxilió en todo lo requerido, sin dejar de cuchichearle al oído con
cara de bobalicón; la artista en voz alta le preguntaba:
-¿Tienes
novia? –y él dio por respuesta un no rotundo.
Sonia se sintió
ofendida pero, dijo para sí:
-Esto son celos
y no debo darle importancia.
A la salida
del espectáculo su novio le anunció con agobio:
-Querida,
tengo prisa. Quiero dejarte en tu casa enseguida; he quedado con la joven del
circo para dar una vuelta nocturna por el pueblo y, más tarde, ir a la discoteca;
mañana como no hay función, aprovecho para llevarla de excursión al monte. Este
fin de semana no cuentes conmigo para
nada, voy a estar muy ocupado con mi nueva amiga.
Sonia no podía
creer lo que estaba escuchando y asombrada interrogó:
-¿Estás hablando
en serio, o es que quieres ponerme a prueba?
-Sabes que te
quiero Sonia, pero no puedo dejar pasar esta oportunidad; solo será una
aventurilla de fin de semana, luego retomaremos lo nuestro y ¡aquí no ha pasado
nada!.
-Me avergüenzo
de haberte querido. Respondió Sonia, furiosa pero digna.
Dio media
vuelta, tomó un taxi y marchó a su casa, llorosa, muy decepcionada pero con
decoro.
¿Podrá esta
muchacha volver a creer en el amor? Una experiencia tan traumática puede dejar
una huella imborrable en un tierno y herido corazón, desengañado ante la muerte súbita de su primera pasión.